Cuando las sesiones en la Cámara son presenciales, a veces hay 30 o 40 diputados en el recinto (sobre 257), de los cuales solo un 20 % está escuchando al orador. El otro 80 % mensajea o revisa sus papeles.
¿Y los 210 o 220 restantes?
Bueno, en ninguno de los despachos de los legisladores, sea en el Palacio o en el Anexo, falta un cuartito con una cama. Si ahí duermen, cogen o besan una teta a nadie le importa. O si ven TV, toman whisky o transan con otros legisladores o con lobistas, que esos sí que no duermen.
Digo que lo de Ameri, en ese contexto, es banal. Está usurpando el lugar de los gravísimos problemas de la gente (a los más desprotegidos, me refiero). Y, encima, se alzan con la cucarda de que son incorruptibles y rectos con propios o extraños.
Por favor, no le caigamos a Ameri (por esto: por otras muchas cosas, sí).
No les hagamos el juego.