Las informaciones relativas a la evolución económica y social del 2023 no generan expectativas esperanzadas entre la mayoría empobrecida, incluso en el plano político, siendo el presente un año electoral.
Todo indica que la “política” tradicional nada resuelve para los de abajo, los de menores ingresos y riqueza y por eso emergen propuestas que sustentan una “política” de crítica a la “política tradicional”, sobre un discurso que contacta con la “anti-política”. Es el caso de los reaccionarios libertarios y su simplificado discurso liberal contra cualquier propuesta de solidaridad, autogestión colectiva y cooperación no lucrativa.
El cierto el descrédito de la “política”, ya que las “soluciones”, cuando se presentan, son para el sector de mayor concentración, caso de las devaluaciones con destino específico, caso del “dólar soja”.
Con esta política, el gobierno cumple con el FMI, reduciendo el déficit fiscal y satisfaciendo la demanda devaluatoria de los dueños del complejo del agro negocio de exportación. Al mismo tiempo, las políticas sociales (masivas) se intentan restringir desde la burocracia estatal en sintonía con un sentido común construido desde el poder ideológico mediático.
Parece ser una contribución a la lógica de “todo para los ricos”, convalidando una tendencia global a la desigualdad. En efecto, en el Informe anual de OXFAM presentado en el inicio de las sesiones del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza , se lee:
“Desde 2020, el 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada en el mundo, casi el doble que el 99 % restante.”
Sigue destacando que:
“La fortuna de los milmillonarios aumenta en 2700 millones de dólares cada día, mientras que los salarios de al menos 1700 millones de trabajadoras y trabajadores, más que la población de India, crecen por debajo de lo que sube la inflación.”
El informe enfatiza que:
“En 2022, las empresas energéticas y de alimentación duplicaron con creces sus beneficios, distribuyendo 257.000 millones de dólares en dividendos a sus ricos accionistas; todo ello mientras más de 800 millones de personas se iban a la cama con hambre cada noche.”
La propuesta de OXFAM se concentra en gravar la riqueza y dice:
“Si se aplicara un impuesto a la riqueza de hasta el 5 % a los multimillonarios y milmillonarios podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, lo que permitiría a 2000 millones de personas salir de la pobreza, además de financiar un plan mundial para acabar con el hambre.”
El informe de OXFAM y otras contribuciones similares que aportan a la descripción de la desigual distribución del ingreso y de la riqueza, confirman la tesis que remite el problema socio económico al orden capitalista existente, sustentado en la apropiación privada y concentrada del excedente económico.
Aun cuando progresivas reformas tributarias puedan morigerar el efecto económico social, no resuelven la cuestión de fondo, basada en la explotación de la fuerza de trabajo y el agotamiento de los bienes comunes.
Por eso, sea en la Argentina, en la región o en el mundo, lo que se requieren son medidas que resuelvan las inmediatas necesidades sociales de los sectores empobrecidos, reorganizando el orden económico a contramano de la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista.
¿Es ello posible? Desde luego, claro que requiere de una articulación “política” de prácticas solidarias, de autogestión y cooperativas que nutren la experiencia social de millones, que hoy actúan de manera fragmentada.
Alternativas al ajuste y a la miseria existen, si y solo si se constituyen como proyecto colectivo consciente de transformación de la realidad.
El trabajo humano sobre la naturaleza es el generador de la producción material y simbólica y con ello, del excedente económico que es apropiado privadamente. Se trata de cambiar esa lógica para la satisfacción colectiva de la sociedad. Es una tarea política a contracorriente del ajuste y la demanda de ganancias del gran capital.
Buenos Aires, 16 de enero de 2023