En la segunda conmemoración consecutiva por el Día de la Lealtad Peronista, la Confederación General del Trabajo puso en las calles una manifestación más contundente aún. La demostración de fuerzas fue tanto de apoyo al gobierno nacional, como de advertencia ante las iniciativas flexibilizadoras de sectores de la oposición política y empresarial. Y también, en clave de unidad en la rosca sindical ante la inminente renovación de la conducción cegetista.
La idea de volver masivamente a las calles había surgido tras el mal resultado que el oficialismo obtuvo en las PASO, y fue ratificado por el Confederal de la CGT el 22 de septiembre. Una marcha por el 76 aniversario del Día de la Lealtad Peronista, pero un día después, ya que el 17 coincidía con el Día de la Madre, fecha de habituales reuniones familiares.
La decisión de conmemorar un día más tarde la fecha generó una serie de idas y vueltas entre la central sindical, el gobierno nacional y las diversas expresiones agrupadas en el Frente oficialista que culminaron en la casi autoconvocatoria del 17 conviviendo con la jornada sindical del 18. Dos marchas por la misma fecha, ambas de apoyo al gobierno y no enfrentadas entre sí, pero que sí contuvieron distintas expresiones políticas y marcan, entre otras dificultades, lo complejo que le resulta al peronismo transitar su actual conducción colegiada, y más tras el cimbronazo de las PASO.
En rigor, el pronunciamiento de la CGT este 18 fue “por el desarrollo, la producción y el trabajo” y por “la defensa del aparato productivo nacional” y “la generación de empleo genuino”, como puntos principales del documento que prepararon para la fecha, pero que no se leyó en la movilización ya que la misma no contó con ningún acto, quizás para no invocar al fantasma del atril.
En el mismo, la central sindical asegura que “la CGT RA representó y lo sigue haciendo, a la inmensa mayoría de los trabajadores sindicalmente organizados de nuestro país. Y esta responsabilidad de representación mayoritaria que la distingue, nos convoca a: la defensa del aparato productivo nacional; la demanda de políticas económicas que promuevan la generación de empleo genuino; el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social y de Salud; el acceso universal a una educación de calidad; el desarrollo con equidad que posibilite un proceso de movilidad social ascendente y una justa redistribución de la riqueza; el reclamo de un compromiso de responsabilidad social empresaria que le cabe a los sectores de mayor concentración económica y la reconstrucción de un Estado presente, regulador de la economía y promotor del desarrollo económico y social”.
Más adelante, el documento de la actual conducción asegura que “la profundidad de la crisis actual requiere de señales muy claras. Por eso marchamos como la expresión de unidad de las y los trabajadores, como símbolo de unidad del Movimiento Obrero organizado y con vocación de sostener la unidad del peronismo”.
En los alrededores del Monumento Canto al Trabajo, en el bajo porteño, cercano a la sede de la CGT, se ubicaron algunas pantallas. Desde ahí, bajo el estruendo de la pirotecnia, partió la cabecera integrada por los principales dirigentes de la CGT que movilizaron en conjunto por unas cuadras con una bandera con la consigna de la convocatoria: desarrollo, producción y trabajo. Allí estaban, entre otros, Héctor Daer, Hugo Moyano, Carlos Acuña, Antonio Caló (UOM), Jorge Sola (Seguro), Rodolfo Daer (Alimentación), Marina Luz Jaureguiberry (SADOP), Sergio Romero (UDA), Vanesa Siley (Judiciales) y Víctor Santa María (Suterh).
Como ya se mencionó, no hubo oradores, pero sí frases de Perón que repetían los altoparlantes y también, las primeras estrofas de la marcha peronista, que se repitieron en bucle durante las horas en las que fueron avanzando las columnas.
La convocatoria fue impactante, una de las mayores movilizaciones sindicales en muchos años. Además de contar con largas columnas de trabajadoras y trabajadores de la práctica totalidad de los sindicatos, federaciones y confederaciones de la CGT, también se sumaron movimientos sociales y organizaciones políticas, varias de las cuales ya habían estado el domingo en la Plaza de Mayo. El grueso de la marcha se ubicó por Avenida Independencia pero se ramificó por las calles aledañas del macrocentro porteño, lo cual vuelve más difícil cuantificarla.