Los despidos tienen rostros. Detrás de cada notificación que deja sin empleo a una trabajadora o un trabajador, existen rostros de mujeres, hombres, niñes, en fin, rostros sufrientes de familias cuyas economías domésticas, cuya subsistencia, se ven de pronto a la deriva.
Pero además están los rostros de quienes despiden. Son patrones, funcionarios de menor o mayor rango, quienes deciden a qué trabajadores dejar en la calle. Arman listas, negocian, proponen, aceptan. Tienen en sus manos el destino de otros y otras.
Hace pocos días, se llevó a cabo una reunión en la sede de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), en Posadas, un grupo de trabajadores, delegadas y dirigentes del gremio, con el Coordinador Provincial de la e la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF), Coordinación y Desarrollo Territorial dependiente del Ministerio de Agroindustria de la Nación, Jerónimo Lagier. El tema excluyente del cónclave fue la situación de las trabajadoras y trabajadores de la Secretaría de Agricultura Familiar, que en Misiones ya sufrieron 17 despidos enmarcados en un fenomenal y obsceno desguace del organismo que afecta no sólo a los técnicos y técnicas sino que impacta de lleno en los sectores más vulnerables de la ruralidad, es decir, los pequeños productores, los trabajadores rurales y las Comunidades Indígenas.
Cuenta Gabriela González, delegada de ATE en la SAF: “El señor Lagier nos confirmó que en Misiones también habrá más despidos y que él mismo tiene a su cargo confeccionar las listas con los nombres de las compañeros y compañeros que van a despedir. Nos dijo claramente que al igual que con los 17 trabajadores que ya despidieron, no existen motivos que tengan que ver con el desempeño, sino que es por una cuestión de presupuesto y ajuste. Le pedimos que tenga la dignidad de no enviar esa lista a Nación, pero dijo que lo hará igual”.
Los despidos tienen rostro y el de Lagier es uno de ellos, que sin duda debe multiplicarse por decenas de rostros de despedidores y armadores de listas negras a lo largo y ancho de esta Argentina sangrante. Pero resulta interesante, en el caso de Lagier, observar el recorrido hecho desde la incursión en la arena política a este presente lamentable. ¿Cómo y con qué discurso llega un político a ocupar el lugar que ocupa?
De la mano del empresario Claudio Wipplinger, el también empresario Lagier formó parte de la primera camada de militantes del PRO en la provincia de Misiones, que impulsaban a Mauricio Macri a nivel nacional y a Ramón Puerta como un líder provincial. Ya en 2009, este núcleo afirmaba: “nosotros ponemos el acento en la calidad de equipo humano con un fuerte carácter en el sector productivo, para planificar políticas, para dar mayores recursos a la educación, a la seguridad, a la creación de fuentes de trabajo.En la tierra colorada el sector productivo necesita tener reglas claras para planificar la creación de más puestos de trabajo”.
En 2011, ya como parte del partido Trabajo y Progreso, Lagier fue candidato a vicegobernador, en una fórmula que proponía a Wipplinger como candidato a gobernador. En declaraciones a los medios de prensa de la capital misionera, Wipplinger destacó entonces la figura de su compañero de fórmula al manifestar que “Lagier representa a la lucha agraria y a la defensa por un agro fuerte, con valores que le permitan a cada familia agraria: desarrollarse, progresar y mandar a sus hijos a que estudien y se capaciten”.
Los ejes de campaña eran entonces “la base es la cultura del trabajo. Necesitamos recuperar esa cultura, porque sino se mata la dignidad de cada familia y se mata la posibilidad de darle libertad a las personas”.
No ganaron.
Tras un paso por el directorio del Instituto Nacional de la Yerba Mate, Lagier asumió -en abril de 2018- como Coordinador Provincial de la Secretaría de Agricultura Familiar, donde el discurso en defensa del empleo y en favor del desarrollo del sector agrario se convertiría, en los hechos, en todo lo contrario.
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