Para la Justicia, el crimen de Diego Cagliero solo fue un homicidio culposo

El jurado popular compuesto por 12 personas dictaminó pasada la medianoche que la acción asesina del policía Canstatt contra Cagliero fue un homicidio culposo. En tanto, calificaron el delito del policía Montenegro, quien hirió a un amigo de Diego, como “homicidio en grado de tentativa en exceso del cumplimiento del deber”. El abogado de la familia calificó el fallo como insólito. El CELS, que representó a dos de los sobrevivientes, aseguró que “debió haber sido homicidio doloso”, es decir con toda la intención de matar. Las penas serán impuestas por los jueces, pero el máximo posible para Canstatt es de 5 años.

Redacción: Carlos Rodríguez.

Después de más de cuatro horas de deliberaciones, las 12 personas que integraron el tribunal popular calificaron el asesinato de Diego Cagliero, ocurrido el 19 de mayo de 2019 a manos del policía Rodrigo Canstatt, como un homicidio culposo. Cuando los jueces den a conocer la pena, será de entre 1 y 5 años. En el caso de Darío Montenegro, acusado por las heridas que sufrió Mauro Tedesco, amigo de Cagliero, decidieron que se trató de un homicidio en grado de tentativa en exceso del cumplimiento del deber. En la extensa jornada, se habían realizado los alegatos de las partes. Luego, los jurados se fueron a deliberar con cinco opciones posibles. Declararlos inocentes, u optar por cuatro tipo de homicidios, como explicó unas horas antes a La Retaguardia el abogado de la familia de Cagliero, Fernando Sicilia.

Sobre la base de las pruebas contundentes reunidas durante el juicio oral, la Fiscalía y las querellas habían pedido durante la tarde que se declare culpables de “homicidio agravado” y de “homicidio agravado en grado de tentativa” a los dos policías responsables, uno del crimen de Diego Cagliero, y otro de las graves heridas que sufrió su amigo Mauro Tedesco. Las defensas pidieron que se los declare “no culpables” o que, en el caso del policía que asesinó a Cagliero, que le apliquen penas menores. La parte acusadora, en cambio pidió que al homicidio de Diego y a las heridas graves de Mauro, se los considere en “concurso real” con el “riesgo de muerte” al que expusieron a otros seis jóvenes que los acompañaban.

Más de cuatro horas y media después, cerca de las 0:30 los 12 miembros del jurado popular encargado de dar su veredicto en el caso, anunciaron su decisión.

Los defensores del oficial Rodrigo César Ezequiel Canstatt, autor del disparo que provocó la muerte “en el acto” de Diego Cagliero, argumentaron que su representado “no tuvo intención de matar” y sin rebatir el dato concreto de que fue autor de diez disparos contra los 8 jóvenes, dijeron que el policía “vio un arma”, a pesar de que se demostró que las víctimas no tenían ninguna. Los defensores Diego Raidán y Gisela Hiza, alegaron que su defendido “sintió miedo” y por su “poca experiencia” (nueve meses en la fuerza), apretó el gatillo. Y vaya si lo hizo, porque las pericias determinaron que fueron “al menos diez” los disparos.

Con el evidente propósito de generar dudas en los jurados populares, los abogados de Canstatt “sugirieron” que analizaran la posibilidad de optar por sanciones menos gravosas que la cadena perpetua que presupone la calificación de “homicidio agravado” reclamada por la parte acusadora. Las variantes que señalaron sonaban inconcebibles en ese momento, pero se convirtieron en una triste realidad para la familia de Cagliero: “legítima defensa” ante una agresión que nunca existió, “exceso en la legítima defensa”, como una leve concesión a una condena menor, e incluso “homicidio culposo”, una figura penal que ya casi no se aplica ni para algunos tipos graves de accidentes de tránsito, pero que sin embargo fue la utilizada.

Mientras tanto, el defensor oficial Fernando Lagares, con su estilo tenaz y persistente, dijo que su representado, el subinspector Sergio Darío Montenegro, el 19 de mayo de 2019, día en que ocurrió el hecho, “sólo había salido a trabajar y no a matar” personas. Además, volvió a señalar las diferencias numéricas que hay entre los diez disparos que hizo Canstatt, con los tres que realizó Montenegro, uno de los cuales hirió de gravedad a Tedesco. Como informó La Retaguardia, en su afán por salvar a Montenegro, su defensor le preguntó a una perito si una de los proyectiles disparados por Constatt, en forma simultánea, pudo haber matado a Cagliaro y herido a Tedesco. El impetuoso Lagares no tuvo en cuenta que una sola bala fue la que asesinó a Cagliero y otra bala, en este caso de Montenegro, fue la que puso al borde de la muerte a Mauro Tedesco. La gravedad de los sucesos no puede medirse sólo contando la cantidad de balazos de uno y de otro.

Más allá de los cuestionables argumentos de las defensas, en el juicio quedó probado que las 14 vainas servidas halladas por los peritos de Gendarmería en la escena del crimen, eran “compatibles con proyectiles calibre 9 milímetros”. Los peritajes realizados determinaron de manera fehaciente que diez de los disparos fueron realizados por el oficial Rodrigo César Ezequiel Canstatt. Uno de esos proyectiles fue el que impactó en el cuerpo de Diego Cagliero y “le provocó la muerte en el acto”. El plomo fue hallado en el cuerpo de la víctima. Otros tres disparos fueron realizados por el subinspector Sergio Darío Montenegro. Una de las balas fue la que hirió de gravedad a Mauro Tedesco, quien tuvo que ser operado de urgencia en el Hospital Bocalandro, donde permaneció internado cuatro días en la sala de terapia intensiva. La vaina número 14 corresponde al arma reglamentaria a cargo de la oficial de policía Micaela Fretes, quien hasta hoy no está imputada en la causa. Los peritos consideraron que ese proyectil no impactó en ninguno de los jóvenes que iba en la Ducato. De todos modos, resta saber si no le correspondería el cargo de “homicidio en grado de tentativa”, delito que también se les adjudicó a Canstatt y a Montenegro, por haber puesto en riesgo las vidas de los seis jóvenes que salieron ilesos de la balacera. Fernando Sicilia, querellante en representación de la familia de Cagliero, dijo en su alegato que el caso de Fretes debe analizarse con posterioridad.

En la camioneta, además de Diego Cagliero y Mauro Tedesco, iban Carlos Damián Villanueva, Emanuel Albelo, Alfonso Roldán, Angel Bramajo, Rodrigo García y Jonathan Iagarola. Los testimonios fueron contundentes, también, a la hora de desvirtuar la versión policial de que se trató de un “enfrentamiento armado”. Se confirmó que fue un típico caso de “gatillo fácil”. El perito de Gendarmería Daniel Torres constató la existencia de once orificios de bala en la camioneta tipo furgón en la que iban las víctimas. Todos los disparos “fueron realizados desde el exterior”, es decir desde donde accionaron sus armas los policías. Torres confirmó que una bala 9 milímetros fue la que impactó sobre el patrullero en el que iba el oficial de policía Diego Reinaldo Torres. Esa confirmación desechó el intento de las defensas de adjudicar ese disparo a los jóvenes, que como quedó demostrado, no llevaban arma alguna. Esto fue confirmado también por el testimonio del médico del SAME de Tres de Febrero, José Vidal Oros. El profesional declaró que a las 14:05 del domingo 19 de mayo de 2019 constató el fallecimiento de Diego Cagliero. Aseguró que cuando subió a la parte trasera de la camioneta, donde estaba el cuerpo, lo único que vio fueron “instrumentos musicales”. No recordaba haber visto armas en la escena del crimen. El médico llegó al lugar mucho antes que los peritos de Gendarmería. De la inexistencia de armas en el lugar, se pasó a lo dicho por el perito Daniel Torres, quien fue el que encontró las armas “plantadas” por policías, cerca del cuerpo sin vida de Diego Cagliero. Lo que encontró fue una pistola de aire comprimido y un revolver Bersa calibre 32 con dos “balas intactas” porque no fue utilizado. Esto lo dijeron en el juicio las peritos Balbina de Jesús Cristaldo y Silvia Viviana Bufalini.

Por si fuera poco, el perito Torres dijo que dentro de la Ducato “no se utilizó un arma de fuego que eyecte vainas”. Las únicas vainas se correspondían con las municiones disparadas por los tres policías. Todo fue corroborado en el juicio por otros dos peritos gendarmes, Jacinto Javier Díaz y Pablo Enrique Di Bez.

En el juicio también está probado que al menos cuatro policías –uno con ropas de civil— subieron a la parte trasera de la camioneta. Esto ocurrió en el lapso de tiempo que fue entre la constatación de la muerte por el médico Vidal Oros y la llegada de los peritos de Gendarmería.

Uno de esos policías, no identificados, fue sin lugar a dudas el que “plantó” las dos armas, el revólver Bersa Taurus calibre 32 y la pistola de aire comprimido. El policía de civil, que podría ser un oficial jerárquico, parecía esconder “algo” que llevaba oculto en la cintura. En un video que fue exhibido en la audiencia, se ve de manera borrosa la figura de ese policía de civil mientras parecía dar órdenes al resto de los uniformados presentes en la escena del crimen. Una testigo clave sobre este punto central, podría ser la agente Rosa Sofía Herrera, quien subió también a la camioneta para tomar una fotografía del cuerpo de la víctima, Diego Cagliero, con el único fin de constatar la presencia de las dos armas que habían sido “plantadas” pocos minutos antes.

Sin embargo, y más allá de todas las pruebas reunidas durante el juicio, las 12 personas encargadas de impartir justicia terminaron, con la permisiva calificación de los hechos, avalando de algún modo el gatillo fácil.


Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2023/02/para-la-justicia-el-crimen-de-diego-cagliero-solo-fue-un-homicido-culposo.html

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