La instauración de un nuevo régimen está en marcha. Tras ello, existe un pacto cuya agenda básica es la impunidad. Tiene como actores a un amplio sector del Congreso de la República y al Ejecutivo, pasando por la Fiscalía de la Nación. Su objetivo mediato es cerrar el sistema de partidos y perpetuarse en el poder lo más que puedan. Pretenden llegar al 2026 y ganar las elecciones que se realizarán ese año.
Por Yorka Gamarra.
Por ello, este pacto malévolo tiene como propósito más cercano destituir a los miembros de la Junta Nacional de Justicia para después tomar el control de los órganos electorales. Avanza estridentemente llevándose por delante todo lo que se oponga: prensa independiente y también la institucionalidad democrática, las leyes y la Constitución.
Cuentan con el apoyo de la gran prensa, manejan el sistema de justicia, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría General de la República, el Tribunal Constitucional, algunas autoridades universitarias, además de la gran empresa. Todo esto con el 90% de rechazo (según última encuesta del IEP).
¿Cómo así hemos llegado a esta situación? ¿Cómo es que, con tan alto rechazo, por parte de los peruanos, se muevan con tanta prepotencia?
El envilecimiento de la democracia: partidos políticos sin arraigo social, instituciones del Estado copados por la corrupción y la mediocridad, proceso iniciado y en varios casos profundizado durante el fujimorismo, no se ha podido revertir, tras 23 años de su fin.
Estos años de post dictadura han sido de marchas y contramarchas, de reformas y contrarreformas. Podemos citar aquí los casos de la SUNEDU, la meritocracia en la carrera magisterial, la instrumentalización de instituciones como el Tribunal Constitucional, entre otras. Hemos convivido todo este tiempo con el fantasma del fujimorismo.
No ha surgido una derecha que se aleje del fujimorismo y que genere nuevas ideas, por el contrario, el fujimorismo ha fagocitado las que existían y ha dotado su discurso y estilos a las inscripciones electorales con dueño propio, que han ido apareciendo.
Las fuerzas fujimoristas han pugnado todo este tiempo para que esa desestructuración, ese envilecimiento que generó la dictadura de los 90, se mantenga, porque es rentable para sus fines corruptos. La institucionalidad no es escenario fértil para la corrupción y la impunidad.
Todavía no estamos en el peor momento de este escenario que quiere crear la derecha más conservadora e ignorante del Continente.
El fujimorismo en todas sus variantes, hoy no propone nada al país, no hay un plan, principios, o un ideario, algo medianamente estructurado o pensado, no, esto está hecho con algo más llano, simple y vulgar, como la evasión de la cárcel y la idea de creer que el Perú les pertenece.
Es hora de abrir espacios para el debate democrático, espacios descentralizados donde se produzcan ideas y se reúna la gente sana del país. Lugares de aguante para recuperar la política como un servicio a la colectividad y no como una forma de asaltar el erario nacional o lograr fines personalísimos.
Yorka Gamarra es abogada, periodista, especialista en conflictividad social, analista de OtraMirada y colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Fuente: https://estrategia.la/2023/09/20/peru-90-de-rechazo-al-gobierno-y-su-congreso/