Para recordar el Día de San Valentín la Casa Rosada amaneció con una gigantografía de una pintura, sin mensajes mas que los subliminales. Un beso hetero entre dos amantes. Nada mas ni nada menos que Romeo y Julieta. En tiempos de feminismo revolucionando las camas y la política, el gobierno retorna al ideal de amor romántico. Por ANRed
Ayer, mientras se izaba este paño, escuchaba en un comercio de la esquina de casa el “hay que dejarlo gobernar”, seguido de un reconocimiento de que la situación esta mal pero “hay buenas intenciones”. Esta esperanza, alejada de toda razón, guarda al gobierno alguna posibilidad de victoria electoral para este año.
Luego entendí al vecino votante de Cambiemos: como en Romeo y Julieta, el amor con este gobierno es turbulento. Todo esta en contra. Como en la obra de Shakespeare, el nacimiento de esta amor esta maldito por la familia significada en la “pesada herencia” y luego por una adversidad que excede nuestro país; la sequía de inversiones, las desleales corridas bancarias y el descalabro total de los índices sociales parecen arremeter contra este romance.
Este “amor” que decide homenajear el gobierno poniendo una gigantografía frente a la Casa Rosada con el cuadro de aquel beso romántico de la legendaria pareja pintado por Sir Francis Dicksee en el siglo XIX es “la luz al final del tunel” o la ansiada llegada del “segundo semestre”.
Aquel “amor” que duró una semana y terminó en un suicidio conjunto era lo antimoderno. En aquel entonces este amor era la válvula de escape ante las duras conveciones: Capuletos y Montescos forjan una grieta que destruye el amor y lleva al castigo divino con la muerte de sus dos hijos.
El gobierno trata de desarticular la dura realidad económico-social reiventando aquella grieta como la culpable del desempleo, del aumento en los costos de vida.
Que bien cabe este “amor” en el pragmatismo optimista de Cambiemos. Los ongeistas, los thinktanks y los jóvenes empresarios fueron los que consolidaron la ideología de no tener ideologia sino “amor”. Los afectos, las emociones superficiales miran con displicensia a la política. Una “pose Zen” anquilosada en palabras vagas como “amor” que trasciendan la contaminación de la política
El amor romántico ha ocultado todas las opresiones hacia las mujeres y disidencias sexuales. Ha creado una luz de fantasía para las relaciones más crudas de explotación. Ha contribuído a la desfiguración social de una carrera consumista romantizando los productos: hoy se ama consumiendo, en un auto haciendo turismo, comprando una tv cada vez más grande.
En pleno siglo XXI y de feminismos revolucionarios, el amor esta en disputa. El amor romántico es político y significa un lugar de subordinación para la mujeres y feminidades disidentes. Las mujeres trans y travestis no mueren por amor, sino por la mano femicida de una violencia que aumenta exponencialmente y que es sistemática a la estructura patriarcal.
El amor en tiempos de Macri, es un retorno a la familia heteronormativa, al rol de la mujer subordinado, de la mujer/objeto, tan funcional a la acumulación capitalista. Y el gobierno no se ahorra sutilezas, no festeja San Valentín, sino reafirma la estructura patriarcal prehistórica. Un forma de organización del poder, la columna vertebral de la organización social. ¡Nada ingenuo!
Fuente: https://www.anred.org/?p=110428