El feminismo no se mancha: aportes sobre la denuncia por violencia de género a Alberto Fernández

Tras la denuncia de Fabiola Yáñez contra Alberto Fernández por violencia de género, el movimiento feminista fue puesto en la mira y es el blanco de las críticas por derecha. Desde el oficialismo utilizan políticamente el hecho para denostar al movimiento que revolucionó la vida social y que instaló discusiones que hicieron posible que hoy la ex primera dama pueda denunciar una situación de violencia ante la justicia. El transfeminismo como movimiento social heterogéneo y multitendencia tiene una raíz histórica profunda y en nuestro país lleva 37 años reuniéndose en los encuentros Plurinacionales, espacio de construcción colectiva. ¡Ni curro, ni mentira! El feminismo es el movimiento que los fascistas atacan por su potencialidad política, y en la “guerra simbólica” están dispuestos a hacer uso de cualquier situación para neutralizarlo.

Alberto Fernández, expresidente de la Nación, fue denunciado por su expareja Fabiola Yáñez por violencia de género. Luego de divulgarse la noticia, las repercusiones del caso pusieron como blanco de las críticas por derecha al movimiento feminista.

Desde el oficialismo aprovecharon la ocasión para profundizar los ataques y agravios que vienen haciendo contra el feminismo desde que asumieron el gobierno en diciembre.

Un ejemplo de ello fue el cínico posteo en X del vocero presidencial, Manuel Adorni: “la línea 144 está abierta las 24 horas para asistir a todas aquellas personas que sufren violencia por motivos de género”. ¡El colmo de la burla! puesto que Adorni es vocero de un gobierno que ataca todas las políticas en materia de género, cerrando el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades, y precarizando aún más a las trabajadoras de la Línea 144, entre otras políticas de recorte que impulsaron desde el gobierno de Javier Milei.

Más allá del oportunismo de quienes se enmarcan en ideologías fascistas y de derecha, que tienen claro el objetivo de demonizar a todo movimiento social con capacidad de transformación, el problema es el impacto simbólico en las mayorías, que hundidxs en una profunda crisis económica pueden percibir al movimiento feminista como un curro o una mentira que vive a expensas de los recursos del Estado.

Sin embargo, contrariamente a estos argumentos, los colectivos transfeministas que luchan sostienen repetidamente la exigencia al Estado de los recursos necesarios para la plena implementación de las políticas públicas en materia de género y diversidad. Obligaciones que trascienden a cualquier gobierno, independientemente de su partido político. Un ejemplo de ello es la Ley 27610 de interrupción voluntaria del embarazo, que desde que fue sancionada en el 2020, cuando Fernández era presidente, no cuenta con el presupuesto adecuado para implementarse tal como lo indica su articulado. Situación que ha sido denunciada por la propia Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Por otro lado, gracias al avance en materia de derechos desde una perspectiva feminista, ha sido posible el aumento de las denuncias por violencia género. Fue el propio movimiento feminista el que brindó toda una variedad de conceptos que dieron luz y nombre a situaciones violentas que en otras épocas era imposible describir, como por ejemplo, los femicidios y los abusos sexuales, entre otras. Que la voz de la víctima sea escuchada es una conquista feminista que día a día trata de transformar la justicia patriarcal, y no de ningún gobierno o personaje de turno que asume roles importantes, como el de presidente.

Tales fueron los casos de la actriz Thlema Fardín, que acompañada por el movimiento feminista pudo llevar adelante su denuncia contra el actor Juan Dartés, quien abusó sexualmente de ella cuando tenía 16 años. Su caso fue bisagra porque a partir de su denuncia muchas mujeres, bajo las consignas #YoSiTeCreo y #MiraComoNosPonemos, se animaron a hablar públicamente sobre los abusos sufridos.

Otro de los casos emblemáticos fue la denuncia contra el periodista Pedro Brieger por acosar y abusar de sus compañeras de trabajo, alumnas y hasta vecinas. Gracias al apoyo colectivo de abogadas y periodistas con perspectiva de género se logró recabar una veintena de relatos en contra de Brieger para argumentar la denuncia.

El feminismo trasciende a Alberto Fernández

Alberto Fernández no salió de un repollo, sino que llegó a la presidencia de la Nación de la mano de Cristina Fernández, quien fue presidenta por dos mandatos consecutivos. Ella, quien rechaza definirse como feminista, lo eligió para acompañarlo en la fórmula electoral que derrotó en las elecciones de 2019 a Mauricio Macri, quien se presentaba para ser reelecto.

Durante el mandato, atravesado por la crisis económica y sanitaria como consecuencia de la pandemia ocasionada por el virus COVID 19, Alberto hizo una utilización política de un sector del feminismo que simpatiza con el kirchnerismo y que vio en su gestión la posibilidad de avanzar en la creación de ministerios e impulsar políticas públicas en materia de género. Ese sector del feminismo reformista fue cooptado por el Estado y, como consecuencia, abonó a las divisiones internas de todo el movimiento.

Así fue como personalidades feministas destacadas de diversos ámbitos decidieron acompañarlo en su mandato, asumiendo cargos públicos en áreas del Estado, principalmente en el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades.

Durante la gestión de Alberto, gran parte del movimiento transfeminista se mostró crítico con dicho ministerio, no por su creación, sino por su falta de recursos para la implementación de medidas para erradicar las violencias machistas.

Durante el 2021, el Observatorio Lucía Pérez registró 121 femicidios (!uno cada 22 horas!) durante el primer semestre. En ese entonces, la exministra Elizabeth Gómez Alcorta salió a anunciar una campaña de los barbijos rojos para “facilitar” la denuncia de las situaciones de violencia machista fuera del hogar, durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO). “Ministerio de cartón”, fue el selalamiento del movimiento feminista, que le exigió medidas contundentes para atender y prevenir las violencia contras las mujeres y diversidades.

Otro de los grandes logros del transfeminismo fue la sanción de la Ley del Aborto, que sucedió durante la gestión de Alberto. En ese entonces, el exmandatario presentó su propio proyecto de Ley, que no era el redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, hecho que también abonó a las tensiones internas del movimiento.

Si bien el proyecto de ley del entonces oficialismo tenía como base el ya construído durante 18 años de lucha por la Campaña, Alberto se arrogó la representación de la lucha de un derecho fundamental para las mujeres y personas con capacidad de gestar, y se presentó públicamente usando una corbata verde, haciendo alusión al pañuelo verde, emblema de la lucha por el derecho al aborto. También era acompañado por un sector del feminismo progresista, que proponía como táctica el acercamiento al gobierno en un momento de expansión del movimiento. De esa manera, haciendo la lectura de que el movimiento feminista “prestó su capital político” a cambio de lograr leyes que amplien los derechos para las mujeres y diversidades sexogenéricas.

Por eso, gracias a la organización feminista, fue posible que, previamente, en el 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, se habilitara la discusión parlamentaria y, tras las multitudinarias jornadas y movilizaciones frente en el Congreso de la Nación, naciera la llamada “ola verde” que visibilizó una lucha que se cocinó a fuego lento durante más de una década.

La conquista de la Ley IVE fue un hito histórico consecuencia de más de veinte años de lucha, que primero logró la despenalización social del aborto haciendo pedagogía en las calles, instalando la problemática en la sociedad.

Tras semejante demostración de fuerza colectiva y capacidad de convocatoria, el feminismo tomó presencia pública en las calles y los medios de comunicación hegemónicos en este marco, y tras la continua exigencia del feminismo para conseguir la ley recién en el 2020 el Congreso decidía sancionarla.

De autocríticas y autocomplacencias en el feminismo

Mientras desde el oficialismo se aprovechan del lamentable hecho de violencia, voces como las de Amalia Granata (pública enemiga del feminismo) se solidarizan con Fabiola, o el mismo Adorni en su post habla de violencia de género, cuando en reiteradas ocasiones manifestó que la “violencia no tiene género”, intervenciones que van en sintonía con la tan mencionada batalla contra la “ideología de género”.

Desde el movimiento feminista analizan los coletazos que esta situación provoca, en un contexto de fascistización de gran parte de la sociedad. Frente a la paradójica imágen de la ex primera dama víctima de la violencia machista por parte del expresidente Alberto Fernández, que había anunciado el fin del patriarcado durante su gobierno, gran parte de la sociedad  reafirma su odio y banalización de las conquistas de años de lucha feminista.

Dentro del propio progresismo una de las primeras personalidades que se expresó públicamente para repudiar a Alberto Fernández fue Ofelia Fernández. La ex legisladora trató de “psicópata” a Alberto “por haber usado por años al feminismo y sus militantes”.

En el extenso tuit, Ofelia también le pidió disculpas a las mujeres. No es la primera frustración que tiene con el peronismo. El año pasado Ofelia Fernández se bajó de las elecciones del 2023, en las que iba a renovar su banca, y luego se le frustró la primaria nacional con Juan Grabois ante la candidatura de Sergio Massa como único candidato del Frente de Todos, al que apoyó, tanto así como a Alberto.

El posteo de Ofelia Fernández frente a la denuncia de violencia de género contra Alberto Fernández suscitó reacciones de distinta índole. Pero, puntualmente, cierto sector dentro del feminismo peronista aborreció su postura. “No nos demos latigazos”, “No somos víctimas timadas”, repiten y, en cambio, proponen una perspectiva opuesta en la que la única lectura es salir triunfantes: “Alberto no nos usó sino que nosotras/os/es lo usamos a él”.

Críticas y autocríticas serán necesarias dentro del movimiento transfeminista, que tiene que continuar luchando en un momento histórico adverso a nivel nacional e internacional, para no retroceder en las conquistas alcanzadas y continuar exigiendo sus reivindicaciones, sosteniendo su autonomía política, independientemente del gobierno de turno, para disputar los recursos y discursos frente a un Estado patriarcal que siempre termina traicionando.


Fuente: https://www.anred.org/2024/08/07/el-feminismo-no-se-mancha-aportes-sobre-la-denuncia-por-violencia-de-genero-a-alberto-fernandez/

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