Claypole, Almirante Brown. Con 17 años de historia y una construcción genuina con y para el barrio, las y los vecinos se organizan para defender el espacio. Para que siga siendo de los pibes y pibas, para que siga siendo un espacio de encuentro, recreación, trabajo y lucha.
Baja el arroyo San Francisco en búsqueda de llegar al Río. Atraviesa entubados y cruza puentes. Sigue su viboreante camino peinando raíces de árboles que crecen a su vera. Y entre vuelta y vuelta, se ensancha, se pone coqueto, y muestra todo su esplendor en el Barrio Medalla Milagrosa de Claypole.
En unos terrenos que acumulaban montañas de basura, focos infecciosos, y otros males, un grupo de vecines organizades, en conjunto con miembros de las instituciones cercanas, y algunas no tan cercanas como la Facultad de Ciencias Naturales de la UBA, consiguieron que se lleve adelante un proceso de rehabilitación ecológica creando un humedal o bañado de desborde, para que las constantes crecidas del arroyo no terminen adentro de las casas cercanas y sigan su curso.
El Proyecto Hábitat Claypole (PHC) lleva años de trabajo en el lugar. Limpiando, investigando, manteniendo, diseñando, imaginando. Sobre todo soñando que sea un espacio verde, lugar de descanso y juego, para las y los vecinos de todas las edades.
En esas hectáreas abandonadas, entre las calles Alsina, French, José Hernández y Libertad, de a poquito fue creciendo otro plan. Hermano y complementario de PHC. El Club Social y Deportivo Hermanas Mirabal.
Por ahora hay una cancha de fútbol once, donde se entrenan los chicos del club para ir a jugar los campeonatos que se organizan desde el municipio. También las cuadrillas de construcción del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) hicieron un playón de material con una canchita de fútbol y dos de basquet. En estas últimas semanas se empezó a proyectar una futura cancha de voley. Faltan baños, vestuarios, juegos para les más chiquites, y otras cosas que todavía ni se les ocurrieron. Pero saben, que como el arroyo avanza hasta llegar a su destino, el club también lo hará.
Cada vez más pibes se suman al club. Por ahora 80 chicos, martes y viernes entrenan, y sábado o domingo compiten. En un contexto cada vez más adverso para les pibes de barrios vulnerados, encuentran en el CSyDH Mirabal un espacio donde ejercer su derecho a la recreación y a divertirse.
Los profes los reciben, preparan los entrenamientos, los atienden si alguno se lastima. Acondicionan la cancha para que el balón pueda rodar y no enmarañarse entre los matorrales que crecen rápidamente después de las lluvias de verano.
Hace poco iniciaron una campaña para conseguir donaciones de botines. Lo podés ver a Gonzalo dibujar una chilena en el aire, con los timbos que se consiguieron con la solidaridad de la gente, que vio en redes los memes del Club pidiendo que compartan el calzado y no los cuelguen en los cables de electricidad de la calle.
Corren, saltan, traban, le pifian a la pelota, pero siempre con una sonrisa. Aunque la pelota esté desgajada Albert, el arquero de los más grandes, vuela para atenazarla junto a su pecho. Marce, aguerrido defensor que no deja pasar ni al viento, esta semana cumplió años, y para festejarlo pidió que en la torta esté estampado el escudo de Las Hermanas Mirabal, como en su pecho cada vez que sale a jugar con sus compañeros en el campeonato de Brown.
Cae la tarde, y el entrenamiento va terminando. Un colectivo le toca bocina a un peatón que cruza Alsina distraído. Se asustan las garzas, los teros y los cuervillos que salen volando. Gracias al trabajo de recuperación del arroyo volvieron las aves al barrio. Y ahora ven desde el cielo a los pibes que como ellas también disfrutan del espacio verde.
Pero hace unas semanas todo este desarrollo entró en riesgo. Las organizaciones sociales vienen avisando que donde ellas se debilitan y retroceden por la persecución del gobierno, el que aprovecha y avanza es el narco. Y esto, lamentablemente, se ejemplificó de la peor manera en el Centro Cultural Hermanas Mirabal. El 30 de octubre, un grupo criminal vio el avance del gobierno, pensó que éramos débiles y se metió en el local donde hace base el Club y Proyecto Hábitat. Con golpes y amenazas con armas de fuego se quedaron con todo. Los militantes de la organización llegaron a salvar algunas cosas del comedor, la comida se la habían robado, y también quedaron todos los materiales del Club. Y a pesar de este hecho ninguna práctica del club se suspendió.
Desde ese día están intentando recuperar el espacio. Llevaron adelante todo tipo de estrategias para conseguirlo. Siguieron el camino legal, judicial, golpearon todas las puertas de responsables que había que golpear. Pero aún más importante que esto, sacaron a relucir todas las redes solidarias que supieron construir durante estos años. Y este martes 3 de diciembre a las 17hs van a volver a ocupar el lugar, y para eso convocan a una gran actividad en el predio. Si bien el señor que vendía drogas en el barrio ya está detenido, quieren demostrar que no están solos, que 17 años de construcción en el lugar los avalan. Los esperan a todas y todos.