Las armas forman parte del flujo de dinero que nunca deja de circular. Un circuito financiero ilegal que puede tomar las formas del narcotráfico, la trata de personas, el contrabando de armas y la venta de autopartes robadas, entre otras máscaras.
Pero el negocio llega a las nenas y los nenes y se traga la vida de ellas y ellos.
Cada vez más niñas, cada vez más niños son las personas vinculadas a la democratización de estos negocios ilegales.
En Rosario, ex ciudad obrera, portuaria, industrial y ferroviaria, la noticia es que “un alumno de ocho años de la escuela 202 “Gendarmería Nacional” ubicada en Constitución al 3200, llevó un arma de fuego a la escuela y la disparó en el baño, lo que motivó la intervención policial estipulada en los protocolos de orientación y de los equipos socioeducativos del Ministerio de Educación de Santa Fe”, sostienen los medios regionales.
-Una vez que llegó el padre a la escuela revisaron la mochila del alumno y encontraron un revólver – dijeron.
“Se está trabajando con el alumno, la familia y los compañeros para saber qué pasó”, añadió la fuente ministerial, que destacó la correcta intervención del equipo directivo del establecimiento.
El arma en las manos de un nene de ocho años.
Con la cotidianeidad de una pelota, un caramelo o lápices de colores.
El negocio ilegal democratizado al extremo.
Ahora la postal corresponde al oeste de la provincia de Santa Fe.
A la llamada perla del Oeste. Rafaela, la ciudad del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los principales empresarios del negocio de la salud privada en la Argentina.
En ese punto de la geografía, un chiquito de siete años resultó asesinado por su cercanía con bandas narcos que discuten la supremacía en el territorio.
Emanuel González quedó en medio de una balacera en el barrio Mora y recibió un disparo mortal en la cabeza.
“Nos genera una gran impotencia que hechos de esta naturaleza se cobren vidas de criaturas inocentes. ¿Hasta cuándo tanta violencia?. Tanta impunidad”, escribieron desde la escuela.
Agregaban: “¿Cuándo se va a hacer algo al respecto, en forma responsable y definitiva?. No es justo que gente inescrupulosa tenga la libertad de arrebatar vidas y sueños”, dice el mensaje que la Escuela Nº 2027 Melvin Jones compartió en redes sociales.
El episodio ocurrió el miércoles 20 de noviembre de 2019 por la noche en la esquina de Brigadier López y Flominio Del Signore, del barrio Mora, cuando un muchacho llegó a pie al lugar e increpó a un vecino con el que aparentemente tenía una cuestión pendiente.
El hombre sacó un arma y realizó varios disparos contra el vecino, uno de los cuales dio en la cabeza de Emanuel González mientras jugaba en el patio de su casa, situada entre la esquina que se encontraba el agresor y la casa del vecino agredido.
Emanuel, siete años, no fue víctima de una bala perdida, si no la consecuencia de un negocio cada vez más amplio y cercano a la vida cotidiana de las grandes mayorías.
La impunidad de esos negocios hace posible que un chico de ocho años lleve un arma a una escuela y otro, de siete años, sea asesinado.
Armas y narcotráfico al alcance de la mano de dos pibes de ocho y siete años.
Negocios aptos para todo público.
El imparable flujo de dinero que alimenta cada uno de los llamados negocios ilegales presenta este tipo de secuencias: el arma en una mochila de un nene de tercer grado y el balazo que arranca la vida de otro nene de segundo grado.
Hasta que no se piense una política pública que tome en cuenta la impunidad del negocio difícilmente mejoren las condiciones para un presente mejor para las pibas y los pibes.
En el altar de la vida cotidiana, como siempre, el dios dinero impone el sacrificio sin freno de nenas y nenes.
No es una desgracia ni una fatalidad, es el resultado de la democratización de los negocios ilegales de arriba hacia abajo.