“Volver a Chicago”: el trabajo en tiempos de una ofensiva global del capital

Reflexiones sobre el 1° de mayo y el trabajo. Entrevista a Julia Soul, antropóloga especializada en estudios del Trabajo, Investigadora en el CEIL CONICET e integrante del Taller de Estudios Laborales (TEL) sobre la situación de la clase trabajadora en el contexto de la conmemoración del 1° de mayo.

Ilustración: Michael Sloan.

Huella del Sur: -️En el marco del 1ro de mayo, nos interesa tu análisis sobre la situación laboral actual, en qué medida avanzó el capital sobre el mundo del trabajo, las resistencias frente a despidos y leyes regresivas. Podemos verlo quizás tanto en clave del gobierno de Milei y aliados, como en una situación de incertidumbre internacional, más global…

Julia Soul: -Lo primero que me surge es que este 1º de mayo encuentra a la clase obrera a escala global enfrentando un nuevo momento de ofensiva por parte del capital. Esta ofensiva adquiere carácter global y general, no solamente porque se despliega en todos los ámbitos de la vida social, sino que también tiene una extensión espacial importante.

Si jugamos con las comparaciones y miramos el mundo del trabajo hoy, creo que podemos reconocer que, en algunos aspectos, se reponen las características de aquel mundo del trabajo que da origen a la conmemoración del 1 de mayo.

Un ejemplo es la Jornada de 8 horas, ¿no? Hoy se recuerda la lucha de la clase obrera internacional por la jornada de 8 horas. Se conmemora la condena de los mártires de Chicago, obreros, trabajadores y militantes condenados a muerte por organizar a la clase trabajadora para ganar esa reducción de la jornada laboral. 8 horas de trabajo, decían, 8 horas de descanso y 8 horas de recreación, de estudio, de tiempo libre para desarrollarnos como seres humanos. El tiempo y la organización lograron que al menos una parte de la clase trabajadora pudiera reducir la jornada de trabajo y mejoraran sus condiciones de vida.

Pero ninguna conquista es definitiva. En Argentina, ante una nueva iniciativa de reducción de la Jornada de Trabajo discutida en el Congreso en el año 2023, tuvimos que escuchar que el actual secretario de trabajo, Julio Cordero –en ese entonces funcionario de la Unión de la Industria Argentina–dijera:Yo limito la jornada para que trabajen menos ¿para qué? ¿O sea, está mal trabajar, estamos en contra del trabajo? ¿Para qué, para ir afuera a hacer qué? Es decir, las relaciones laborales en el país están en manos de un tipo que piensa que los y las trabajadores no tenemos nada para hacer más que trabajar cada vez más tiempo

Julio Cordero, Secretario de Trabajo por el lobby de Techint.

Con esto quiero significar que un aspecto de la ofensiva del capital hoy consiste en imponer condiciones que implican que necesitemos trabajar cada vez más tiempo para conseguir ingresos que nos permitan reproducir nuestra existencia. Se acrecienta así la cantidad de riqueza que queda en manos de los empresarios. Una de las formas de generar esto es con salarios de pobreza, que motorizan el pluriempleo (o la búsqueda de complementar ingresos).

Otra de las formas, accesible sólo a trabajadores y trabajadoras formales, consiste en extender la jornada a través de horas extras. Según un informe de la Universidad de San Martín, una parte sustancial de la mejora en el ingreso de los y las trabajadores se explica por la prolongación de la jornada. Entonces, por un lado, tenemos esta dinámica digamos económica de la ofensiva: atacar los ingresos y el poder adquisitivo de los salarios –vía la no homologación de los acuerdos salariales en las paritarias– y forzar a las y los trabajadores a extender su jornada laboral para reforzar sus ingresos.

Por otro lado, tenemos un conjunto creciente de trabajadores y trabajadoras en condiciones que usualmente conocemos como de informalidad, que en concreto quiere decir que su inserción laboral no les garantiza (o les garantiza precariamente) derechos como licencias y vacaciones, aguinaldo, indemnizaciones, o el acceso a estructuras institucionales de atención de la salud, de protección y previsión social, entre otras. El hecho de que este tipo de trabajos sean los que más crecen (como “emprendedores” monotributistas o “cuenta propia”) es otro aspecto de la ofensiva que está sufriendo la clase trabajadora contra sus condiciones de reproducción.

El gobierno de Milei busca cristalizar en leyes todas estas situaciones, normalizando entonces una dinámica de deterioro de las condiciones de vida y de intensificación de la explotación.

Javier Milei en su discurso el sábado 1° de marzo de 2025 en el Congreso de la Nación. Foto: Rodrigo Abd, AP.

Un tercer aspecto de la ofensiva sobre las condiciones de reproducción de la clase trabajadora tiene que ver con los fuertes ajustes sobre el gasto público que repercuten en salarios (de docentes y estatales en general) pero también en el deterioro generalizado de la salud y la educación pública. A la vez, el ataque directo a los salarios de los y las trabajadores jubilados completa el cuadro de avance generalizado sobre las condiciones de trabajo y de vida del pueblo trabajador.

Frente a esto, dos cuestiones: por una parte, la importancia del proceso a escala internacional. Esta ofensiva no es un ataque aislado contra la clase trabajadora en Argentina, sino que es parte de un avance a escala global que se viene produciendo, de manera desigual, con avances, retrocesos… es decir, en esa dinámica del conflicto y del antagonismo desde la crisis de 2008 2009, con un nuevo pico en la pandemia COVID 19.

Para ser clara, entiendo que esta ofensiva es parte de un proceso de reestructuración del capital a escala global, que busca recomponer una dinámica de acumulación más o menos estable. Y no puede hacer esto si no es a partir de avances sobre las condiciones de trabajo y las condiciones de reproducción de la clase trabajadora, produciendo al mismo tiempo cambios y transformaciones profundas en su dinámica productiva.

En este sentido, y voy a la segunda cuestión, es necesario seguir de cerca la dinámica internacional de las resistencias. Por ahora, en Argentina hemos mostrado alguna disposición a la movilización partiendo del principio de defender y frenar cambios en ciertas condiciones y estructuras de reproducción social, la Universidad Pública, por ejemplo.

También se trató de responder a la profundización de los ataques represivos –especialmente en situaciones de protesta social- y autoritarios bajo el paraguas del antifascismo.

Este contenido democrático de las movilizaciones no parece un elemento menor, con más razón frente a las políticas autoritarias que imperan en otros países y que, como muestra la situación actual en Estados Unidos, más temprano que tarde operan desorganizando, persiguiendo y avanzando en contra de la clase trabajadora.

Los y las trabajadores debemos debatir profundamente qué tipo de organizaciones necesitamos frente a esta ofensiva, cómo defenderlas y qué programas de acción necesitamos construir.

HdS.: -️En particular, al poner el ojo sobre cómo afecta esta situación a las mujeres y disidencias, se suele hablar de la feminización de la pobreza, qué mirada tenés al respecto en este contexto, cómo nos ha afectado…

J.S.: Por supuesto, las mujeres y disidencias sufren en forma diferenciada esta ofensiva. Si volvemos a la consigna sobre la Jornada laboral en el siglo XIX, el combo de 8 horas de descanso y de 8 horas para recreación, estudio y tal, no contempla lo que hoy reconocemos como tareas de “cuidado” o “trabajo doméstico no remunerado”.

Todas las estadísticas indican no sólo que las mujeres son las que mayoritariamente se encargan de esas tareas, sino que lo hacen a expensas de sus tiempos de descanso y recreación.

La ofensiva actual acentúa esos problemas: son mujeres y disidencias quienes ocupan más puestos de trabajo precarios y con menores salarios (por ejemplo, como trabajadoras del hogar remuneradas) y, correlativamente, las tareas de cuidado organizadas en los ámbitos privado y estatal se encuentran entre las peores pagas y las que implican peores condiciones de trabajo.

En este sentido, parecen profundizarse tendencias de diferenciación de género que ya tenían larga data y que las políticas públicas no habían logrado morigerar sino muy parcialmente.

Pero también quería traer un elemento que aparece más evidente en el contexto internacional y que amerita una reflexión más general. Me refiero al racismo y a la estigmatización sobre trabajadores y trabajadoras migrantes que en la actualidad articulan diferenciaciones y desigualdades en las clases trabajadoras.

Creo que, en cada etapa histórica, la lógica de la acumulación y la gobernanza capitalista activan articulaciones de las diferencias que terminan resultando funcionales a dichas lógicas.

Hoy por hoy la producción global de alimentos, por ejemplo, carnes y vegetales frescos, está sostenida por contingentes de trabajadores y trabajadoras que migran a los espacios/territorios de producción global, siempre en una situación precaria desde el punto de vista de su estatus migratorio.

De esta manera, las mujeres y disidencias, y los y las migrantes que son parte de la clase trabajadora, quedan así expuestos y vulnerables al tipo de políticas racistas y supremacistas que articulan gobiernos como el de Trump con sus deportaciones y detenciones, que, por otro lado, apuntan directamente a las organizaciones sindicales.

HdS: – ¿Querés agregar algo más?

J:S.: -Empecé diciendo que, en muchos aspectos, el mundo del trabajo de hoy recuerda a aquel que vivieron los mártires de Chicago por la miseria a la que nos enfrentamos, por la prepotencia de empresarios, gobernantes y jueces, por las dificultades diarias para ganarse la vida.

Quiero terminar diciendo que aquel mundo también fue el caldo del cultivo de las luchas y las organizaciones que pusieron la reivindicación obrera por las condiciones de vida y de trabajo dignas como un paso, como un momento en la construcción de una sociedad más justa, más igualitaria y libre de explotación. Y que nada dice que la clase trabajadora no sea quien pueda reconstruir ese horizonte de emancipación y de una vida mejor para todos y todas.

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