Es escritor, psicólogo, investigador sobre el genocidio indígena en nuestro país y autor de “Pedagogía de la Desmemoria”. Con lucidez, se refirió a la continuidad de las políticas de exterminio sobre los pueblos originarios en una nueva avanzada sobre los procesos de recuperación de territorios de las comunidades mapuche en la Patagonia. En diálogo con Hasta que vuelvan los abrazos, el programa de las mañanas de La Retaguardia y Radio Sur, Valko reflexionó sobre las nuevas generaciones de descendientes originarios que en todo el país avanzan en procesos de recuperación de sus identidades, culturas y tierras. Si bien la charla se dio unas semanas antes del asesinato de Elías Garay en la Lof Quemquemtrew, la temática tiene más de 500 años de actualidad.
Entrevista: Fernando Tocco/Miriam Libertad. Redacción: Nicolás Rosales. Edición: Fernando Tebele.
“Argentina hizo el famoso Juicio a las juntas militares de la dictadura cívico militar eclesiástica y hubo un Nunca más. Pero con el caso de los pueblos originarios, en lugar de un Nunca más, es un Siempre más. Ahora, este gobierno, que tiene un comportamiento errático no solamente con los pueblos originarios, sino en general, por ejemplo con el ministro Berni hablando de terrorismo; y Aníbal Fernández, a quien nunca se va a despegar de lo de Kosteki y Santillán, dice lo contrario. Siempre la idea de cuando se habla mucho es que nadie entienda nada. Ese es un clásico y lo practican todos los gobiernos.
El imaginario
Valko consideró que, sin exculpar al actual gobierno, hay un imaginario social nacional que lo trasciende: “Si este gobierno de Alberto Fernández no es el culpable, porque este es un problema que viene de muy atrás, no tiene que ver con Macri, ni con Menem, ni con Duhalde, ni con Alfonsín, ni con los milicos, esto es una concepción del imaginario nacional que de pronto, Alberto Fernández lo verbaliza tan claramente cuando dijo: ‘todos venimos de los barcos’. Entonces hay un imaginario que los manuales escolares dicen claramente: que eran diez, lo que habitaban o cazaban. Son ausencia, no están, son invisibles.
Según Valko así se construye la mirada hacia un otro/a diferente: “Si aparecen, seguramente han de ser extranjeros, han de ser mapuches, chilenos, bolivianos, guaraníes, paraguayos, porque nosotros somos noruegos. Es una cosa tan simple. Tenemos la cara de la excepcionalidad de Argentina. Nosotros somos excepcionales, no tenemos nada que ver con los negritos, bolivianos ni paraguayos, somos noruegos. Entonces, en ese contexto, un país que se construye desde la excepcionalidad, un país que le tiene miedo a la pluralidad, que construye una historia oficial, como dice (el escritor Juan José) Hernández Arregui, que es la obra maestra de la oligarquía, esa historia oficial que no solamente viene de Mitre, sino que hoy tenemos unos cuantos escribas, algunos que parecen progresistas, pero se dedican a la nota de color: qué le gustaba comer a San Martín y cosas por el estilo. Entonces hicieron una historia a la medida de una élite que invisibiliza no solamente a los pueblos originarios, sino también a la negritud”. Sobre este punto dio un ejemplo claro: “Hay que recordar que el 25 de mayo, que en los actos escolares, a los afro los hacen participar como mazamorrera0 o vendedor de velas, cuando a fines del siglo XIX, en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se editaban una docena de periódicos afro. Entonces este es un país que le teme a lo plural que hizo un un culto al olvido, aunque de sí mismo, de la amnesia y en este caso en particular, con el tema de las tierras”.
Para Valko, lo que está sucediendo en torno del conflicto mapuche, “es una cosa muy simple de entender. De pronto, territorios ancestrales, de la noche a la mañana, mediante la construcción del desierto, porque acá no hubo ninguna Campaña del desierto sino que se construyó un desierto que, por ejemplo, Estanislao Zeballos, que es el ideólogo de Roca, dice el slogan que Julio Julio Roca cumple a rajatabla. La barbarie está maldita y no quedarán en La Pampa ni los vestigios de su hueso. Entonces esas tierras ancestrales, de la noche a la mañana, se transformaron en tierras fiscales que el Estado luego malvendió. Por ejemplo, tenemos el caso de Carlitos Menem vendiéndole a precio vil al (empresario Joe) Lewis y otros particulares que de pronto usurparon, les dieron tierras que el Estado y esos particulares sabían que estaban en conflicto. Hay gente, gente de los medios, por ejemplo, gente que tiene programas de televisión bastante vistos, que compraron tierras con gente adentro y también deportistas que últimamente los escuchamos repetir la letanía: terrorismo. Terrorismo porque esa gente compró tierras con personas adentro”. Valko recordó lo que todo el mundo sabe, pero se niega a aceptar: las naciones originarias habitaban estas tierras antes de la conquista. “¿De dónde vinieron esas personas? Siempre estuvieron ahí, pero no tenían títulos de propiedad. O sea, no tuvieron escrituras legales. Yo recuerdo el caso de la acampe Qom acá hace unos diez años en Buenos Aires, que a propósito le pregunté a un abuelito Qom que estaba ahí tirado en el piso de la Av. 9 de julio y me dijo algo igual que me dijo otro en el Chaco. ¿Cuáles son sus títulos de propiedad? sabiendo que no los tenía. Y este señor, también el del Chaco, me dijeron básicamente lo mismo: ‘acá está enterrado el abuelo de mi abuelo y el abuelo del abuelo de mi abuelo’. Y no me dijo más. Con eso que me estaba diciendo: esos son los títulos de propiedad, esas puertas ancestrales que tienen el territorio. Exacto. Tenía esos títulos con el escribano, follados con el sello, pero los muertos en el territorio, que había sido ancestral y se transformó en tierra fiscal y después en tierras privadas. Y en algunos casos permaneció la gente adentro. Y bueno, el conflicto era cantado. El Estado nacional que se dedicó a patear la pelota, la patiaron los milicos. Pero llegó un momento en que la pelota se iba a parar contra el paredón. Va a haber un frontón y más allá no va a ir. Ese frontón, es la realidad. Alberto Fernández no es culpable del uso de un imaginario nacional que nos inculcaron en el colegio. Todos venimos de los barcos. Sin embargo, esto solamente lo repitió él, sino no nos lo repitieron siempre”, repasó.
Ley 26160
Acerca de la legislación que declara “la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país con personería jurídica inscripta”, Valko fue contundente: “Es parte de la pelota que se patea para adelante porque es una ley para que no se cumpla. Es una ley para entretener. Es una de las tantas leyes que se han hecho en Argentina, como las comisiones investigadoras, que no investigan. Es una ley tan sencilla, que si se cumpliera, al menos habría un diálogo, y no simplemente “terrorismo”. Y con acciones tan confusas como esos fuegos, que vaya a saber quién los prende… Y nadie se chupa el dedo. Todos sabemos que muchas veces los que están del otro lado fingen, por ejemplo prenden fuego para adjudicar luego el terrorismo de guerra”.
Respecto al incendio en el club que la gobernadora Arabela Carreras sindica a organizaciones mapuche, Valko señaló: “Es parte de ese imaginario. No hay ninguna prueba que incrimine en forma clara y contundente a los mapuche. Esto es un guión, el mismo guión que si ustedes recuerdan cuando asesinan por la espalda Rafael Nahuel, en ese momento Patricia Bullrich publica, en una especie de relato épico donde la Gendarmería fue sorprendida por ametralladoras y me acuerdo una nota que decía que se caían trozos de corteza de árbol de todos los tiros que estaban tirando. Según ese relato fue como una batalla épica. Y en esa batalla épica, según la Gendarmería, muere Rafael Nahuel. Que luego en la autopsia se vio que le pegaron un tiro por la espalda y que no encontraron ningún arma. Busquen en Internet y van a ver que publicaron una foto de las armas que le encontraron consistían en martillos, serruchos. No había ninguna ametralladora o fusil. El relato de Patricia Bullrich es como si los mapuches le hubieran dicho: señor gendarme, quédese quieto que le voy a serruchar las rodillas. Eran elementos que tenían ellos para hacer alguna construcción evidentemente en esa recuperación de tierras, y que entraron a la casa como armas de guerra”.
También recurrió a la canción Ciudad de pobres corazones para dar cuenta de lo que, está convencido, es una construcción de enemigo público que incluye atribuirles acciones que no tomaron. “Como dice Fito Páez: ‘quien puso la yerba en el viejo cajón entonces’, e hicieron un mamarracho. Lo mismo sucedió con Santiago Maldonado, un muerto que aparece setenta días después río arriba. Es una cuestión que ahora el guión volvió a la guionista Patricia Bullrich, porque es evidente que el Gobierno, desorientado por los resultados electorales, se está corriendo a la derecha. Hay una gran parte del electorado que se volcó hacia la derecha. Entonces se vuelcan como siempre, les hacen pisar todas las trampas cuando ellos no caen solitos en sus propios laberintos. Y con las declaraciones de Berni, si uno lo escucha claramente, es una cosa sintomática la de acusarlos de terrorismo, sin tener pruebas de terrorismo. Cuando acá en Argentina es muy peligroso acusar a alguien de terrorismo, porque nosotros sabemos lo que hizo la dictadura al acusar a personas de terrorismo, desaparecieron 30 mil personas y sin hablar de los exiliados y demás”, analizó.
Recuperar también la identidad
En la extensa charla, Valko se refirió a la recuperación de una identidad mapuche que estaba enterrada por la conquista territorial y cultural, pero la extendió al resto del país “Primero, no se está dando solo en el sur. Yo tengo la oportunidad, por los catorce libros que escribí y que los presenté en montones de lugares, de que me hayan invitado al norte. La conciencia sobre su origen, su cosmovisión, es muy parecida a lo que está sucediendo con esa mismidad que se está evidenciando en el sur con la recuperación idiomática, de festividades y su consiguiente ritual. Es lógico que así suceda, porque como psicólogo lo puedo explicar de otra manera: las tres generaciones tardan en recuperarse después de un golpe brutal, como dice César Vallejo, el poeta. Y golpes tan fuertes en la vida son así como el odio de Dios. Entonces esos golpes tan fuertes que tuvo una cultura con el genocidio y despojo, de pronto esas generaciones que en un principio yo conozco, abuelitas que les decían a sus nietos ‘no hablen mapudungun, no parezcan indios, parezcan argentinos’. Eso está desapareciendo y se está recuperando esa vieja mismidad. Porque la generación, al verbalizar el hecho, vuelve a ponerse en sintonía con la cultura. Porque después de un golpe tan fuerte es como que uno fue bloqueado. La cultura se levanta, primero trastabilla y después se va incorporando y termina herida. Acá lo que sucede es eso. La cultura necesita tiempo para recuperarse, para asumirse y para ver. Yo tengo un libro que se llama Desmonumentar a Roca, que el editor me dijo: ‘¿te das cuenta Marcelo que el título de este libro era impensable hace 30 años? Y está agotado’”.
Los traumas de la cultura
El escritor indagó en las heridas que deja a su paso la imposición sanguinaria de culturas ajenas y también se metió en aquellas otras grietas que la sociedad argentina prefiere silenciar: “Las culturas también tienen traumas. Es fácil de entender en Argentina por qué nadie quiere hablar de las Malvinas. Porque eso fue un trauma. Esa mierda, la nada, la derrota, la forma en que se perdió. Las culturas de pronto eligen temas para no verbalizar, no hablarlo durante mucho tiempo. Y tienen que pasar generaciones para que otra generación menos adolorida retome y pueda pronunciar aquello impronunciable”. En este contexto su mirada es optimista: “Yo veo un futuro muy auspicioso. No hay que tener miedo a la singularidad; hay que tenerle miedo, al contrario de lo monocromo, al mismo tono, al mismo sabor. Hay que ir a la variación, a lo variable, a lo distinto, a lo heterogéneo. Lo monocromo te empobrece. Es decir, no bajamos de los barcos. Si vas a Constitución, Retiro o a Once, ves que no somos noruegos. Muchachos, nos mintieron mucho tiempo, no somos noruegos. Por eso yo trabajo con el tema de la desmemoria, porque este país hace un culto al olvido, un catecismo de la amnesia”.
Hay otra historia
Cómo se puede transformar ese imaginario es casi una pregunta obligada: “Mirándonos, escuchándonos. Viendo qué mentirosa es esa historia oficial. Porque no es como dice Litto Nebbia, que la canción es muy linda: ‘quiere decir que hay otra historia’. No, no hay otra historia. Hay una sola historia y lo otro es un relato de una élite enquistada en el puerto de Buenos Aires que hizo un país chiquito, miserable, egoísta, ruin, mezquino con el resto del país. Y basta con estudiar las guerras civiles argentinas. Tenemos que deshacernos de esa historia oficial. Es mucha la mentira. Nosotros estamos en Sudamérica; si vos vas a Europa, somos sudacas. Nos engloban en esa bolsa porque somos sudacas, no somos noruegos; por más que insistan, no lo somos. Somos americanos, somos originarios, criollos, inmigrantes. Somos un país diverso. Y cuando digo inmigrantes no me refiero solo a europeos, me refiero a paraguayos, peruanos, bolivianos, o chilenos. La diversidad tiene que enriquecer y no generar temor. El Estado siempre hizo culto a los monocromos y ahora se están desayunando con que lo único que pueden decir es terrorismo”.