El Lof Lafken Winkul Mapu está levantando una interpelación histórica. Desde unas pocas hectáreas se planta una discusión al Estado argentino que es vertebral y que podría discutirse de muchas maneras si existieran las mínimas garantías.
Tres instituciones emblemáticas, sagradas e ininterpelables del Estado argentino: Iglesia Católica, Parques Nacionales y Propiedad Privada. Tres excusas que utilizó el Estado para el proceso de expansión sobre territorio mapuche. ¿Qué deja en evidencia el Lof Lafken Winkul Mapu con esta recuperación territorial? Que la Iglesia fue un instrumento de colonización ideológica, que Parques Nacionales no es esa institución romantizada que garantiza la conservación de la naturaleza, y que la propiedad privada –particularmente dentro de instituciones como Parques—evidencia el manejo turbio, el privilegio de pocos y los negociados corruptos. Por eso el lof Lafken Winkul Mapu tocó las fibras íntimas de una democracia estatal cada vez más elitista. La democracia recuperada hace casi cuatro décadas está chata, desgastada, con muchos engranajes oxidados. Hoy es una democracia intolerante, sin la permeabilidad de recibir y contener otras formas de pensar y hacer política, y preocupada por negar que un Pueblo se está pensando y proyectando.
Las dos varas
El Estado argentino levantó una vara, la de la represión, criminalización y asesinato. El gobierno de Macri no disimuló su intención de echar mano a cualquier artilugio para perseguir a nuestro Pueblo, al grado de asesinar. No hay evidencias de que el siguiente gobierno tenga intención real de bajar esa vara. Ayer, una simple diligencia judicial se transformó en un despliegue de fuerzas de seguridad federales que vaciaron cientos de cartuchos de balas de goma –y al menos cincuenta de plomo, tal como contamos al juntarlos del suelo– sobre ancianos, ancianas, niños, niñas, adultas y adultos. Ayer estrenaron con nuestro Pueblo flamantes vehículos blindados y especializados en la represión.
Por eso decimos que, sin importar las administraciones de turno y sus respectivos énfasis, la lógica del Estado es una.
El Pueblo Mapuche Tehuelche tiene una multiplicidad de expresiones políticas, porque somos un Pueblo. Pero siempre que se cosecha, es porque alguien sembró. Esa tarea de siembra implica no solo tirar la semilla, se debe arar, cuidar y humectar la tierra, nos exige ser pacientes mientras esperamos sus frutos. Generalmente suele pasar que el que cosecha esos frutos no es el que dedicó sus esfuerzos en la siembra. Eso pasa en el Pueblo Mapuche Tehuelche y no es algo que vaya a cuestionar. Pero sí quisiera transmitir lo que aprendí de muchas abuelas y abuelos: al que lucha se lo apoya, se lo acompaña, porque está sembrando. Tenemos la oportunidad de plantear una discusión política profunda como Pueblo y como sociedad diversa porque algunos luchadores levantaron la vara en las demandas de libertad. El Lof Lafken Winkul Mapu está levantando y sosteniendo esa vara.
¿Se cortó el diálogo?
Dialogar implica que haya una voluntad recíproca, que estén las condiciones dadas en todos sus aspectos, y que la equidad sea un principio. ¿Qué pasó entre el gobierno nacional y esas comunidades que levantan la vara en la lucha?
Sabemos que desde el Estado se especulan las agendas de acuerdo con sus intereses partidarios y económicos. He escuchado muchas veces decir a los políticos “los mapuche son piantavotos”. ¿Será que esta afirmación clausura de antemano cualquier diálogo sincero? Sabemos que el Estado ha creado mecanismos (“mesas de diálogo”) para abordar lo que llaman “la conflictividad mapuche”. Jamás voy a dar una opinión que ofenda la decisión de una comunidad o lof de dirimir su situación en una instancia como esta. Sin embargo, el gobierno –y algunos actores de esos espacios—ofendieron a las comunidades y lof que optaron por convocatorias al diálogo basadas en la autonomía y la ancestralidad mapuche tehuelche.
Lo último que sucedió fue la convocatoria pública a los ministros de Seguridad, Justicia e Interior, en búsqueda de un diálogo y posible acuerdo en el marco de un Parlamento Autónomo, organizado en el lof Winkul. A último momento avisaron que no venían. Cuando finalizaba el Parlamento –al que asistieron diferentes lofche y comunidades de Puelmapu—el Estado, como un mensaje mafioso, tiroteó con fuerzas de la policía de Río Negro la entrada al Lof.
Ahora me pregunto, ¿quién cortó el diálogo? ¿Un Pueblo que pese a las adversidades siempre supo mantenerse diplomático y alternar resistencia con la práctica de parlamentar, o un Estado que mantiene la vara de la represión y genocidio?
Puelmapu, 17 de diciembre de 2020
Fuente: https://www.facebook.com/mauro.millan.3/posts/10223272438457347