A partir de los 70 años de la consolidación de la gratuidad universitaria en nuestro país, Vicente Zito Lema dialogó con Alfredo Grande, Irene Antinori y Fernando Tebele en el programa Sueños Posibles y analizó los distintos tipos de universidad, la realidad de las universidades del Conurbano y todo su recorrido militante para llegar a sus 80 años “sin pudor y sin culpa”.
Zito Lema comenzó la reflexión recordando las efemérides más importantes en materia de derechos: “En estos días se celebraron dos hechos muy importantes que en general no tuvieron la trascendencia que su importancia implicaría. Por un lado, los 30 años del acta o convenio en defensa de la niñez y los adolescentes salido de un acuerdo internacional que impulsó las Naciones Unidas y Argentina es miembro adherente desde un año después. Era el gobierno de Carlos Menem, con todas sus contradicciones, hay que reconocerle que fue uno de los primeros que firmó este convenio. Una primera mirada: ¿Valen para algo estos convenios? Es un punto a discutir. Pero los que no aman la vida, que viven lucrando sobre el dolor, cuerpo, espíritu, trabajo ajeno, por supuesto que tratan de que estas recordaciones queden lo menos posible en la conciencia social”, consideró el poeta. “Desde donde me viene la sospecha de que debe ser positivo a pesar de lo difícil que es poner en pie los derechos humanos. El enemigo de los derechos humanos, ese poder concentrado, trata por todas las formas de desmerecer estos convenios. Algo de lo que acabo decir también lo podemos aplicar al recuerdo de los 70 años del decreto de Perón sobre la gratuidad universitaria. Lo concreto, y me animo a cualquier disputa, es que la universidad gratuita abierta a cualquiera que quiera estudiar lo considero uno de los mayores actos revolucionarios que conozco del siglo XX en América Latina”, reivindicó Zito Lema.
Mirarse al espejo después de 80 años
“Uno nunca imagina que puede llegar a cumplir 80 años. Pensando en mi familia, de los que tengo un recuerdo cercano, no hay nadie que haya vivido la cantidad de años que yo viví. A mí en general me cuesta mucho mirarme en el espejo, siempre me siento frente a un ser extraño. En estos días, trataba de apagar la luz y ver cómo me podía ver de día. Miraba mi rostro. Y en general lo que pude ver es el rostro de un niño. Tengo conciencia de que desde algún lugar uno da vueltas y vueltas en la vida y está en el mismo sitio donde empezó. Esa es una sensación. Por otra parte, tengo el recuerdo o el sueño, o fue una lectura o mi imaginación, de que si uno fue un hombre rebelde frente al poder, frente a la injusticia, si luchó para que el mundo fuera, como diría Discépolo, menos porquería de lo que lo recibió, uno tiene una posibilidad. Platón algo dice de eso, y si no lo dice Platón también lo puedo decir yo porque a esta altura de mi vida me puedo dar algunos lujos”, aseguró. “El lujo que me doy es verme de otra forma, no como el Vicente que fue, me veo muchas veces con la cara de un lobo. Eso puede causar extrañeza a otros, no a mí, yo me veo como un lobo. De todas formas, eso es la parte externa. Lo que queda adentro es que siento que cumplí ochenta años y esa rebeldía mía frente a lo injusto, a todas formas de autoritarismo, a la riqueza concentrada que humilla la vida, a la violación de la dignidad por todas las formas con que el capitalismo, el neoliberalismo y todas las miserias del poder reproducen materialmente en la existencia, frente a eso tengo la misma potencia de vida desde que tomé conciencia de que no se puede estar vivo y no luchar contra esa forma de muerte organizada que hoy tiene forma de neoliberalismo y que es el viejo cuco del capitalismo al que le han cambiado un poco las formas pero no los fines ni su esencia de ser”, consideró.
Además, Zito Lema se refirió a su profesión: “La profesión de abogado no la he ejercido como una profesión liberal. Me recibí muy joven, tendría 21 años, y en mi vida usé mi formación en el Derecho como un instrumento en defensa de los derechos humanos. Toda mi vida he sido defensor de los derechos humanos y pude usar algo que en general es un arma para los actos del mal para generar algunos minúsculos actos del bien. Creer que uno frente al poder puede poner en pie los derechos humanos es una ilusión, pero sí sé que se puede igual luchar. No importa que la estructura real de los derechos humanos sea, como decía Eduardo Galeano, una línea de horizonte a la que uno se acerca y esa línea siempre se aleja. También cito a Joseph Conrad, quien dice que lo importante es el acto de viajar, no de llegar a un puerto. Desde los 20 años hasta los 80, sesenta años de militancia en los derechos humanos, he viajado, viajado y viajado. La línea de horizonte se ha corrido pero a mí nadie me quita el viaje. Es cierto que he tenido momentos de peligro, los dioses no son muy buenos con los que desafían el destino, he sufrido atentados, persecuciones y he llegado a tener 80 años y sigo en pie”, reivindicó Zito Lema. “También tengo en claro, y lo he dicho, que al recordar mis 80 años no puedo dejar de indignarme frente a la injusticia de que buena parte de mis amigos, de mis compañeros de lucha, de militancia política y humanística y artística, quedaron como sombras de ese futuro que tenían. En mi época, los viejos no morían primero, sino los jóvenes que combatían las injusticias del mundo. Lo dije antes y lo repito hoy. Me puedo mirar frente al espejo y decir: ‘Bueno, Vicente, te ganaste el poder mirar la sombra de vos sin tener pudor, sin verte con culpa y hasta pudiendo saber que seguís amando el primer verbo que tal vez aprendiste a conjugar, que es ser un subversivo'”, planteó. “Me considero un subversivo que fue tachado como subversivo, tachado y perseguido como tal y que tal vez ahora sea un subversivo con poca fuerza, los años se han llevado la potencia de mi cuerpo, pero lo que puedo hacer para subvertir este orden esencialmente monstruoso, mortuorio, lo hago. Eso me mantiene en pie. Hay una pequeña dignidad que cada ser humano tiene que defender. Defendiendo los derechos humanos, creyendo que la belleza también nos pertenece, me he ganado esa posibilidad de mirarme en el espejo y no tener vergüenza. Esa vergüenza que creo que deben sentir buena parte de los que han hecho de la política una perversión, que han convertido la fraternidad en una manera de clavar un cuchillo por la espalda, que han hecho del amor el rencor y de la alegría de la vida una tristeza que trata de ahogarnos y frente a la cual, sin embargo, nos seguimos resistiendo”, destacó.
La Justicia según Zito Lema
“Parto de un pensamiento de Aristóteles sobre la Justicia. Planta bandera desde un lugar muy alto y, a mí criterio, siniestro. La Justicia es la ley sin pasiones. En mi criterio, dio pie a que la voluntad del poder se entendiera como legitimidad de ley y la legitimidad de ley se entendiera como posesión de lo legal sobre la vida. Al quitar la posibilidad de la pasión, se volvió inhumano. Si tuviera que resumir hoy ese concepto diría que la Justicia está tan lejos de nuestra vida que quien la nombra tendría que tener consciencia o de que está delirando, o temblando de miedo o que tiene un deseo imposible de satisfacer”, reflexionó. “Quedan algunas preguntas, ¿una revolución profunda en las sociedades podría traer a la tierra esa idea de Justicia como bien superior de los actos humanos? Queda abierta la pregunta. También la Justicia, como el amor, la belleza, la fraternidad, es una línea de horizonte que está muy lejos de nosotros porque siempre se mueve. El bien está no en llegar, sino en buscarlo”, consideró Zito Lema.
Universidad pública y universidad estatal, ¿contradicción?
“Un futuro en que la universidad siga siendo una distinción social tan profundamente injusta o tan profundamente violenta augura que los vientos seguirán potentes moviendo las aguas. Sin una universidad pública no hay la menor posibilidad de cambiar la relación de fuerzas. Sin abogados que provengan de los sectores sociales más ligados con el dolor, la lucha, que han sufrido en carne propia lo injusto, no hay posibilidad de que esos abogados que luego van a ser jueces y defensores del poder tengan otra mirada contestataria frente a esa piedra en nuestra vida que ha puesto Aristóteles, porque la lógica aristotélica sigue presente y el concepto de Justicia de alejar la pasión del ideal de Justicia es una manera de ponerla por fuera de lo realmente humano. Yo creo en las pasiones, y esas pasiones pueden hacer que los dioses se conviertan en seres humanos”, planteó. “Esa justicia abstracta es para los dioses, es decir, para el poder. Finalmente, y con los años, uno llega a la loca idea de que los viejos dioses del mal están personificados hoy con esos cuerpos que se prestan vacíos, monigotes, monstruos, asquerosamente miserables, y encarnan desde lo humano lo peor de aquellos dioses vengativos, que como Zeus torturaron sin pausa a ese hombre, Prometeo, que se animó a quitarle el fuego y disputarle la libertad de la vida”, citó.
“Hago una distinción entre la universidad pública de la universidad estatal. En general, a veces de mala fe o pereza intelectual, se confunden. No es lo mismo. Desde hace 70 años tenemos universidades estatales y la potencia que a veces se frustra de cambiar y avanzar hacia lo que quedaría detrás de tu incitación a ser. Es decir, convertir realmente la universidad estatal en universidad pública. La universidad estatal prepara, en general, no para los actos del bien, sino en lengua de Spinoza, para los actos del mal. Es un hecho básico, tendríamos que reflexionar qué hay en los actos del bien y los actos del mal. La segunda pista es quién enseña, para qué enseña y a quiénes van esos frutos del trabajo de enseñanza y de qué manera eso que se gestó cumple su fin ¿Cuál sería el fin de formar profesionales o pensantes en una universidad verdaderamente pública?”, interrogó Zito Lema y continuó: “Cambiar el mundo. Si no ponés gente en esas universidades para cambiar el mundo y las convertís en fábricas de profesionales liberales, será universidad estatal pero no pública. Por eso mismo, buena parte de los profesionales liberales tendrán, en el mejor de los casos, una ética del comportamiento como profesionales, pero no una ética como servicio del bien a partir del uso de un privilegio de un sacrificio del conjunto social”.
El poeta se refirió, además, a las universidades del Conurbano: “La Universidad de Lomas de Zamora, lo digo con respeto y cariño, es una universidad potente pero que nace en una época en que se la pudo ver con todas las virtudes e ideas que irradiaba la Universidad de Buenos Aires como modelo a seguir. El fenómeno de la distinción se da de una forma contradictoria, con balbuceos, avances y retrocesos, pero con una potencia y una posibilidad de rebelión frente a la universidad estatal que ya se ha convertido en tradición a partir de estas nuevas y concurrentes y concurridas universidades del Conurbano. Tengo el orgullo de ser parte de una de esas universidades, de la Universidad Nacional de Avellaneda. Por estar allí tengo conocimiento de cómo son las cosas. Ya desde el mismo lugar, nosotros como Universidad de Avellaneda, nuestra sede central está donde era el mercado de frutos y comidas de Avellaneda”, contó. “Creo en ese espíritu de la época del que hablaba Hegel. Uno siente que ahí hay un espíritu de muchos años de trabajo que está vigente. Puedo decirlo porque son cifras oficiales. Casi el 90% de los estudiantes de la UnDAv no tienen antepasados que hayan cursado la universidad pública ni privada, son primera camada de nuevos estudiantes. La forma de vestir, las dificultades y contradicciones que traen, las necesidades que tienen, cada instante nos están diciendo que precisamente luchan contra la adversidad. Hay estudiantes que me dicen ‘mire, la semana que viene ya voy a tener que cambiar mi ritmo de asistencia, no tengo plata para pagar el viaje'”, lamentó Zito Lema sobre la realidad de quienes hoy quieren estudiar en la universidad. “No podés pedir que se compren libros, porque son personas que vienen con el centavo justo. También puedo decir que pocas veces he dado clases sabiendo que hay una ansiedad por lo que uno puede dar, se comen lo que uno dice, siempre que uno diga con honestidad, verdad, que prepare sus clases”, aclaró. “Es un nuevo desafío, tenés que ser profesor en serio. He sido profesor en la UBA, tengo mucho respeto y amor por esa universidad, pero volví a descubrir la potencia de una universidad cuando fundamos la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Ahí intentamos que hubiera el verdadero espíritu de una universidad pública. Con avances y retrocesos, hacia ese horizonte van las universidades del conurbano ¿Son buenas por qué? Porque el poder las odia, y en los últimos cuatro años la lucha por mantenerlas vivas fue dura porque el neoliberalismo sabe como nosotros que en esas universidades del Conurbano se está gestando un enemigo para esta idea absoluta del saber neoliberal”, reivindicó.
Sobre las Madres, sus contradicciones y complejidades, el poeta explicó: “Como todas las experiencias tiene contradicciones. Mi amor por lo que simbolizan las Madres está entero. Mi sueño de que se pueden construir universidades realmente públicas está entero. Que en toda lucha hay momentos de dolor, si no no serían luchas. Hay personas que pueden tener actos negativos pero los actos negativos y positivos, uno llega a una edad y haciendo balances considero que tanto la UBA dio buenos frutos porque buena parte de mis amigos abogados defensores de derechos humanos fueron asesinados por la dictadura militar. Buena parte de mis amigos que salieron de la carrera de Psicología también están desaparecidos. Los que estudiaron Comunicación, también. Veo qué hace el enemigo, y también mató intelectuales, universitarios, estudiantes, quiere decir que la contradicción existe. No se perdió la batalla, se sigue dando, estoy anhelando que las contradicciones y los dolores históricos que hemos tenido lleguen a mover con potencia la conciencia de las nuevas generaciones. Ese día sentiré que no estuvo del todo mal mi paso por la vida”, concluyó.
Fuente: http://www.laretaguardia.com.ar/2019/11/zito-lema-la-universidad-gratuita-y.html