El Pueblo Mapuche de Neuquén soporta día a día la contaminación de la industria petrolífera. Conviven con el olor a gas permanente y con basureros químicos en tierras que antaño se utilizaban para la cría de animales. “El progreso nos ha traído el exterminio”, afirman.
Desde Rincón de los Sauces, Neuquén
Foto: Pablo Piovano
23/08/2021
La comunidad mapuche Newen Kura, ubicada a un lado y otro de la ruta provincial 6, queda a 17 kilómetros de Rincón de los Sauces (noroeste de Neuquén), una ciudad de tradición petrolera que está mutando de la extracción convencional de hidrocarburos al fracking. “Dentro de ese territorio operan más de 40 empresas: el número de pozos de petróleo y gas a esta altura es incalculable”, explica Eduardo Molina, mientras señala un mapa repleto de puntitos negros. Cada puntito es un pozo.
El lonko, máximo referente de la comunidad, se llama Faustino Molina y tiene 97 años. No pudo participar de la recorrida por haberse contagiado de coronavirus. Eduardo ocupa su lugar mientras tanto. El lonko Faustino, que pocos días después se recuperó, es cuarta generación de una familia que vive en estas tierras hace 200 años. Cuando era pequeño, en las 20.000 hectáreas ahora pobladas de camiones, torres de perforación y polvo, había más de mil animales. La comunidad se dedicaba a la cría de ovejas, chivas, vacas, caballos, gallinas; tenían plantaciones de alfalfa, choclo, tomate, zapallo, melón, sandía y otras verduras. Hoy esa forma de vida pende de un hilo.
Uno de los problemas más graves es con el agua. No solo la falta sino también la contaminación. Hay derrames permanentes de petróleo. “Hace años que YPF, Chevron, PlusPetrol y otras empresas lanzan gases tóxicos al aire y desechan residuos químicos que terminan en el Río Colorado. Los animales toman de esa agua contaminada y se mueren. En la comunidad son cada vez más frecuentes las enfermedades de la piel, de la vista y los tumores cancerígenos. Estudios demuestran que el agua de esta zona no es apta para consumo”, denuncia Molina.
Foto: Pablo Piovano
Piletas de petróleo y basureros al aire libre
El avance de la industria hidrocarburífera, que en esta zona se desarrolla hace más de 50 años, fue ocupando y contaminando las tierras y el agua que se utilizaba para la cría de animales y la agricultura. Newen Kura se transformó en una comunidad mixta, con familias que viven divididas entre el campo y la ciudad, donde con los años se asientan definitivamente.
Adrián Ortiz también integra la comunidad. Espera en la estación de servicio Puma, en el ingreso a Rincón de los Sauces. Del espejito retrovisor de su Chevrolet negro destartalado cuelga el pañuelo celeste de las dos vidas. En el trayecto hasta el territorio que lo vio nacer exhibe una carpeta con denuncias presentadas ante el Poder Judicial. Ninguna prospera.
“En nuestro territorio hay piletas de petróleo a cielo abierto, eso es completamente ilegal. También grandes basureros sin autorización. Las empresas no tienen basureros habilitados en la zona pero dejan todo tirado por la comunidad. Lo hemos denunciado pero no pasa nada”, dice Ortíz.
Unas horas después recorremos algunos de esos basureros. Montañas de caños oxidados, empetrolados, herramientas rotas, flexibles, cascos, guantes, aceite por todos lados, pedazos de máquinas o de motores, animales muertos.
Foto: Pablo Piovano
—Te quejás con las empresas que están acá y te dicen ‘andá a quejarte a YPF’. Pero en YPF nunca te atienden.
En la recorrida también visitamos una pileta al aire libre. Esta vez no es de petróleo. Un cartel oxidado indica: “Presencia de gas sulfhídrico. Riesgo de accidente fatal”.
“Está completamente prohibido en el mundo, es muy peligroso porque no tiene olor pero una vez que ingresa en el organismo hace un desastre. Esta es una de las tantas piletas que hay en el territorio”, dice Molina, y recuerda que hace unos años una periodista estadounidense se acercó a una de esas piletas a tomar imágenes y en pocos segundos perdió el conocimiento. Fue trasladada de urgencia a un hospital donde permaneció unos días internada.
Sobre las piletas se colocaron alambres de los que cuelgan latitas de gaseosas. Por el reflejo del sol parecen luces plateadas. “Esa es la protección que puso la empresa, porque las aves descendían y quedaban muertas en el acto. Esto lleva años armado acá, no se han hecho inspecciones. Posiblemente estén rotas las capas abajo y este producto debe estar pasando a las napas”.
Gases tóxicos y enfermedades
Después de unos minutos de visita en la comunidad, el olor a gas provoca dolor de cabeza. Quienes viven y trabajan en el lugar ya se acostumbraron, aunque los efectos de los gases contaminantes afecten día a día su salud.
El equipo de especialistas de la ONG Earthworks llegó al territorio en marzo de 2018. Tomaron imágenes con un termógrafo certificado que permite a través de un sistema infrarrojo detectar la emisión de gases no visibles. Dejaron un video de las emisiones de una de las plantas de YPF dentro de la comunidad.
“La cámara especial utilizada por Earthwork puede además registrar emanaciones de benceno, tolueno, etilbenceno y xileno entre otros compuestos orgánicos volátiles (VOC, por sus siglas en inglés), que son disruptores endocrinos, es decir, que tienen la capacidad de interferir con las hormonas a bajos niveles de exposición. Entre los problemas de salud asociados se encuentran anomalías en el esperma, menor crecimiento fetal, enfermedades cardiovasculares y patologías respiratorias”, apunta Fernando Cabrera, en un informe ambiental del Observatorio Petrolero Sur sobre Vaca Muerta en 2019 en el que se hace hincapié que “en Neuquén las emanaciones son permanentes y se cuentan por miles las personas potencialmente afectadas por esos gases”.
Foto: Pablo Piovano
Residuos petroleros al Río Colorado
Desde hace más de una década dentro del territorio de la comunidad Newen Kura se encuentra la planta de lavado de tubos petroleros Tuboescope S.A, denunciada -junto con YPF, por ser la operadora del yacimiento- por la comunidad y la Confederación Mapuche de Neuquén.
“Acá lavan las cañerías de toda la explotación. Se realizó una denuncia federal porque el agua que sale de ahí desemboca en el río Colorado, que también pasa por Mendoza, La Pampa, Río Negro y Buenos Aires”, dice Eduardo Molina, que cuenta que en 2018 Tuboescope le negó el ingreso a Prefectura, pese a contar con una orden de una jueza federal.
“Hicieron toda la inspección por afuera. Encontraron varias contaminaciones en el río. Se dijo que iban a trabajar sobre la remediación de una de las piletas, pero nunca ocurrió. También se firmó un acuerdo para que cada vez que se ingresara a la planta se hiciera bajo la supervisión de la comunidad, la fiscalía ambiental, la empresa y gente del Municipio. Pero la empresa comenzó a trabajar sin autorización”, apunta Adrián Ortiz, y muestra los papeles de un nuevo expediente “también parado por la pandemia”.
Foto: Pablo Piovano
Desalojo ilegal y violencia
—Después de que vino la inspección de la Justicia nos empezaron a tirar las casas, las rucas. Venían con camiones. Fue como un desalojo pero sin orden judicial. Las volvimos a armar y las tiraron de vuelta. Cuando nos quejamos, le echan la culpa a un supervisor, dicen que ese supervisor actuó sin autorización de YPF. Lo trasladan, viene otro y al tiempo pasa lo mismo. También nos roban los animales.
Adrián Ortiz relata, además, que en un momento YPF les entregaba bidones de agua mineral, pero que a partir de los reclamos también se cortó esa mínima ayuda. “También nos niegan el tendido eléctrico, porque el objetivo es que nos vayamos del territorio. Y lamentablemente es lo que pasa, cada vez más familias se van. Es triste decirlo, pero el progreso nos ha traído el exterminio”.
Foto: Pablo Piovano