DOSSIER DEUDA PUBLICA Y EXTERNA
¡Argentines, que la inocencia les valga! (28 de diciembre: Día de los Inocentes)
Mario Hernandez
Se celebra el Día de los Santos Inocentes, con el que los cristianos conmemoran la matanza de varones menores de dos años nacidos en Belén, lugar de Palestina donde nació Jesús (Judea), ordenada por el mencionado rey, que según los relatos tenía el propósito de asesinar al niño que sería el Mesías según los anuncios proféticos.
En fechas posteriores se instaló la costumbre de gastar bromas (algunas bastante pesadas) con noticias falsas, que luego eran develadas tras la sorpresa de la gente que se las creía, como los “inocentes” niños.
Aunque el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, se adelantó unos días, seguramente nos quiso hacer una broma cuando aseguró que “bajó la deuda pública”, a pesar de la “tristeza de los mismos de siempre” y citó, como fundamento, cifras relevadas por Ramiro Castañeira, economista y asesor presidencial.
Según Menem, este mensaje está destinado a “kirchneristas y allegados”, porque, como dice Castañeira, “el kirchnerismo aumentó la deuda pública en 300.000 millones de dólares”.
“La deuda pública bajó 29.000 millones de dólares durante el primer año de Javier Milei. Dos décadas aprobando presupuestos que pedían autorización para aumentar la deuda pública en igual magnitud por año”, señaló el asesor presidencial.
En la misma línea, recordó que además de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y el de Alberto Fernández, el mandato de Mauricio Macri, a través de Cambiemos, la aumentó en 60.000 millones.
“Durante 20 años nos quisieron hacer creer que no se podía, que era imposible, que la guerra, que la crisis, que el contexto… etc. Toda ‘sarasa’ de los mismos de siempre”, aseveró Menem desde su cuenta de la red social X.
Paralelamente, Castañeira sostuvo que el Producto Bruto Interno (PBI) per cápita “se duplica a 15.500 dólares” y, de esa manera, el país recupera “32 puestos en el ranking mundial”, luego de más de dos décadas en las que Argentina perdió 60 escalafones.
Para finalizar, el presidente de la Cámara Baja tomó un concepto de Castañeira, que apunta a las políticas económicas llevadas adelante por todos los gobiernos anteriores, y lo resaltó: “Fue un ‘experimento comunista’ que duró 23 años. Nunca mejor expresado”, culminó.
Un año de Milei: ¿aumentó o bajó la deuda pública?
Por Lucía Ortega
El presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, festejó en redes que el stock de la deuda pública habría bajado en el primer año de la gestión Milei. Pero los datos oficiales de la Secretaría de Finanzas muestran otra cosa. El Gobierno anuncia al mismo tiempo que negocia un nuevo préstamo con el FMI de hasta U$S 20.000 millones. La trampa de la deuda odiosa.
El sobrino de Carlos Menem y presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, destacó en su red social que “bajó la deuda pública”. El gobierno de La Libertad Avanza festeja así que a un año de gobierno habría tenido logros en materia de “desendeudamiento”, al mismo tiempo que difunde negociaciones por un nuevo acuerdo de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que significaría un incremento de entre U$S 11.000 a U$S 20.000 millones.
Sin embargo, la deuda pública total acumuló un récord de U$S 464.258 millones en noviembre de este año, lo que implica un salto de U$S 93.585 millones desde diciembre pasado, cuando se ubicaba en U$S 370.673 millones. Esto significa un incremento de 25%.
Estos datos derrumban aquella máxima del presidente Milei de que el endeudamiento público se explica por el déficit fiscal: a pesar de los superávits récord obtenidos en base a un ajuste brutal, la deuda se multiplicó a gran velocidad.
Fuente: Secretaría de Finanzas.
Ante este señalamiento realizado por el Diputado del kirchnerismo, Germán Martínez, Menem respondió que para realizar la cuenta debe agregársele al cálculo la deuda del Banco Central. De esta forma, como el Tesoro absorbió el stock de pases que tenía la entidad monetaria por unos 60.000 millones de dólares, la deuda total habría descendido U$S 29.000 millones, siguiendo la cuenta que realizó en X.com el economista liberal Ramiro Castiñeira.
No es la primera vez que aparecen este argumento y debates. ¿Cómo debe compararse la deuda para saber si creció o bajó, hay que mirar sólo la deuda del Tesoro o debe tenerse en cuenta también la deuda “cuasi fiscal” del Banco Central?
Ambos indicadores son importantes y expresan distintos aspectos de la realidad financiera del Estado. En el caso del Tesoro sólo caben dos formas de cumplir con los vencimientos: mediante el superávit fiscal (ingresos superiores a egresos) y mediante nueva deuda. El gobierno eliminó los préstamos del Banco Central al Tesoro (en base a emisión monetaria), pero además acrecentó su deuda al traspasarle el endeudamiento del Central.
Por otra parte, durante 2024 el gobierno se vio imposibilitado de tomar deuda externa a pesar de la reciente baja del riesgo país (que sigue en niveles elevados para conseguir préstamos), por lo cual recurrió a un enorme endeudamiento del Tesoro en pesos en el mercado interno, con instrumentos como el BonCer atados a la inflación. Mientras tanto, el Tesoro abonó religiosamente los vencimientos de intereses y capital con los especuladores de la deuda externos y con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que objetivamente implicó un menor stock de deuda en dólares.
Mientras tanto, la deuda en pesos siguió creciendo, mientras el ministro de Economía Luis Caputo garantizaba el esquema de bicicleta financiera (tasas de interés internas en dólares, gracias a un tipo de cambio apreciado, superiores a las tasas externas) mediante el cual, especialmente en la segunda mitad del año, los especuladores de la deuda y el gran capital hizo jugosas ganancias en dólares. Es por ello que la cuenta final da un incremento de más de 90.000 millones de dólares de deuda total medida en dólares, en tanto que el tipo de cambio se mantiene apreciado y genera el efecto contable de acrecentar su medición en la moneda norteamericana.
Por su parte, el gobierno no eliminó la deuda del Banco Central, sino que modificó su nombre. Desde julio de 2024 la entidad comenzó a operar con las “LEFI” -Letras Fiscales de Liquidez (LEFI)- un instrumento de fijación de la tasa de interés (tasa monetaria) que le permitió al Banco Central emitir dinero futuro (deuda), pero cuya emisión es a cuenta del Tesoro. Un pasamanos de deuda. Es decir, es este último quien las paga y por ello está obligado a registrar un superávit fiscal sobre la base de un feroz ajuste que se descargó sobre el pueblo trabajador.
Cabe recordar a inicios de año el papel de Caputo en estatizar las deudas privadas mediante el BOPREAL, un instrumento que utilizó para rescatar la deuda privada de las empresas importadoras, que ahora forma parte de la deuda “cuasi fiscal” del Banco Central.
Los gobiernos de Cristina Fernández, Mauricio Macri y Alberto Fernández han jugado un rol clave en el círculo vicioso de endeudamiento y crisis económicas. Durante los mandatos de los Kirchner, se realizaron canjes de deuda que, si bien fueron presentados como exitosos, consolidaron beneficios para los fondos buitre. Macri, por su parte, destacó por operaciones escandalosas como el bono a 100 años, mientras que Alberto Fernández no sólo no investigó estas maniobras, sino que impulsó un acuerdo con el FMI que convalidó la estafa.
En este sentido, Milei continúa la tradición de priorizar el pago de una deuda ilegítima en detrimento de las necesidades sociales. En 2024, se realizaron pagos de deuda por 9.307 millones de dólares. Gran parte de estos recursos podrían haber sido destinados a salud, educación o infraestructura.
La experiencia histórica demuestra que los acuerdos con el FMI no son una solución, sino parte del problema. “Honrar” la fraudulenta deuda externa en beneficio de los buitres especuladores y del FMI llevó a catástrofes económicas y sociales permanentes, como la hiperinflación de 1989-1990 o la quiebra de 2001. La deuda externa es un mecanismo de subordinación imperialista que condiciona la soberanía económica y política del país. Por eso, desde la izquierda se plantea la necesidad de romper con el FMI y desconocer soberanamente esta deuda ilegítima.
Los vencimientos de la deuda pública
Los vencimientos para el año próximo de la deuda pública constan, básicamente, de dos partes: los de la deuda externa son de 17.285 millones de dólares en billetes “verdes” y los vencimientos de la deuda doméstica que llega a 39 Billones de pesos, el equivalente, según el tipo de cambio estimado por el gobierno para el 2025, de unos 33.000 millones dólares.
Respecto a los casi 18.000 millones de dólares, dentro de este paquete, hay 2.700 millones que corresponden a compromisos de pago con el FMI (15%). Pero los compromisos de pago con el Estado chino son 5.500 millones de dólares. Es decir, más del doble de lo que exige el FMI (más del 31,82% del total de los casi 18.000 millones de dólares).
Es una contradicción importante que debe afrontar el gobierno de Milei-Villarruel. Por un lado, se desvive por arrastrarse ante Trump, la cabeza del eje yanqui, inglés y del Estado genocida de Israel, que el presidente Milei ama de corazón y, por otro lado, debe tratar de no desairar al gobierno chino que lo tiene sujeto de otro lazo y es, además, el primer socio comercial de nuestro país.
Deuda odiosa. El Gobierno de Milei acelera la búsqueda de un acuerdo con el FMI
La vocera del Fondo Monetario Internacional (FMI), Julie Kozack, confirmó el jueves pasado el inicio de negociaciones formales con el Gobierno argentino para un nuevo programa de financiamiento externo. El actual programa de facilidades extendidas vence a fin de año y el gobierno de Milei busca reemplazarlo por uno nuevo, que según se anticipa, incluirá condiciones aún más severas para cumplir con los acreedores, perpetuando el ajuste sobre la clase trabajadora y los sectores populares.
Restan dos revisiones y un desembolso cercano a los 1.000 millones de dólares para culminar con el acuerdo de Facilidades Extendidas, firmado en marzo de 2022 durante el gobierno del Frente de Todos y apoyado por todos los partidos políticos en el Congreso con excepción de la izquierda. Este acuerdo reestructuró la deuda del programa stand by por U$S 45.000 millones tomada durante el gobierno de Mauricio Macri y, por lo tanto, desde el año 2025 en adelante el país comenzará a afrontar los vencimientos de capital e intereses que superan los U$S 20.000 millones al año.
El gobierno había acelerado las negociaciones con el organismo internacional en las últimas semanas con el envío de una comitiva a Washington encabezada por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el secretario de Política Económica, José Luis Daza, y el vicepresidente del Banco Central (BCRA), Vladimir Werning.
El gobierno de Javier Milei se apresura a cerrar un nuevo acuerdo con el FMI, en medio de una estabilidad económica del dólar y la inflación con bases muy débiles, apoyada en la recesión económica y el ingreso reciente de dólares por el blanqueo de capitales. Kozack destacó ciertos “logros” del plan de ajuste implementado por el gobierno, como la reducción de la inflación y la mejora en las reservas internacionales. Sin embargo, estos avances son insuficientes para enfrentar los desafíos estructurales de una economía asfixiada por la deuda y la fuga de capitales.
“Las autoridades han expresado formalmente su interés en pasar a un nuevo programa y las negociaciones están en marcha”, dijo Julie Kozack, durante su conferencia de los jueves en Washington.
“Durante el último año desde que asumieron el cargo, las autoridades argentinas han seguido implementando su programa de estabilización económica, y han logrado resultados impresionantes. Estos incluyen una reducción considerable de la inflación, los superávits fiscales, y una mejor cobertura de las reservas internacionales”, describió Kozack. Y completó: “Una recuperación de la actividad económica y de los salarios reales está ahora firmemente en marcha, con un crecimiento que se tornó positivo en el tercer trimestre de este año”.
La intención del Gobierno es obtener un desembolso adicional de entre 11.000 y 20.000 millones de dólares para reforzar las reservas del Banco Central y eliminar el cepo al dólar, no obstante, esta aspiración es rechazada por la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y su staff técnico.
El actual esquema de vencimientos de deuda es impagable y el gobierno busca fondos frescos para sortear el primer año, con la contracara de profundizar las contradicciones de la economía. Las reservas netas del Banco Central siguen en terreno negativo por unos U$S 4.600 millones, por lo cual, quedó muy lejos de cumplir con la última meta de reservas con el organismo.
La deuda externa: un mecanismo de saqueo y dominación
El endeudamiento externo, promovido por los sucesivos gobiernos desde la última dictadura cívico-militar, es un instrumento de saqueo. “Honrar” esta deuda ilegítima y fraudulenta no ha traído beneficios para la mayoría de la población, sino que ha profundizado las desigualdades y la dependencia económica. Este nuevo acuerdo con el FMI no será la excepción: se trata de una “deuda odiosa”, impagable y destinada a seguir beneficiando a un pequeño grupo del gran capital.
El FMI, nuevamente, exige medidas como “un tipo de cambio flexible y la eliminación del cepo”, según palabras de Kozack. Estas demandas, lejos de resolver los problemas de fondo, profundizan el ajuste sobre las mayorías trabajadoras encareciendo el costo de vida y perpetuando la precariedad laboral, junto con un saqueo de los bienes comunes naturales.
Eric Toussaint, que es el referente del “Comité para la abolición de las deudas ilegítimas” señala que el endeudamiento argentino califica como deuda odiosa, porque la mayoría de las operaciones son realizadas contra los intereses de la nación o del pueblo de la nación y con conocimiento de los involucrados (es decir, el FMI, los bancos nacionales e internacionales, los fondos de inversión, funcionarios) de que esto es así. La calificación de deuda odiosa es motivo suficiente para declarar el desconocimiento soberano de esas deudas. Hay que rechazar el acuerdo con el FMI.
La experiencia histórica demuestra que los acuerdos con el FMI no son una solución, sino parte del problema. “Honrar” la fraudulenta deuda externa en beneficio de los buitres especuladores y del FMI llevó a catástrofes económicas y sociales permanentes, como la hiperinflación de 1989-1990 o la quiebra de 2001. La deuda externa es un mecanismo de subordinación imperialista que condiciona la soberanía económica y política del país. De allí, la necesidad de romper con el FMI y desconocer soberanamente esta deuda ilegítima.
No es un planteo “utópico” o imposible, como busca presentar la derecha y todo el arco político que coincide en mantenerse dentro de los marcos del régimen del FMI, para no cuestionar los fundamentos que sostienen las ganancias capitalistas en el país. El desconocimiento soberano de la deuda externa es una medida urgente para reorganizar la economía en función de las necesidades de las grandes mayorías, empezando por la nacionalización de la banca y el comercio exterior, medidas que permitirían poner las riquezas del país al servicio del pueblo trabajador y no de un puñado de especuladores.
Un poco de historia
En “Matriz productiva argentina: importar y despedir” de Horacio Rovelli* perteneciente al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) sostiene entre otras cosas: “El modelo de sustitución de importaciones (ISI) implicaba trabajo y poder de los trabajadores y por eso su destrucción y reemplazo por un modelo extractivista, agropecuario y financiero exportador en la dictadura cívico – militar, en la que nuestra burguesía aceptó subordinarse a la economía mundial que exige una Argentina que produzca alimentos y materias primas e importe todo lo demás.
Para ello fue necesario endeudar al país, que esa plata la fugue la casta dominante enriqueciéndose y que, la deuda la pague el pueblo argentino, con ese fin, se debe forzadamente aceptar priorizar vender al extranjero por encima de la producción y su venta al mercado interno.
La deuda generada en la dictadura cívico–militar
Los grandes grupos económicos que se beneficiaron con la toma de deuda en la dictadura cívico-militar (Rocca-Techint, Eurnekian, Pérez Companc, Bulgheroni, Fortabat, Pagani, Magnetto, Macri, Madanes Quintanilla, Bagó, Blaquier-Ledesma, etc.), y el sector agroexportador, también ligado a los grupos referidos y a las empresas extranjeras, al igual que la banca acreedora (liderados por el FMI–Fondo Monetario Internacional), presionaron para que no se investigue la deuda heredada de la dictadura militar, que era de unos 43.600 millones de dólares, exigían el reconocimiento de toda la deuda y, el pronto y mayor pago posible de los servicios de la misma.
Ante la insistencia de que el gobierno radical acepte toda la deuda externa, el 18 de febrero de 1985 el ministro de economía, Bernardo Grinspun, echó del ministerio a Joaquín Ferrán, representante del FMI en la Argentina, al día siguiente el presidente Alfonsín le pidió la renuncia a Grinspun, el plan de legitimar la deuda externa y de acordar con los grupos económicos locales se ponía en marcha.
Pero la deuda externa era de tal magnitud y los intereses tan altos (rondaban el 16% anual en dólares) que se empleó todo el superávit comercial en el período 1985-1988 (8.530 Millones de dólares), y sin embargo la deuda externa pública creció a 63.200 millones de dólares. Más pagábamos y más debíamos.
La incapacidad de poder pagar la deuda externa hace que el gobierno radical deba dejar de subsidiar a los grandes contratistas del Estado (disminución de la obra pública, limitación a las promociones industriales y otros tipos de promociones impositivas; desprotección arancelaria y cambiaria, etc.), para poder “honrar” la misma. Esto se traduce en una fuerte puja inflacionaria que desencadena la hiperinflación de 1989, con ello la toma de supermercados, actos de saqueos para mitigar el hambre y, la asunción anticipada de Carlos Menem en julio de ese año.
El menemismo con el pretexto de la crisis hizo aprobar las Leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, que esbozaban un amplio plan de privatizaciones y dotaban al Ejecutivo de amplias facultades para racionalizar el gasto público.
Las privatizaciones crearon, al generar un flujo de ingresos de dólares presente, el marco para aplicar el Plan de Convertibilidad de nuestra moneda con el dólar, dado que fomentó el ingreso de capitales (acompañado por la fuerte extranjerización de la economía), lo que se revierte a posteriori por el giro de utilidades a su casa matrices, proceso que se desencadena la crisis del año 2001.
El Estado Nacional al absorber la deuda de las empresas dejó las mismas saneadas por un lado (a costa del aumento de la deuda pública) y, por otra parte, fue acompañado con los “planes de retiro voluntario”, jubilaciones anticipadas, despidos y cesantías, lo que ocasionó, por un lado, inmejorables condiciones para la obtención de renta de dichas empresas pero, por el otro, perfiló una importante regresión del ingreso, expulsando trabajadores a la desocupación y a la pobreza.
La implosión de la convertibilidad se explica por la constante y creciente fuga de capitales que en el año 2001 fue de 29.913 millones de dólares, a lo que se sumó que esos mismos empresarios que se beneficiaron con la toma de deuda en la dictadura cívico-militar, volvieron a contraer deuda en divisas en el mercado local y se le “pesificó” la misma, fijándole a un tipo de cambio de un peso un dólar, pero la devaluación de nuestra moneda fue incontrolable, en el mercado paralelo y en Montevideo en abril del año 2002 se cambiaba el dólar a 4 –cuatro- pesos lo que impactó en el poder adquisitivo del salario y benefició a los deudores que pagaron la cuarta parte de la misma o menos.
La historia vuelve a repetirse
En la década ganada se retoma la defensa del mercado interno, de la producción y el trabajo nacional, se resuelve la cesación de pagos canjeando los títulos de deuda por nuevos bonos indexados por la inflación y el índice de crecimiento económico (sustituyendo título en moneda extranjera por moneda nacional), que significaron una quita del 65% de la deuda, e implica una disminución de 61.350 millones de dólares sobre el capital, que se reduciría así a 20.450 millones de dólares.
El 3 de enero de 2006 se abonó totalmente la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) concretando un pago anticipado de 9.530 millones de dólares con las reservas internacionales acumuladas básicamente por la exportación de soja.
La administración de Cambiemos que asumió el gobierno nacional en diciembre de 2015 incrementó sideral y terminantemente la deuda externa. Las necesidades financieras del Tesoro Nacional dejaron de atenderse principalmente con fuentes domésticas y en pesos y, comenzaron a cubrirse a través de un proceso acelerado de endeudamiento externo.
El gobierno de Cambiemos incrementó la deuda externa en más de 100.000 millones de dólares y cuando el ministro Martín Guzmán le pregunta al empleado de Clarín, Marcelo Bonelli, a donde se había ido esa deuda, la respuesta obvia: se fugó. Pasó a engrosar el capital que los ricos del país tienen en el exterior, sin embargo, la está pagando el pueblo argentino, por ahora los intereses, dado que el FMI a cada vencimiento de la cuota trimestral de capital del stand by concedido nos otorga un préstamo a 10 -diez- años, convirtiéndose en un crédito de facilidades extendidas y el primer pago de capital se hace en el año 2026.
Y a su vez, el canje de deuda realizado con los “bonistas” (tenedores de títulos de deuda externa) el 31 de agosto de 2020, acuerda que se le abonen los intereses de la deuda, y el capital comienza a amortizarse en cuotas desde el segundo semestre de este año 2024.
El gobierno de Alberto Fernández que no investigó la deuda y acordó mejores plazos para su pago, financió el déficit fiscal heredado y agravado por la asistencia a la población por la pandemia del covid-19 (en este caso justificadamente), con la colocación de títulos de deuda en pesos, en el mercado interno, pero ajustables por inflación o por dólar oficial o por las dos cosas (Bonos dual) por un monto total de 57,5 billones de pesos cuando se había heredado deudas en pesos por un monto mucho menor.
Según el INDEC en el cuarto trimestre de 2023 el nivel de pobreza fue del 44,8% (16.650.000 personas, mayoritariamente niños y ancianos) y de indigencia del 13,8% de la población.
Una economía extractivista, agropecuaria, financiera exportadora
El camino elegido para pagar la deuda pública lo explica el embajador Marc Stanley, quien aseveró el 30 de agosto de 2022 en la Cena Anual del Centro de Estudios Americanos en la Argentina (CEA): “La Argentina puede abastecer de energía al mundo y alimentarlo para poder ayudar a recuperar y hacer crecer a su propia economía (…) El yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén tiene un potencial para atraer inversiones adicionales desde los Estados Unidos, generar más exportaciones para la Argentina, estabilizar su economía, y proveer aliados alrededor del mundo con muchas más fuentes de energía que tanto se necesitan.”
Entonces el modelo es simple y lineal que la Argentina toda se aboque a producir energía y alimentos para exportar y que, con esos ingresos, pague la deuda e importe lo demás.”
Y concluye: “El plan, por llamarlo de alguna manera, es reducir lo máximo que se pueda el consumo interno para aumentar los saldos exportables de minerales, de energía, de forraje y de alimentos. La caída del consumo implica el descenso del PIB, dado que más del 70% de lo que se produce se vende en el mercado argentino y cuanto más se reduce el consumo, mayor es el descenso del PIB. El modelo es recesivo siempre, con mayor recesión se controlan los precios, se importa menos y se exporta más, garantizando el pago de la deuda y el modelo extractivista agropecuario, financiero exportador.
Murray Rothbard, con quien Milei se referencia, sostenía que los EE UU debían producir para el mercado interno, que lo que no se podía vender se lo exporte, y si no que se deje de producir, que el mercado iba a reasignar los recursos para otra producción. En la visión del colonizado de Milei, primero que se exporte, si no se puede exportar que se lo venda en el mercado interno al precio internacional, y si no que se deje de producir. La desocupación y la pobreza es un dato que para ellos no existe.”
*Horacio Rovelli es Licenciado en Economía, profesor de Política Económica y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica. Analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: https://estrategia.la/2024/03/30/analisis-matriz-productiva-argentina-importar-y-despedir/
Reproducimos documento de la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda
¿Más Deuda? Solo para empobrecernos ¿Empobrecernos? Para pagar la deuda
A pesar del brutal ajuste y el superávit fiscal, la deuda no para de crecer. Y el Gobierno de Javier
Milei va en busca de más dólares de parte del FMI, el Banco Mundial o quien sea, para sostener un modelo económico de hambre y miseria. Una política económica que va destruyendo la industria y el comercio local, los ingresos populares y las fuentes mismas de la vida como el agua, los suelos, los bosques. Subordina cada día más la economía a las empresas y fondos trasnacionales y gobiernos extranjeros. En la década del 90 vivimos una experiencia similar y todos sabemos de sus nefastas consecuencias de vaciamiento, ajuste y degradación social que produjo, llevando al estallido popular del 2001.
El plan central del gobierno es un recorte gigantesco sobre las partidas de jubilaciones, medicamentos del PAMI, salarios estatales, fondos de las universidades, obra pública en rutas, escuelas, hospitales, edificios públicos, auxilio económico para provincias y programas de asistencia social (como el Potenciar Trabajo o los alimentos de los comedores).
El gasto estatal podado se traduce en una actividad económica un escalón más abajo del que supo estar hasta fines de año pasado (-1,9%), pero con una caída llamativamente notoria en industria (-6%), construcción (-11%) y comercio (-6%), es decir, los sectores que más empleo y valor agregado producen. No se trata de un efecto secundario de la política económica: esa es la política económica que el Gobierno eligió para enfrentar los altos niveles de inflación.
Además, se afectaron con saña aquellos sectores que el Gobierno pretende utilizar como enemigos en su “batalla cultural” contra los derechos populares. Por eso se recortaron los programas que brindaban asistencia social a los sectores más vulnerables, o los que buscaban paliar las desigualdades de esta sociedad patriarcal. O dar insumos y herramientas a familias campesinas, o acercar cine, libros, cultura en general para los sectores populares, cuidar el ambiente, y la lista sigue. El ajuste empeora la vida, y empuja a los hogares a resolver los gastos cotidianos con más horas de trabajo precarizado, incluyendo aquel no remunerado, que recae mayormente sobre las espaldas de las mujeres y disidencias. La población migrante es estigmatizada, y ni lxs niñxs se salvan, ante los proyectos de ley que buscan bajar la edad de punibilidad acusándoles de ser la causa de la inseguridad.
Pero… a pesar de todo eso, la deuda creció y su pago fue convertido en la prioridad política número uno. El aumento se debe a que fue utilizada para reforzar el hundimiento de la economía como herramienta contra la inflación, por medio del mecanismo de quitar pesos de la circulación económica. Así, $8,4 BILLONES están en una cuenta inmóvil en el Banco Central, producto de lo que el gobierno colocó de nueva deuda y lo que ajustó. Ya se destinaron $4 BILLONES a adelantar (si, adelantar) la compra de dólares para los pagos de deuda del año 2025. Y el pago de los intereses sobre esta estafa garantiza a los grandes especuladores sus ganancias récord valuadas en dólares.
Espejitos de colores
La “salida del cepo” es el hito que muchxs analistas mediáticos señalan como la esperanza de la reactivación, pero es también la esperanza de la repatriación de dividendos al exterior de las empresas que les pagan las opiniones. Esa medida es postergada por el Gobierno, que aspira a evitar que esa liberación del mercado de cambios genere una nueva devaluación incontrolable y se traslade a los precios, como pasó con la devaluación de diciembre del 2023.
Por eso el Ministro de Economía, Luis Caputo, quiere nuevamente los dólares del FMI, para avanzar con esa medida con “poder de fuego” en el Banco Central para enfrentar una corrida contra el peso. No pueden obtener todavía dólares saliendo directamente al mercado de crédito internacional. Quieren evitar que se diluya el capital político del gobierno por haber bajado la inflación (con esa receta recesiva).
No les importa el costo político de que sean figuras centrales del Gobierno los mismos personajes de la gestión Macri (L. Caputo, F. Sturzenegger, P. Bullrich), que ataron al país al FMI en 2018, aumentando la deuda y la pobreza para garantizar la fuga de capitales.
Patear el problema para adelante sumando clavos al cajón del endeudamiento
“Y si sale bien”? El “éxito” del proyecto será dejar una economía con una menor producción local (salvo en algunos sectores exportadores que insumen poco empleo), con menos trabajo, con una mayor miseria, inseguridad creciente, una vida pauperizada, y una depredación mayor sobre la naturaleza y los territorios de las comunidades, para hacerse de dólares para seguir la rueda a toda costa. Lo que también habrá es una mayor extranjerización y una hipoteca gigantesca que pretenderá ser pagada luego con otra ronda de ajuste, o en un nuevo relanzamiento del endeudamiento odioso y perpetuo.
Nadie presta plata gratis
Además del interés, tanto el FMI como el Banco Mundial y los prestamistas privados exigen condiciones. De “normalidad capitalista” en los negocios, y también exenciones impositivas y privilegios jurídicos como ofrece el RIGI, infraestructura a medida, contención de las demandas populares, y lo que se les ocurra plantear. La economía local y la suerte de quienes vivimos en la Argentina queda en las manos de enormes fondos internacionales o de los Gobiernos que integran el directorio del FMI y del Banco Mundial (donde Estados Unidos tiene poder de veto).
En el camino del autoritarismo
Para sostener ese ajuste hasta ahora, el Gobierno viene avanzando en un camino de autoritarismo. Con represiones callejeras y la criminalización de dirigentes piqueteros y sindicales. Avanzaron en su plan al filo de desconocer la cobertura republicana del Congreso. Se manejaron con Decretos de Necesidad y Urgencia con los que establecieron inconstitucionalmente una nueva fórmula de actualización de jubilaciones, el poder del Ejecutivo para aumentar la deuda pública sin aprobación parlamentaria, el fin de la Ley 26.160 de emergencia en materia de las tierras de las comunidades indígenas, etc., o con los vetos que dieron marcha atrás con el aumento de jubilaciones y el incremento de salarios de docentes y no docentes universitaries. En ese escenario, los grandes partidos tradicionales se dividieron, con el pase a apoyar al Gobierno de sectores de la UCR, el PRO, el PJ. Como vimos recientemente, hasta fueron comprados legisladores. Estos espacios no pudieron garantizar una oposición al Gobierno, salvo en la derogación del DNU con fondos excepcionales para la SIDE.
Otro camino: resistir en la más amplia unidad y Nunca Más a la deuda y el FMI
A pesar de los intentos represivos del Gobierno, este año no faltaron las luchas y movilizaciones. Y la calle va a seguir siendo el escenario donde se van a expresar las convocatorias en defensa de la salud, la educación, los salarios, contra el hambre, contra la violencia machista, la discriminación y la desigualdad, los derechos de lxs niñxs, la defensa de los territorios y los bienes comunes, entre otras.
Todas esas luchas parciales van a enfrentar un modelo que tiene el pago de la estafa de la deuda como un punto central. Fue solo con la presión de las calles y el levantamiento del 19 y 20 de diciembre de 2001 que se logró suspender la mitad del pago durante tres años y empezar a recuperar lo perdido, mostrando además que otro camino es posible.
Por eso, desde la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda llamamos a resistir en unidad, señalando las relaciones entre cada ataque a los sectores populares y el pago de una deuda que no debemos. También, para plantear la urgencia del Nunca Más a la deuda ilegal e ilegítima, a los acuerdos con el FMI, para que puedan tener éxito nuestros esfuerzos colectivos para construir una sociedad diferente, al servicio de nuestros derechos como pueblos y naturaleza.
AUTOCONVOCATORIA POR LA SUSPENSIÓN DEL PAGO E INVESTIGACIÓN DE LA DEUDA
Argentina, 18/12/24
https://autoconvocatoriadeuda.blogspot.com/2024/12/mas-deuda-solo-para-empobrecernos.html
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FRENTE A LA DEUDA Y AL FMI, NOS AUTOCONVOCAMOS HACIA UNA AMPLIA CAMPAÑA DE MOVILIZACIÓN POPULAR
SUSPENSIÓN DEL PAGO E INVESTIGACIÓN DE LA DEUDA ILEGÍTIMA, ILEGAL Y ODIOSA
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Fuentes: La Izquierda Diario, Resumen Latinoamericano, Perfil