Bolivia rememora hoy el primer aniversario del golpe de Estado contra el presidente Evo Morales (2006-2019) con un nuevo ejecutivo que promete retomar el proceso de cambio y el crecimiento económico tras la crisis generada por el gobierno de facto.
Con información de Prensa Latina, TeleSur y fuentes propias. Los grupos armados fascistas dirigidos por el Comité Cívico de Santa Cruz -entre otros sectores empresarios y políticos-, los motines de sectores policiales, las presiones del Ejército y las denuncias de supuesto fraude electoral -sin pruebas-, obligaron al líder indígena a renunciar a su cargo el 10 de noviembre de 2019 y abandonar el país en resguardo de su vida.
La interrupción al orden democrático, impulsada por sectores derechistas apoyados por Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos, dio paso a un gobierno de facto encabezado por Jeanine Áñez, quien dio luz verde a la persecución política contra el Movimiento Al Socialismo (MAS).
Entidades como la Defensoría del Pueblo o la representación de Naciones Unidas en Bolivia denunciaron las violaciones a los derechos humanos mediante las fuerzas estatales de seguridad y el Poder Judicial, la persecución política y racista y los desmanejos y la corrupción en torno a la crisis sanitaria de la pandemia de Covid-19.
En las masacres de Sacaba (departamento Cochabamba) y Senkata (La Paz) ordenadas por el gobierno de Añez tras el golpe de Estado murieron 37 personas, 27 de ellas por impactos de balas, según el informe de la comisión parlamentaria que investigó los hechos.
En el plano exterior, una de las primeras medidas fue atacar las relaciones con países como Cuba y Venezuela, expulsando a los diplomáticos de la nación suramericana y persiguiendo a los médicos caribeños, tal y como denunciaron las autoridades de ambos países.
Sin embargo, reanudó los nexos con Estados Unidos al recibir de nuevo a un embajador de esa nación. En 2008 el gobierno de Evo había expulsado al representante de Washington, Philip Golberg, por conspirar y entrometerse en los asuntos internos de Bolivia.
El 24 de noviembre de 2019 el gobierno de facto convocó a elecciones para restaurar el orden democrático, pero fueron aplazadas varias veces bajo la excusa de la situación sanitaria.
El malestar social ante la persecución política, la falta de legitimidad de Añez, el derrumbe económico, los crecientes casos de corrupción y nepotismo del gobierno de facto y el desinterés manifiesto por la salud de la población en el marco de la pandemia de COVID-19 desembocaron en crecientes protestas populares que dejaron a Añez sin chances de continuar postergando la convocatoria eleccionaria.
Finalmente, el 18 de octubre de 2020 y 11 meses después del golpe de Estado, cerca de siete millones de bolivianos eligieron a las nuevas autoridades del país para el período 2020-2025.
Las presiones de algunos sectores cívicos del departamento de Santa Cruz intentaron deslegitimar los resultados de los comicios ganados en primera vuelta (55,18 por ciento) por los representantes del MAS, Luis Arce y David Choquehuanca.
Pero ni las manifestaciones, atentados fallidos o la gastada denuncia de fraude electoral, nuevamente sin evidencias, frenaron esta vez el comienzo de la nueva etapa política en Bolivia que incluyó el retorno de Evo Morales a su país.
Cruzando ayer desde Jujuy, en la República Argentina, donde lo despidió el presidente Alberto Fernández, Evo junto a quien fuera su vicepresidente durante toda su gestión, Alvaro García Linera, iniciaron una caravana con la que están recorriendo el país reencontrándose con su pueblo.
Impresionante recibimiento de Evo Morales, junto a García Linera, en Atocha, zona minera. La caravana avanza por el país. pic.twitter.com/Pi9Z1BQ1Ce
— Marco Teruggi (@Marco_Teruggi) November 10, 2020
Desde Villazón a Atocha y Uyuni, y hoy, visitando su casa natal en Orinoca, Oruro.