La otra cara de la pandemia: represión y muerte en la cárcel
En la silenciosa siesta de cuarentena ese martes 21 de abril 2020 en la cárcel (Unidad N°1) de Corrientes se escucharon ráfagas largas de disparos y gritos de auxilio. Unos minutos de la tranquilidad forzada, la avenida 3 de abril vallada por la policía y las sirenas de veloces camionetas de las fuerzas especiales. Afuera familiares de los hombres privados de su libertad, queriendo saber qué pasaba. A uno de los ellos, llamado José María Candia, de 22 años, lo sacaron muerto tendido sobre una plancha de acero y tapado con un escudo rojo. No lo mató el coronavirus sino un penitenciario de tres balazos de plomo.
Estaba en recreo el pabellón 10, haciendo un picadito de fútbol. La pelota esquiva se sale del patio y -bajo la mirada de celadores que rondaban por ahí- un preso...