Trump tensa la cuerda con China

La guerra económica entre EE.UU. y China no para de escalar. Bajo la promesa electoral de «América primero», Trump no mide consecuencias de sus agresivas políticas.

A puro golpe de tuit el presidente Donald Trump impacta sobre la economía y la geopolítica mundial sin medir los riesgos que están implícitos en sus iniciativas unilaterales. La guerra comercial entre EE.UU. y China ha trepado un nuevo escalón. EE.UU. volvió a subir los aranceles a productos chinos, mientras que China respondió con igual medida, mientras las declaraciones de ambos países subían de tono. Los mercados sintieron el impacto, las bolsas del mundo cayeron, el dólar se fortaleció y las monedas de los países emergentes se devaluaron. En nuestro país subieron el dólar y el riesgo país, cayó la bolsa y el precio de la soja tocó su nivel más bajo en una década.

¿Qué está pasando?

¿Qué fue lo que desató esta escalada cuando en Buenos Aires luego del G20, Trump y Xi Jinping habían acordado una tregua? ¿Incluso cuando recientemente la República Popular cedió a las presiones norteamericanas y autorizó por primera vez al JP Morgan Chase a invertir en fondos comunes de su país? En primer lugar la constatación que el déficit comercial con China sigue su curso ascendente, 420.000 millones de dólares en 2018. Pero sobre todo que el presidente Trump habría recibido de Beijing la noticia de que en el borrador del acuerdo se habrían modificado las promesas de protección a la propiedad intelectual, cesar con la transferencia forzada de tecnología y abrir mercados hasta ahora protegidos, y que todo esto se reflejara en la legislación china. Adicionalmente debe computarse también la preocupación de la administración Trump por la aceptación de los europeos al sistema de telefonía 5G y que Inglaterra (aliada histórica de EE.UU.) estaría negociando en secreto su adhesión a esta tecnología que dominan los chinos y a la que EE.UU. se opone.

Acusó entonces a los chinos de romper los acuerdos alcanzados, estos respondieron que no puede considerarse un acuerdo un borrador de intenciones. El presidente estadounidense subió el tono de sus amenazas, estas fueron contestadas: «No debe subestimarse nuestra capacidad y voluntad de defendernos». «Seguiremos negociando pero si no hay acuerdo lucharemos hasta el final».

América Primero.

Donald Trump está cumpliendo así con su promesa electoral el plano internacional: el regreso al sueño americano de posguerra. «América Primero» fue su eje de campaña para reponer a los EE.UU. en el centro del poder mundial, para lo que podría desplegar iniciativas en múltiples direcciones, enfocado prioritariamente en su déficit comercial que crece continuamente desde hace tres décadas.

Alcanzada la presidencia lo primero fue renegociar el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México (Nafta), luego congeló las tratativas por los acuerdos Transatlántico (TTIP) con la Unión Europea y Transpacífico (TPP), e inició una ofensiva sobre China para reducir su déficit comercial, que culminó en aumentos arancelarios de ambas partes. En paralelo frenó el descongelamiento de las relaciones con Cuba, se retiró de los acuerdos de desnuclearización con Irán y del cambio climático de París, mientras presionaba a Corea del Sur para que frenara su carrera misilística y amenazaba a la OTAN con desfinanciarla si los europeos no aumentaban sus aportes.

Una nueva escalada.

EE.UU. se retiro del acuerdo nuclear del 2015 e inició un bloqueo a Irán, este amenaza con volver a almacenar uranio enriquecido y agua pesada. Trump no tuvo mejor idea que desplegar parte de su flota de guerra en el Golfo Pérsico, a lo que Irán retrucó amenazando con bloquear el Estrecho de Ormuz, por donde pasa buena parte de la producción petrolera. Trump globalizó el conflicto en Venezuela obligando a posicionarse a Rusia y en parte a China. Ante el fracaso del intento de golpe de Estado está jugando ahora la carta del Comando Sur en combinación con su títere Juan Guaidó que ahora ve con buenos ojos una intervención militar para destrabar la situación. El fuerte apoyo económico (FMI de por medio) y político al gobierno de Mauricio Macri en nuestro país tiene que ver con su intento de erradicar al populismo de su patio trasero. En la concepción del trumpismo estos regímenes habilitan el aumento de la influencia de la República Popular en la región.

Peligro en el horizonte.

Llevando al límite la guerra comercial las dos potencias terminarían gravando con mayores aranceles a la totalidad de las importaciones de cada país. Sería muy desigual para China, que vende mucho más de lo que compra. Una nueva guerra de monedas está en el aire. Recordar que China es el principal tenedor de bonos de la deuda estadounidense, 3,2 billones de dólares, si se ve obligada a vender una parte hundiría la economía global.

Tanto el FMI como el BM y la OMC vienen advirtiendo que la economía mundial se está desacelerando más rápido de lo previsto. Con las medidas recientes la desaceleración se acelera. Todos están recalculando a la baja los índices de crecimiento. China lo haría 6,3%, la tasa más bajas en los últimos 25 años; Alemania, la locomotora de Europa, ha reducido a la mitad sus estimaciones, 0,5%; Rusia lo haría al 1,2% y Brasil no logra arrancar. De los Brics solo India lo hace al 7% anual, mientras que Japón ingresaría nuevamente en el estancamiento. América Latina crecería solo el 2,4 arrastrada por la debacle venezolana y la recesión argentina.

El próximo G20.

Solo EE.UU. está creciendo más de lo previsto: 3% anual, con una inflación muy baja, 1,8%, una tasa de interés del 2,44% y la tasa de desocupación más baja en los últimos 50 años, 3,8%. Donald Trump argumenta que esto es producto de su política comercial proteccionista y de cierre de fronteras. Pero sus productores agropecuarios se quejan de que caen sus ventas internacionales, los industriales porque sus costos se encarecen, las corporaciones porque decae el comercio internacional. Los analistas ven riesgos potenciales de recalentamiento.

Todos apuestan ahora a la próxima reunión del G20 donde volverán a encontrarse Donald Trump y Xi Jinping, es que el riesgo de recaer en una nueva recesión internacional está en el horizonte con el agravante del inestable equilibrio de la geopolítica mundial. La insoportable liviandad del trumpismo tiene en vilo a la comunidad internacional.


Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

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