YPF y Petronas anunciaron que instalarán su puerto de exportación de GNL en la costa rionegrina y anticiparon que el proyecto está en una etapa inicial: necesita conseguir financiación y compradores. Los análisis contradictorios sobre el sector, las dificultades de la economía y la política argentina, así como su ubicación geográfica, anticipan complicaciones para convertir el país en un jugador global en ese mercado. Incluso si el proyecto tuviera éxito , el régimen de inversiones promovido por el gobierno de Javier Milei imposibilitaría que los beneficios se distribuyan socialmente al tiempo que degradaría la extraordinaria biodiversidad del Golfo San Matías y la Península Valdés.
Por Alan Rocha Varsanyi y Fernando Cabrera. Fotos de Punta Colorada: Luciano Cutrera.
El 31 de julio YPF y Petronas anunciaron que Punta Colorada, en la provincia de Río Negro, es la ubicación más ventajosa para el proyecto de un puerto de exportación de GNL. Sin embargo, en el mismo comunicado aclararon que “es el primer paso hacia varias condiciones que deben cumplirse para tomar la Decisión Final de Inversión” y que “los próximos pasos serán la búsqueda de los posibles compradores del gas a nivel mundial para luego encontrar el financiamiento del proyecto”. Es decir, falta mucho.
Unos días antes del anuncio, el presidente y CEO de YPF, Horacio Marin, había explicado cómo sería el mejor escenario en la búsqueda de mercado: “La venta normal de GNL se realiza en pequeñas cantidades y a muchos compradores, para mí hay que ir a tres países, palo y a la bolsa. Yo apunto a dos europeos y a India”. Por eso, las negociaciones están apuntadas a grandes consumidores de Europa y Asía. Una vez obtenidos los compromisos de compra y logrado el financiamiento, se avanzaría en lo que denominan FID, es decir, la decisión final de inversión que establecerá mayores precisiones sobre el proyecto. Según prevén, el acuerdo final se concretaría en la segunda mitad de 2025 para la contratación de barcos licuefactores, mientras el de la terminal de exportación en tierra recién se firmaría hacia finales de 2026.
El primer anuncio sobre el puerto de GNL fue en septiembre de 2022 y el consorcio entre YPF y Petronas ya había reservado tierras para instalarse en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Por eso la cobertura mediática de la decisión de instalarse en Río Negro se presentó como parte de la disputa entre el presidente Javier Milei y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Se desató entonces una competencia entre provincias para ver cuál brindaba mayores beneficios y ventajas a la rentabilidad empresarial, lo que pone de manifiesto el acuerdo que tienen gobiernos de distinto signo político con los proyectos extractivos. Sin embargo, y pese a la disputas entre esos sectores, el mapa de ganadores y perdedores debe considerar otras variables: la degradación ambiental y quiénes realmente recibirán los esperados beneficios económicos del proyecto.
La guerra del gas
GNL es la sigla de “Gas Natural Licuado”. Es el resultado de procesar el gas a temperaturas bajísimas, inferiores a -160 grados, para que se convierta en líquido, lo que permite manipularlo hacía lugares más alejados. De esta manera, supera una de las mayores limitaciones del gas como fuente energética: su volatilidad y la necesidad de caños para moverlo de un lugar a otro.
El mercado para esa tecnología se expandió rápidamente a partir de las condiciones geopolíticas derivadas de la guerra en Ucrania. Desde entonces, Estados Unidos se posicionó como el principal proveedor global luego de un explosivo incremento en su capacidad de exportación. Su principal mercado es Europa, que tiene dificultades para acceder al suministro ruso.
En este contexto, la gestión de Joe Biden anunció en enero una moratoria para la aprobación de nuevas terminales. Fundamentó esa determinación en argumentos climáticos aunque no puede escindirse de la campaña electoral y de que la exportación acelerada podría tensionar los precios internos del gas. No obstante ese freno a nuevos proyectos, uno de los principales funcionarios de infraestructura energética, Amos Hochstein, aseguró que Estados Unidos, el mayor exportador mundial, duplicará su capacidad de licuefacción en 2028 por los proyectos ya aprobados. En ese país hay cuatro terminales de GNL en construcción y once proyectos aprobados.
En torno a este mercado global de GNL, los análisis difieren. Hay sectores con grandes expectativas y empujan para que se multipliquen los usos de este recurso, como indica el informe 2024 de Shell, compañía que se posiciona como uno de los principales intermediarios mundiales de este negocio. Otros sectores hablan de un frágil equilibrio entre oferta y demanda, como la Unión Internacional del Gas que representa la industria del gas global con más de 150 asociados en 80 países; y también están los que anticipan un inminente exceso de oferta, como el Instituto para el Análisis Energético, Económico y Financiero de Estados Unidos, ya que, por ejemplo, en Japón, Corea del Sur y Europa –que representan más de la mitad de la demanda mundial– las importaciones vienen cayendo.
Expectativas, ganadores y perdedores
El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) sancionado en julio como parte de la Ley Bases, otorga ventajas desmedidas para las inversiones superiores a 200 millones de dólares: establece que sus exportaciones no tendrán retenciones y permite la libre disponibilidad de los dólares obtenidos, las exime de pagar derechos de importación, les baja en 10 puntos la alícuota del impuesto a las Ganancias que encima pueden deducir de varias maneras, entre otros muchos beneficios. También les garantiza tener la prioridad para el uso de cualquier insumo como energía y agua. La norma asegura que estas ventajas no podrán ser modificadas en el futuro y establece que las posibles controversias se resolverán en instituciones internacionales pro empresarias, como el CIADI del Banco Mundial. A mediano y largo plazo, este tipo de los proyectos enrolados en el RIGI anuncian pocos beneficios para la economía local.
Punta Colorada se ubica en el Golfo San Matías de la costa Atlántica. Según informaron YPF y Petronas, ese destino fue elegido por la menor distancia desde Vaca Muerta, la mayor profundidad marítima, la disponibilidad de terrenos, las pocas interferencias con otras actividades sociales y económicas, la posibilidad de contar con un puerto dedicado exclusivamente a exportar hidrocarburos, la sinergia con el proyecto Vaca Muerta Oil Sur y la más ventajosas condiciones regulatorias y fiscales que presentó Río Negro. Según informaron, las compañías calculan que la inversión total superará los 30 mil millones de dólares.
Pero la información oficial nada dice en torno al hábitat natural de Punta Colorada y el Golfo San Matías. El puerto se instalaría a pocos kilómetros del Parque Nacional Islote Lobos, del Área Natural Protegida Provincial Puerto Lobos y del Área Natural Protegida Península Valdés, Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO. Una región de una enorme biodiversidad que será afectada tanto por la planta de GNL como por la terminal de exportación de Vaca Muerta Oil Sur.
Este proyecto es posible por la modificación de la Ley provincial 3308 que protegía al Golfo de este tipo de infraestructura. La ley fue impulsada por la comunidad y aprobada por unanimidad en 1999, cuando Repsol-YPF presentó un proyecto de exportación petrolera. En 2022, sin embargo, la legislatura rionegrina la modificó a las apuradas, contraviniendo el principio de no regresividad ambiental, de manera tal de dejarla sin sentido. La justicia, sin embargo, rechazó los planteos de las organizaciones que cuestionaron la irregularidad de esa modificación.
Desde YPF presentan el proyecto Argentina LNG como una propuesta integrada que comprende toda su cadena de valor: desde la producción de gas en Vaca Muerta, hasta su licuefacción y comercialización. El proyecto está pensado en etapas. La primera prevé la instalación de un barco de licuefacción. Calculan que ese barco entraría en operaciones en 2026 o 2027 y funcionaría como prueba piloto para la exportación. Ante el recientemente conocido acuerdo entre Pan American Energy y Golar LNG para instalar una embarcación en una zona todavía no determinada, YPF está evaluando si sumarse a dicho proyecto y de esta forma cumplir ese primer paso.
La segunda etapa, denominada “Floating LNG”, incluye la contratación y el amarre de dos barcos que alcanzarán una capacidad de producción total de alrededor de 5 millones de toneladas por año. Para 2029 se espera un barco que sería de uso exclusivo de YPF-Petronas, el segundo se estima operativo para 2030 y sería para otras compañías.
En 2031 se concretaría la tercera etapa con la construcción de plantas modulares en la costa que progresivamente alcanzarán una capacidad de licuefacción total de hasta 30 millones de toneladas por año. Cada una de estas etapas requiere un gasoducto dedicado. “Si son tres etapas va a tener tres caños y si son dos etapas va a tener dos caños”, afirmó Andrea Confini, la secretaria de Energía de Río Negro.
El proyecto Argentina GNL es parte del plan de YPF de exportar 30 mil millones de dólares por año. Son proyectos dedicados exclusivamente a la exportación que no buscan atender ninguna de las necesidades de la población de nuestros territorios. Para lograr exportar cantidades relevantes, tendrá que competir en un mercado difícil con desarrollos notablemente más avanzados, como el de Estados Unidos. Lo indudable es que los dólares obtenidos no beneficiarán a quienes habitamos estos territorios. El RIGI es la garantía de que las ganancias quedarán en manos de las petroleras, mientras en el país quedará la destrucción y degradación ambiental.
Fuente: https://opsur.org.ar/2024/08/13/el-proyecto-de-gnl-en-rio-negro-mas-alla-de-las-promesas-2/