Integrantes del FOL llevan adelante un emprendimiento que convierte la basura en un recurso valioso para el sustento de muchas familias y genera un aporte al cuidado del medio ambiente.
Las Cavas es uno de los tantos barrios del conurbano bonaerense, ubicado en el municipio de Almirante Brown, que presenta graves problema en cuanto a la gestión de residuos. A partir de esto integrantes del FOL decidieron conformar una cooperativa de reciclado que además de generar un recurso a partir de los residuos y aportar en el cuidado del medio ambiente, también es una fuente de empleo para 30 familias.
En Argentina se produce una tonelada de basura cada dos segundos. Según un informe elaborado en 2017 por parte del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Nación, el mundo produce alrededor de 1500 millones de toneladas anuales de residuos, lo que equivale a cubrir la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hasta la altura equivalente a un edificio de siete pisos. A su vez, el Banco Mundial prevé que ese volumen aumente en un 50% para el 2025.
La recolección y gestión de estos desechos depende de cada municipio, pero la ineficiencia, la falta de recursos y de políticas públicas hace que este sea un servicio poco frecuente en los barrios populares, que frecuentemente son el destino de los basurales a cielo abierto y de las canteras ilegales.
“Nosotros estamos en un lugar donde la mayoría de la gente salía a la calle para ganarse el mango juntando los reciclados. Entonces era organizar el trabajo que ya se hacía y no hacerlo solo. Al juntar más material se hace más volumen y te pagan por mayor” conto Manuel, uno de los primeros en sumarse a la cooperativa de reciclado del FOL.
Gabi es la encargada de la logística y contó que es un trabajo arduo y a pulmón. Ella organizó los grupos de vecinos divididos por zonas y cuatro veces por semana salen a hacer el recorrido casa por casa. El martes toca Adrogué, el miércoles Temperley, el jueves Marmol, Calzada, Claypole y San José, y el viernes Burzaco y Longchamps. Luego de la recolección, clasifican los residuos según su material o color, algunas de las cosas que juntan son botellas de plástico, diarios, cartones, vidrios, hierro y telas.
Pero además conlleva un trabajo pedagógico y de dialogo constante con las y los vecinos. “Hay mucha gente que no está concientizada y te mandan basura que no va, entonces nosotros después tenemos que desecharla” explicó Gabi. Esto pone en evidencia la poca educación ambiental de la población y la falta de medidas para fomentar la separación de residuos en origen. Manuel contó que con el trabajo que realizan desde la cooperativa “se reduce un montón de basura. Por ahí una familia que no clasifica sus residuos tira 3 bolsas, pero vos de eso te podes llevar dos, o sea que se achica más de la mitad”.
Además remarcó que “cuando se entierra la basura se mezcla todo: cascaras de verdura con pilas o pañales. Eso hace todo un químico que causa enfermedades y tarda muchísimos años en degradarse” y agregó que “alrededor de eso viven familias que tienen muchos problemas de salud porque el aire, el suelo y el agua están contaminados”.
El origen del problema está en las formas de producción y consumo que impone el sistema capitalista, donde las cosas se usan y se tiran, todo es descartable, y la recuperación de materiales no es vista como un negocio rentable para las empresas ya que muchas veces las materias primas vírgenes tienen costos más competitivos que los materiales recuperados.
Pero si hubiese políticas estatales para fomentar el reciclado se podría comenzar a pensar que lo que hoy se considera como basura en realidad es una fuente de recursos para generar trabajo y para darle un carácter más sustentable a la producción, que tenga en cuenta el cuidado del medio ambiente y que permita un desarrollo humano más saludable y armonioso.