Días atrás, el periodista de policiales Ricardo Canaletti propició y sostuvo al aire un diálogo transfóbico junto a la panelista de espectáculos Cecilia Absatz en el programa “Cámara del crimen”. La excusa fue el comentario de la nueva serie de Netflix, “La casa de las flores”.
La telenovela mexicana, que gira en torno al tráfico de la marihuana, pone en escena, entre otras cosas, relaciones homosexuales, tríos y poliamor. Pero también a las identidades trans con una historia de una mujer trans que vuelve a ver a su exmujer luego de varios años y surge una nueva historia de sexoafectividad.
Canaletti y Absatz cuestionaron la serie por el “mal gusto” de los colores (la mayoría de las escenas sucede en una florería) y que “actúen transexuales” (las otras escenas pasan en un cabaret) en “una casa de travestis”.
“Es muy duro de ver”, dijo la panelista y Canaletti agregó: “El guionista la escribió después de comer”.
Evidentemente la actitud rancia de Absatz no se aggiorna con estos tiempos y, en particular, con las leyes de Argentina.
“Esta es una de las incongruencias de las series: la trasexualidad”. Y agregó: “Es delirio la serie”.
Como respuesta y en relación al comentario sobre lo “duro de ver” travestis, Canaletti redobló la burla: “digamos que está muy bien actuada”.
“Para nosotros que amamos las telenovelas, qué le vamos a hacer”, dijo Absatz.
No serán los clásicos cachetazos de amor, no serán las travestis enclaustradas en la prostitución, no serán los crímenes pasionales a los que se referían a los femicidios 10 años atrás. No será el hijo delicado devenido a las sombras en homosexual, no será Marimar, ni María la del Barrio, no será Rolando Rivas, no será La extraña dama, no será Rosa de Lejos.
Sólo es la actualidad social, Canaletti y Absatz, solo es lo que sucede en la sociedad que avanza, que refleja en cierta medida algunas relaciones que suceden hoy, quizás para usted, en su mundo, estas situaciones caracterizan lo bizarro. Pero para el mundo de todes es real, sucede.
Lo que también sucede en Argentina es una ley de identidad de género, donde se establece el “trato digno” a las personas travestis y trans (la burla ahí no entraría) y un ente como la Defensoría del Público, que recibe denuncias específicas sobre dichos discriminatorios y violentos en los ámbitos audiovisuales y toma medidas al respecto.
Pero a pesar de las leyes, las travestis y trans seguimos siendo denigradas en televisión. Habría que preguntarse, de verdad, quiénes y cómo se habilita a esta impunidad. Y cómo vamos a seguir luchando contra esto.