Concentración frente al Palacio Sarmiento por la apertura de las escuelas a una semana del comienzo de las clases presenciales.
Sectores políticos de la derecha más reaccionaria, liderados por el partido PRO, volvieron a las calles porteñas con escasa concurrencia, esta vez reclamando la presencialidad total en la educación.
Después de transcurrir el 2020 convocando a manifestarse contra medidas sanitarias de la cuarentena, el distanciamiento social, las vacunas, y también políticas como la expropiación de Vicentin, el impuesto a las grandes fortunas y la reforma judicial, ahora buscaron relanzarse de forma más propositiva: a favor de “la educación”.
Propositiva sólo en la superficie, porque plantean la educación como si la misma fuera equivalente -y limitada- a la presencialidad, negando todo el trabajo realizado por la docencia de todos los niveles desde el inicio de la pandemia. Misma docencia que advierte ahora por el altísimo peligro sanitario de una presencialidad total como la que impulsa el PRO en el distrito que gobierna, la Ciudad de Buenos Aires; lo cual le permite al macrismo reiniciar una vez más el enfrentamiento con uno de sus enemigos predilectos a lo largo de los años: los sindicatos.
Este repentino interés del PRO en la educación -replicado por el ex presidente Mauricio Macri, que lanzó pocos días atrás una fundación con su nombre- no se verificó durante los cuatro años en los que gobernó el país, en los que la inversión educativa cayó un 35%, con la gravedad adicional de que el recorte fue mayor en los programas destinados a estudiantes de bajos recursos.
También se paralizaron obras de infraestructura educativa y la entrega de dispositivos informáticos. Eliminó además la paritaria federal docente y los salarios perdieron -de forma diferenciada entre distintas categorías, niveles del sistema educativo y del Estado- entre un tercio y la mitad de su poder de compra.
Texto: Indymedia Trabajadoras/es