Desde el productivo Espejo de Mundos (Regional FOL Mendoza), compartimos nuestra perspectiva sobre la importancia de los juegos y el jugar como formas de imaginar otros mundos posibles. A continuación, compartimos fragmentos de un artículo que es parte de la compilación “Antorchas. Experiencias que encienden el juego en comunidad”, de la editorial Espíritu Guerrero.
Partimos desde una voz colectiva que permite contar una experiencia -que en realidad son muchas-, en nuestro caso la creación de Juegos de Mesa (JM). Durante los 16 años que hacen a la historia de esta grupalidad, distintas trayectorias, saberes y sentipensares han atravesado nuestro andar.
Una de las certezas que hemos logrado construir es que “todo juego es político”: ¿Qué significa esto para nosotres? Sencillamente que jugar es una praxis, un lugar para disputar sentidos, problematizar la realidad que habitamos. Entendemos que esto sucede per se, seamos o no conscientes de ello, es entonces que invitamos a reflexionar: ¿cuánto de lúdico hay en la dominación y en la insurrección? ¿puede ser una forma de construir relaciones distintas o es un mero momento para la entretención?
Desde nuestro colectivo, confiamos en que jugar, permite descubrir y descubrirnos, dar cuenta de las matrices de aprendizaje viciadas por los valores del sistema social imperante, y así disponer de construcción de nuevas relaciones, de nuevos saberes, de nuevas subjetividades. No buscamos romantizar la práctica lúdica, ni darle un lugar exclusivo en las formas de lucha, sino asumir que es un espacio más – al igual que una marcha, una asamblea o una olla popular -, que posee, sin embargo, una serie de características que le otorgan cierta particularidad.
El juego es libertad, se juega porque se encuentra gusto y placer en ello; y posee un tiempo y espacio propio que escapa a la realidad ordinaria, no se aísla de la realidad material, sino que se superpone con ella: por ejemplo, una silla puede convertirse en una nave espacial o un castillo, de la misma manera que una goma ardiendo en la ruta se transforma en algo más que un objeto enardecido, se vuelve un símbolo, da entidad y forma a sujetxs de protesta.
Queremos rescatar aquí los aportes de la filósofa argentina Graciela Scheines en lo que respecta a la conceptualización del juego. La autora bahiense, sostiene que jugar no es una actividad como cualquier otra, “es tan mágica, es abrir la puerta prohibida, pasar al otro lado. Jugando se adquiere otra conciencia de sí mismo. La identidad se quiebra, aparece en fragmentos reiterados de uno mismo. La subjetividad se expande y se multiplica” (Scheines, G. 2017).
Desde El Espejo proponemos juegos que expresen otras formas de habitar el mundo, de modo más solidario, consciente de las injusticias que existen, que habilite la pregunta sobre cómo y porqué es necesario cambiarlas. Esta no es una tarea sencilla y cómoda, sin embargo, en esta apuesta nos encontramos, y lo hacemos desde abajo, reflexionando y compartiendo con otres, caminando juntes. Nos organizamos horizontalmente como trabajadorxs, proponiendo el trabajo digno y la autogestión, fue así que junto a lxs compañerxs del Almacén Andante, conformamos la Cooperativa de Trabajo La Chipica y después impulsamos la regional del FOL en la provincia.
Uno de los debates clásicos en lo que hace a la recreación en general y a los juegos de mesa en particular, es el de medio-fin; por un lado, aquellas personas o colectivos que defienden el juego como herramienta, y por otro, les que defienden el jugar por jugar, el juego como fin en sí mismo. El juego como herramienta refiere a “usar” el juego para otros fines más allá de la práctica lúdica: se juega para aprender, se juega “para”, es decir, el objetivo no es jugar, sino está en otro lado, aprender matemáticas, ciencias sociales, etc.
También en espacios educativos que no forman parte del sistema formal, existen visiones muy avanzadas sobre el jugar para: jugamos para problematizar la realidad, para deconstruir nuestras prácticas, para conocer distintas problemáticas. El camino andado nos lleva a reflexionar sobre estas cosas: ¿se puede jugar con objetivos por fuera del juego mismo? ¿se puede hacer juego que no sea para jugar? La respuesta que hemos construido, es que sí, por supuesto es posible.
Por otro lado, nos encontramos con el juego como fin en sí mismo, es decir, el juego sin mediaciones, improductivo, desprejuiciado como puede ser el juego en el recreo de la escuela, en una juntada con amigues o en una plaza bajo el sol de primavera. De nuevo las preguntas, ¿es este un jugar puro? ¿es posible jugar en sí mismo, desprejuiciado? ¿no hay cosas que se nos escapan al mismo tiempo? Quizá tengamos más interrogantes que respuestas. Partiendo de nuestra práctica, creemos que no hay verdades absolutas.
Colectivamente hemos pendulado de un lado a otro y creemos que lo importante es hacer consciente esta contradicción y entonces ubicarse en el lugar que se quiera. Puede suceder que el juego que propusimos con un objetivo determinado no sirva para eso y nos lleve hacia otros lugares; o el jugar por jugar permita reflexiones que excedan la práctica misma, aunque no haya sido el fin último. Todos estos debates son necesarios, desde El Espejo como creadoras de juegos de mesa, intentamos ser responsables y consecuentes, pues en nuestro caso, se materializará en un objeto concreto y reproducible por cientos: en los 16 años que cumplimos como productivo, hemos impreso y distribuido más de 30.000 juegos.
Para cerrar, queremos remarcar que para nosotrxs, la potencia del juego se encuentra en su poder de creación e inventiva, permite comprometerse con nuevas reglas y desafiar las instituidas, es siempre acción para la transformación. Nuestros juegos buscan habilitar la pregunta y la curiosidad, lo decimos con total humildad y tranquilidad, después de varios años de andar por aquí: todo juego es político y toda lucha es lúdica. Los juegos nos permiten interiorizarnos en nuestros vínculos personales y sociales, además, sólo en él se está en libertad de ser creadores. Para nosotrxs, jugar permite imaginar nuevas formas de habitar el espacio que nos rodea, haciendo posible el soñar y creer en que aún es posible construir un mundo donde quepan muchos mundos.
Fuente: https://folweb.com.ar/nota/2416/entre_dados_ollas_y_piquetes/