“Cuando salga, quiero volver a mi vida normal, a trabajar en la panadería donde vivo también y voy a seguir marchando”

Visitamos a Roberto de la Cruz Gómez, quien lleva dos meses detenido con prisión preventiva por participar de la movilización contra la Ley Bases. Él es panadero de oficio, empezó a vivir en la parte de atrás del local donde trabaja así ahorra en el transporte y vuelve a su casa en Grand Bourg el día que tiene franco. Le preguntamos por qué salió a marchar ese día: “En la panadería donde trabajo antes venía una persona por día a pedir pan, ahora pasan como quince todos los días. Salís y ves un montón de gente viviendo en la calle. No reparten los medicamentos oncológicos, le pegan a los jubilados… ¿Cómo no voy a salir si nos están robando todos los derechos?”.

El 12 de junio en el marco de la movilización contra la Ley Bases hubo 36 detenciones arbitrarias, de los cuales 33 se mantuvieron bajo custodia policial, y por lo menos 200 personas heridas por la represión, al día de hoy, quedan aún 2 personas con prisión preventiva: Roberto y Daniela. Los dichos oficiales pasaron desde un intento de golpe de estado al terrorismo, sedición a intimidación pública. Finalmente, estas últimas causas quedaron caratuladas por incendio y daño agravado, y atentado a la autoridad y daño agravado, respectivamente. “¿Podés poner ahí que estoy indignado con eso? Porque yo sé que Golpe de Estado es lo que hacen los militares, asesinos y secuestradores que se robaron chicos en la dictadura y que por eso hay 30.000 desaparecidos. Y yo soy ningún militar, ni asesino, ni secuestrador de niños”.

“Dicen que yo estuve prendiendo fuego un tacho mientras le pegaba a la policía y mientras incitaba a otras personas a que hicieran lo mismo. Todo junto ¿Qué soy Rambo?”, nos dice entre risas. Además, señaló que en la causa sólo figuran testimonios de policías y que elevó varios escritos a la jueza María Romilda Servini para que lo reciba y le explique los motivos de su detención, ya que a él jamás se le leyeron sus derechos, pero ella no le dio una respuesta.

Su defensora oficial es Gabriela Plazas, ella dijo no tener presupuesto para alcanzarle una copia de la causa de 60 páginas. “Me la trajeron los de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos), ahí me enteré de qué me acusaban”, nos explicó. Según la abogada, la jueza no tiene pruebas para mantenerlo detenido. La decisión de los camaristas se basó en sus antecedentes penales previos. “Yo ya no debo nada” explicó Roberto. Y agregó: “Y peor esta chica Daniela, que ni antecedentes tiene y es excarcelable lo suyo también. Por eso pienso que nos metieron en cana para provocar miedo a la gente. Ya pedí un montón de veces que me muestren las pruebas de lo que se me acusa, no tienen nada porque no hice nada. Salí a marchar nomás”.

Llegó al salón que el servicio penitenciario nos asignó para la visita con una sonrisa, el termo abajo del brazo y una pastafrola que hizo él (que estaba riquísima). “Agarren sin vergüenza, que la hice para ustedes”. Nos dijo que lo vino a visitar mucha gente, que no le está faltando nada (salvo que lo reciba la jueza, insiste entre risas) y que también lo vinieron a visitar los diputados de la izquierda.

Le preguntamos qué piensa sobre las acusaciones que le hacen, responde: “Y ¿Qué voy a pensar?”, dice y se ríe. Hablar con él es escuchar un chiste tras otro, una reflexión profunda y otro chiste “para que no sea tan bajón todo”.

“Mirá, yo fui con una bandera que hice yo mismo, que decía Patria sí, colonia no. Cuando empezaron a reprimir, la gente empezó a correr y me llevó, yo encima no veía nada por los gases. Ahí perdí la tela de la bandera, me quedé con el palo. Me estaba por ir ¿Viste? Porque ya veía que estaban tirando balas de goma, pasaba la gente lastimada y estaba preparándose la (policía) motorizada. En eso escucho a una señora gritar, una abuela bien abuela, que se había puesto un pañuelo por los gases y empezó a gritar que volvamos, que manifestarnos es nuestro derecho, que estos vienen por todo y que no lo tenemos que permitir. Y pensé qué bueno, si la abuela se queda como me voy a ir yo ¿No? Me crucé de vereda con el palo de la bandera para juntarme con otra gente que estaba ahí cubriéndose de los balazos. Ahí me sacan una foto, supuestamente es la prueba para decir que con ese palo yo quise lastimar a alguien, al mismo tiempo que prendía fuego un tacho y no sé qué más. Por eso ¿Qué voy a pensar? Salí de trabajar y fui a una marcha, me acerqué a la línea policial porque quería pasar, no podíamos salir por ningún lado si estaban armando filas y corriendo con las motos, así llegamos hasta 9 de julio y bueno, volvimos para el lado de la plaza. Ahí se me tiran cinco tipos encima, y supuestamente yo me resisto ¿Cómo? Eso es lo que no entiendo”.

Roberto, para pasar el tiempo en el penal, cocina, lee mucho de los diarios que le llevan desde distintos organismos de derechos humanos y está participando de unos talleres de filosofía. Dice también que ve la tele, que no puede creer las cosas que dicen ahí. “Estando acá no podés elegir siempre el canal, entonces escuchas capaz alguno que no te gusta mucho. Pero es increíble como te escrachan con nombre, DNI y todo por haber ido a una marcha. Después salís en libertad y cómo reparan eso”.

Le preguntamos por qué salió a marchar ese día. Estaba cebando un mate, frena en seco y dice “¿Cómo que por qué? ¿Vos no fuiste?”, dice y se ríe. “En la panadería donde trabajo antes venía una persona por día a pedir pan, ahora pasan como quince todos los días. Salís y ves un montón de gente viviendo en la calle. No reparten los medicamentos oncológicos, le pegan a los jubilados, echan gente de todos lados ¿Cómo va a venir un tipo a decirte que vos no podés trabajar más? Como los que trabajan en salud, yo tengo un amigo enfermero. Él se tomaba el colectivo para ir re temprano a estudiar, venía re tarde después de trabajar. Y viene uno que no sabe ni quién es y le puede decir que no, que no sabe nada, que no sirve lo que sabe hacer. No es así. La gente tiene que salir también, ya se están cansando. Si te digo, la gente no se iba ese día. Lastimados o con la cara roja por los gases, la gente se quedaba igual, si no tienen nada más para perder”.

Y agregó: “Encima felicitando a la policía, que hizo cualquiera ese día. Antes también, vos veías que felicitaban a los que iban matando supuestos chorros, esto que tiene el nombre del policía Chocobar ¿No?, bueno y ahora cómo felicitan al policía ese que mató a un nene en Wilde. No es así, no podés pensar así. Se está muriendo mucha gente que los votó encima ¿Cómo no voy a salir si nos están robando todos los derechos?”. “Dentro de todo lo que me ha pasado, me quedo con lo mejor. Acá le pongo onda igual”.


Fuente: https://www.anred.org/2024/08/17/cuando-salga-quiero-volver-a-mi-vida-normal-a-trabajar-en-la-panaderia-donde-vivo-tambien-y-voy-a-seguir-marchando/

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