Un rompehuelgas que durante la investigación de la desaparición de Santiago difundió “carne podrida” que en general benefició a las fuerzas de seguridad.
La #TélamTrucha, el blog operado desde Tecnópolis por directivos que abandonaron la agencia de bandera tras despedir a 357 trabajadores, dio nueva evidencia de su calidad profesional y ética al reclutar como rompehuelga en Río Negro a Claudio Andrade, corresponsal de Clarín que adquirió fama de la mala al escribir sobre el caso Maldonado por fuera de las reglas del periodismo, con la mirada de la Gendarmería y de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Sin verificar hechos ni fuentes, Andrade se apuntó a cuanta versión infundada (“carne podrida”, en la jerga del oficio) circuló desde que Santiago fue visto por última vez con vida el 1 de agosto de 2017, cuando lo perseguían gendarmes durante la represión a la Pu Lof (comunidad mapuche) en Resistencia de Cushamen, en el noroeste de Chubut.
En las semanas siguientes a la desaparición, escribió que Santiago podría haber cruzado a Chile o pasado a la clandestinidad, entre muchas otras “fake news”.
Periodistas que se lo cruzaron en ese tiempo consultados por #SomosTélam le atribuyen haber dicho con inexplicable orgullo: “Yo chequeo la información con la publicación”, y lo describen como un “fabulador” siempre más interesado en la espectacularidad que en la veracidad.
En el último tiempo, al presentarse como “corresponsal de Télam” ante organismos en Bariloche y periodistas, Claudio Andrade explicó, en algún caso, que le indican qué escribir para el blog de Tecnópolis los directivos Ricardo Carpena y Luis Sartori, pero que la decisión de sumarlo fue del secretario (ex ministro) Hernán Lombardi y el presidente de Télam S.E., Rodolfo Pousá.
Sin embargo, en cuanto a este último punto no hay certeza, ya que la versión de Andrade no pudo ser confirmada con otras fuentes y, quienes lo conocen desde hace años, insistieron con vehemencia en recomendar a #SomosTélam “no dar nunca por cierto lo que cuenta Andrade, sin verificarlo antes”.
En todo caso, aceptó la invitación de directivos de Télam, también formulada a otras personas, de prestarse para sustituir a despedidos y huelguistas en un conflicto que lleva más de tres meses por la negativa patronal a dialogar.
Y escribió para #TélamTrucha, por caso, un cable con declaraciones de Patricia Bullrich en Bariloche, fechado el 2 de octubre y otro seis días después sobre centros de esquí, ambos reproducidos además por él en su cuenta de Twitter.
“Colaboro con temas provinciales”, dijo Andrade a colegas que le preguntaron por su acuerdo para escribir en el blog de Tecnópolis, sin explicar detalles como el uso de idénticos textuales de los que emplea para sus artículos en Clarín.
Pero el hecho de que los directivos de Télam lo hayan reclutado para llenar su blog interesa sobre todo porque Claudio Andrade, en el caso Maldonado, siempre dejó ver una obsesión por adecuarse al interés de los gendarmes y sobre todo de Pablo Noceti, jefe de gabinete de Bullrich.
Es que Noceti estuvo en el escenario de la represión en Cushamen el 1 de agosto de 2017 y es para las querellas el autor intelectual de la incursión ilegal de los gendarmes en tierras de la Pu Lof, con su doctrina de perseguir a los mapuches aun sin orden judicial y más allá de ella.
El corresponsal de Clarín y ahora, según él, también de Télam se alinea además con la campaña de Bullrich y Noceti para hacer de la fantasmática RAM el nuevo y ubicuo “enemigo interno”.
Por ejemplo, el 7 de marzo de este año Andrade afirmó en Clarín que la RAM había incendiado un acoplado en una estación de servicio cerca de Esquel, dejando en el lugar “panfletos por la liberación del lonko (de la Pu Lof de Cushamen) Facundo Jones Huala”.
“Panfletos encontrados hace unos días en esta ciudad revelaban las intenciones de los militantes de la RAM de atentar contra la represa de Futaleufú”, concluía desmedido Andrade, tras otros párrafos igualmente inverosímiles, que merecieron horas después una inesperada refutación.
Nada menos que el diario La Nación -insospechable de simpatía por causas indígenas- tituló al día siguiente: “Un incendio para incriminar a la RAM” y contó que el fuego en un neumático del acoplado “fue rápidamente sofocado por los bomberos locales”.
“Los investigadores concluyeron que el intento de sabotaje estuvo falsamente vinculado a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), ya que el nombre de Huala estaba mal escrito y la tipología de los dibujos era incorrecta”, añadió el matutino.
Otras vez sobre el caso Maldonado, en septiembre de 2017 Andrade escribió en su cuenta de Twitter que el cuerpo de Santiago se hallaba en el río Chubut, a “unos 409 metros de cushamen, pul of abajo de los sauces en el agua”.
El caso es que el hallazgo del cuerpo de Santiago se produjo recién un mes después, relativamente cerca del tramo de río señalado por Claudio Andrade, quien, sin embargo, nunca fue convocado por el juez de la causa para aportar alguna explicación sobre sus aparentes aptitudes predictivas.
Tras el hallazgo del cuerpo, escribió en Clarín que “dos partes ferozmente enfrentadas” dentro de la RAM o una “interna mapuche” derivaron en la “entrega” del cadáver al juez de la causa Gustavo Lleral.
Desde entonces, sus notas giraron en torno al insostenible argumento de que si Maldonado “se ahogó”, aunque fuese en el contexto de la represión, debía entenderse que el hecho fue “accidental” y que nada tuvieron que ver con su muerte los gendarmes que lo perseguían.
También mereció la “indignada” desmentida, repudio y refutación por parte de científicos y de tres sindicatos del Centro Atómico Bariloche a raíz de una nota publicada el 9 de julio último respecto de pericias realizadas para la causa judicial, entre tantas supuestas noticias de su autoría y con toda la apariencia de una labor de desinformación y contrainformación.
En cuanto al origen de las versiones que transcribe, en la mayor parte de los casos sin fuentes o con fuentes difusas, periodistas que cubrieron para diversos medios el caso Maldonado en Bariloche y Esquel relataron a #SomosTélam repetidos hechos cuando menos sugestivos.
Así, cuando el recordado allanamiento a la Pu Lof del 18 de septiembre de 2017, Andrade fue de los muy pocos que pudo sortear el retén policial sobre la ruta e ingresar al territorio, distante a unos ocho o nueve kilómetros.
Recordaron también su “fluido diálogo” con Gonzalo Cané, secretario de Cooperación con jueces y fiscales del Ministerio de Seguridad, funcionario muy cercano a Bullrich y en general inaccesible para otros periodistas.
O la entrevista por completo complaciente -sin preguntas ni repreguntas de interés desde el punto de vista de la causa judicial- que Andrade hizo al gendarme Emmanuel Echazú, único imputado en la causa Maldonado y ascendido a alférez por la ministra Bullrich.
Echazú era del Escuadrón 36 de Gendarmería de El Bolsón, implicado en la represión a la Pu Lof, pero la entrevista se realizó en el Escuadrón 34 de Bariloche, que abrió sus puertas a Andrade para que hiciera el trabajo.
Colegas que lo conocieron a comienzos de los ’90, cuando era un joven que trabajaba en la sección de Cultura de Página/12, descreen que en esa época cultivara ya tales relaciones con el aparato de represión estatal, menos aún en Puerto Natales, la ciudad del sur chileno de la que es oriundo.
Tampoco constataron la existencia de esos vínculos quienes compartieron con Andrade el mismo ámbito de trabajo en el diario Río Negro, hasta 2014.
Pero, ya en Clarín, la afinidad de facto de Andrade con las fuerzas federales y la ministra de Seguridad volvió a manifestarse desde que en noviembre de 2017 el joven Rafael Nahuel fuera asesinado de un balazo por la espalda, durante una represión de Prefectura a una comunidad mapuche en Villa Mascardi, en el Parque Nacional Nahuel Huapí.
“Bullrich ratificó que la muerte de Nahuel se produjo durante un ‘tiroteo contra’ prefectos”, tituló #TélamTrucha, el pasado 2 de octubre, un cable de Andrade con declaraciones de la ministra de Seguridad, en el que el autor no consignó información alguna de contexto, tomada del expediente o de otras fuentes, que relativizara esa versión sin sustento fáctico.
Por ejemplo, el hecho de que en el lugar sólo se hallaron vainas servidas que correspondían a armas utilizadas en esa represión por la tropa de Prefectura y que el cabo Javier Pinto, de esa fuerza, fue indagado, aunque siga libre, por haber disparado una bala de plomo.
Tampoco contó que los compañeros que bajaron a Nahuel herido de muerte para que tuviera atención médica fueron detenidos con prisión preventiva, ya que, según puede verse, nunca pregunta ni consigna nada que pueda molestar o contradecir el relato gubernamental.