Se conocieron más casos de levantamientos de producciones artísticas por cuestiones ideológicas. Diversas fuentes alertan sobre instrucciones no escritas que llegan desde la Secretaría de Cultura y autocensura por miedo a represalias.
Por Daniel Cholakian @d_cholakian
Durante el mes de julio el cineasta Goyo Anchou reveló que en espacios culturales dependientes de la Secretaría de Cultura no se programan películas con contenidos feministas, LGBT+, que critiquen a la dictadura y que incluyan a Lali Espósito, tal como lo contó Tiempo Argentino.
Luego de esa denuncia se conocieron otros hechos y/o intentos de censura que ocurrieron desde comienzos del año. Durante el mes de febrero hubo un fuerte rumor sobre el levantamiento de la proyección de Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain, que iba a tener lugar en la explanada del Centro Cultural Kirchner el 17 de febrero. Si bien la proyección se realizó, el intento de censura existió. El realizador había publicado una columna de opinión en la que criticaba muy duramente al Gobierno. Por ese texto fue atacado en redes e incluso denunciado por el fiscal Stornelli por “incitar a la violencia colectiva”. Cerca de la fecha de la proyección desde la Secretaría de Cultura pidieron que la misma se cancelara. Dado que había comprometido su presencia el director y su productor, Osvaldo Papaleo, y ante la posibilidad de que ellos pudieran hacer pública la censura, finalmente se decidió no levantar el evento.
En el mismo centro cultural hubo un caso que sí terminó con la cancelación de una función. Se trata de la premiere de la película Las corredoras, de Néstor Montalbano, protagonizada por Diego Capusotto, que se iba a realizar el 21 de mayo. Días antes se difundió una entrevista al actor en C5N, que dejó algunas críticas muy genéricas al gobierno. A raíz de esas declaraciones las autoridades decidieron levantar la función. Así lo explicó a Tiempo Argentino su productor, Marcelo Schapces: “Estábamos con el estreno de Las corredoras, y había surgido la posibilidad de la propia gente del CCK de hacer la función de preestreno allí. Días antes hicimos la rueda de prensa, y en una de las notas Diego habló de las cosas que sucedían en relación con la cultura, el cierre de Télam y el achicamiento del INCAA, entre otros temas. Sus declaraciones fueron muy sensatas. No obstante eso, un día antes de la función se comunicaron para decir que había llegado a oídos de Cifelli y que se había dado la indicación de que se levantara la actividad”.
Más allá de prohibir proyecciones, hace unos meses el presidente del INCAA, Carlos Pirovano, expresó frente a productores audiovisuales que iba a promover que el Instituto no fomente películas que hablen de temas históricos de los últimos 15 años. En otra reunión, esta vez con documentalistas, una de las participantes le preguntó por su idea sobre la negativa a fomentar películas que hablen de la historia reciente. La respuesta del titular del INCAA fue que no encuentra herramientas jurídicas que legitimen esa restricción y sin ese marco legal se podría decir que ejerce censura. De dicha respuesta se desprende, en principio, que no negó que prohibiría la producción según los contenidos, y que buscaron legislación que lo avalara y –al menos por ahora- no la encontraron.
Hace unas semanas se conoció una situación de censura en el Museo de la Lengua y la Palabra de la Biblioteca Nacional, dependiente del Ministerio de Capital Humano. En este caso fue la directora de cine Eva Dans, quien visitando la muestra The Buenos Aires Affair: 50 años, dedicada a Manuel Puig, su obra y la persecución que sufrió durante la dictadura, se encontró que la misma estaba cerrada. Así lo contó en sus redes sociales. “El viernes fuimos a ver la muestra sobre Manuel Puig al museo de la biblioteca y la muestra ya no estaba, nos dijeron que la nueva directora que asumió dijo ‘para el lunes me levantan esta porquería’”.
Dans contó a Tiempo Argentino que “una amiga me propuso ir a ver la muestra sobre Manuel Puig. Cuando llegamos al lugar nos encontramos que la muestra no estaba más. Al principio pensamos que habíamos visto mal las fechas, pero miramos en las redes sociales y vimos que seguía hasta fines de agosto. Nosotras fuimos a mediados de julio. Se nos explicó que según dichos de la nueva directora del museo, la muestra no se alineaba con el pensamiento de este Gobierno y que por eso fue retirada antes de tiempo. Ante semejante comentario nos quedamos en shock. Nos dijeron que hacía dos semanas que la habían levantado y que a muchas personas les pasaba lo mismo que a nosotras. Decidí contar lo que estaba pasando porque es un caso de censura silenciosa, mucha gente recibe el mismo mensaje y se va sin decir nada, lo cual siento que es una locura”. La muestra fue inaugurada en noviembre de 2023 y en la cuenta de Instagram del Museo del Libro y de la lengua existen tres posteos que indicaban que en esa fecha debía estar aún abierta. Cinco meses atrás indicaba que continuaría hasta el 31 de julio, mientras que en dos publicaciones del mes de junio señalaban como finalización el 31 de agosto o el 1 de septiembre respectivamente. Luego del 24 de junio, la última publicación en redes, no hubo ninguna comunicación oficial que informara del cierre.
Distintas fuentes señalaron, de manera extraoficial, que la fecha de cierre era el 16 de junio, y sostuvieron esa posición, sin considerar que ocho días después aún permanecía abierta y se informaba que iba a durar dos meses más. Lo que nadie niega, es que fue la directora quien decidió que se levantarla el día 15 de junio.
Hay dos ejes que articulan las prácticas censoras. Uno tiene que ver con las líneas permanentes del Gobierno en todos sus organismos, no solo de cultura: no a los relatos que legitiman las identidades LGTBIQ+, a los feminismos, a la crítica a la dictadura y a la visibilización de la crisis ambiental. El segundo eje está dado por los ataques a personas que critiquen al gobierno o al presidente Milei. Ese es el caso de Lali Espósito, Adolfo Aristarain o Diego Capusotto. Los testimonios dan cuenta de la existencia de instrucciones no escritas en diversas instituciones de cultura, así como la existencia de autocensura a la hora de programar eventos, por temor a posibles sanciones.
Romper el silencio es esencial para quebrar el huevo de la serpiente antes que sea tarde.
Fuente: https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/capusotto-puig-aristarain-victimas-de-la-censura-oficial/