Con nuevos préstamos para pagar deuda, toda la política de gobierno está más ultra condicionada. Se pueden hacer valoraciones de quiénes están en gestión, pero los datos concretos de la realidad tumban cualquier buena o mala intencionalidad en las funciones.
En este año, el 48% de las reservas fueron para pagar crédito. Sumado a eso, los pagos en servicios de deuda se comen el presupuesto de las jubilaciones y políticas sociales.
Esto se refleja en la propia base monetaria que se expande al calor de pagar intereses.
Este es el cuello de botella que hace que toda otra discusión sea de cabotaje. Aún el extractivismo minero, que se propone como salvación por el ingreso de divisas, está atado a préstamos incluso de organismos internacionales.
La deuda es el alquiler más importante de estos tiempos que reducen los problemas a esta situación que condiciona, ajusta y disminuye cada vez más cualquier decisión política.
Si no se empieza por este punto, difícilmente se pueda pensar en resolver lo urgente y lo no urgente también. La deuda es la asfixia de estos tiempos. Otras discusiones, que se ponen como centrales en los sets televisivos, no hace más que fragmentarnos en pedazos para que cada vez tengamos menos aire y, por tanto, menos ganas de respirar.