Las discusiones en torno a la extracción de litio ocupan un lugar muy importante en el debate público.
Por un lado, sus impulsores suelen poner el acento en su potencialidad para impulsar el desarrollo del país, dada la gran cantidad de reservas que se concentran en el triángulo ubicado entre Argentina, Bolivia y Chile. Por el otro, se han planteado objeciones muy importantes derivadas del posible impacto que esta actividad tenga sobre el medio ambiente y, en particular, sobre las comunidades que habitan esa región.
La voz de los trabajadores suele ocupar en estos relatos un lugar secundario, cuando no inexistente, a pesar de que son un actor central en esta actividad. Recientemente el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción (SITRAIC) elevó una denuncia pública poniendo el eje en las condiciones de trabajo que soportan los trabajadores del proyecto Tres Quebradas, ubicado en la provincia de Catamarca a 4100 metros de altura, sumado a los despidos discriminatorios que afectaron a los trabajadores que impulsaron los reclamos.
Este proyecto tomó notoriedad recientemente porque fue visitado por el Presidente de la Nación, que lo mostró como un modelo a seguir. Sin embargo, la situación que atraviesan sus trabajadores está lejos de responder a ese entusiasmo.
A principios de noviembre el SITRAIC presentó una denuncia formal en el Ministerio de Trabajo de Catamarca donde denunciaron numerosos incumplimientos laborales por parte de una de las contratistas de la empresa que lleva adelante las tareas civiles, es decir, la preparación del terreno para la extracción del mineral. La enumeración de estos reclamos es muy ilustrativa para dar cuenta del lugar que ocupan los trabajadores y las trabajadoras en uno de los sectores que, supuestamente, traería el desarrollo e impulsaría el crecimiento económico con creación de empleo de calidad.
Para poner en contexto los reclamos: los trabajadores del proyecto Tres Quebradas trabajan con un régimen de jornada de 14 x 14, es decir, dos semanas de corrido por dos semanas de descanso, algo habitual en la minería dada la distancia existente entre los lugares de trabajo y los centros urbanos.
En primer lugar, los trabajadores reclamaron por la mala calidad de la alimentación que “muchas veces se sirve cruda, es escasa y no hay posibilidad de repetir”. No hace falta aclarar que a 4100 metros de altura no hay muchas alternativas para alimentarse. La ropa de trabajo también resulta “escasa e inadecuada (…) para las temperaturas del lugar”. No hace falta aclarar que en ese medio ambiente de trabajo ésto se trata de un aspecto central para poder desarrollar las tareas en condiciones medianamente aceptables.
El SITRAIC también denunció que “el agua que se utiliza para higiene es sucia” y “posee sedimentos que la tornan inutilizable”. Básicamente, sale marrón de la canilla y expone a los trabajadores a higienizarse en condiciones inaceptables.
Continúa la denuncia señalando que la empresa utiliza métodos de requisa que son “inadecuados, abusivos, dejando a los trabajadores a la intemperie, sometidos a condiciones inhumanas”. Nuevamente, el abuso patronal es llevado a extremos que resultan inaceptables.
La posibilidad de comunicarse con familiares y seres queridos durante el tiempo extralaboral depende de que la empresa suministre las condiciones técnicas necesarias. En una jornada de 14 x 14 días es algo más que una necesidad. La denuncia presentada por el SITRAIC sostiene que la calidad del wifi es pésima, lo que en muchas ocasiones deja a los trabajadores prácticamente incomunicados.
El SITRAIC también señaló que la atención médica en la mina es muy deficiente y han existido numerosos diagnósticos equivocados por parte del médico. El cumplimiento de la normativa sobre seguridad e higiene también deja mucho que desear.
El argumento muchas veces resaltado por los defensores de esta actividad acerca de los altos salarios que pagarían las empresas tampoco se condice con la realidad. Los trabajadores de las obras civiles de la mina cobran un salario de aproximadamente $ 120.000.
Finalmente, la respuesta patronal ante los reclamos de los trabajadores no difiere sustancialmente de las reacciones que se observan en otros sectores: quienes encabezaron las denuncias fueron despedidos, lo que motivó una denuncia formal por parte del SITRAIC y el reclamo para que sean inmediatamente reincorporados. La industria puede ser la joya del siglo XXI, pero las condiciones de trabajo y las prácticas de los empleadores se acercan bastante más a las del siglo XIX.