El crudo supera los 100 dólares y el precio del gas aumenta un 60%. EE UU aprovecha la situación para hacerse con el mercado del gas europeo. La crisis energética amenaza con golpear con más fuerza los hogares ante la inacción del Gobierno español.
Por Martín Cúneo @MartinCuneo78
La escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania ha disparado el precio de la energía. El precio del petróleo ha superado el límite psicológico de los 100 dólares por barril, el valor máximo desde hace ocho años, y amenaza con llegar en poco tiempo a 125 dólares, según pronostica The Financial Times. Por la mañana de este jueves, a medida que se difundían las primeras imágenes del ataque ruso a instalaciones militares de Ucrania, el precio del crudo alcanzaba valores que no se veían desde 2014, precisamente cuando Rusia se anexionó Crimea. Según este periódico económico, todo indica que el precio seguirá subiendo por la “capacidad limitada” de los grandes productores para aumentar el suministro y de reaccionar a interrupciones no previstas.
Rusia es el tercer mayor productor de petróleo del mundo y aporta a la UE el 40% del crudo que consume, aunque no todos los países son igual de dependientes del gigante euroasiático: Alemania importa hasta dos terceras partes de su petróleo de Rusia, mientras que en España esa cifra apenas llega al 5%. Los temores a posibles cortes de suministro se han sumado a las alertas sobre la falta de inversión que ha limitado la capacidad de los productores de petróleo y de gas para aumentar la producción, “dejando al mundo con pocas opciones para bajar los precios de la energía” ante emergencias como esta.
También el precio del gas ha continuado su escalada después de un año en el que ha batido todos sus récords. Rusia suministra el 25% del gas natural consumido en Europa, especialmente en los países del centro y el este del subcontinente, y a través de Ucrania pasa buena parte de las exportaciones de este combustible hacia el oeste, dos circunstancias que hacen temer a los mercados problemas de suministro.
Estas incertidumbres han provocado que el gas de referencia en Europa aumente su precio en un 60% en apenas unas horas hasta llegar a los 125 euros por megavatio hora, siete veces más que hace un año. Mientras, el gas estadounidense, producido a través del fracking y que exporta en barcos metaneros, subió un 6%, una opción que las principales economías europeas barajan como principal alternativa para sustituir el gas ruso.
De hecho, los conflictos con tres de los principales suministradores de gas de Europa —Rusia, Argelia y Libia— han hecho que la demanda de gas licuado transportado en buques metaneros creciera exponencialmente. A principios de febrero, Enagás informaba de un hecho histórico: por primera en 30 años, Argelia dejaba de ser el primer suministrador de gas de España, un puesto que ha ocupado Estados Unidos, que actualmente sirve el 34,6% del gas consumido en el país. Hace un año, el gas licuado que llegaba en barcos suponía el 33,3%. Hoy supone el 54,6%, según Enagás, y el principal beneficiado es la industria del fracking de Estados Unidos.
Pero no todos los países europeos tienen la diversificación de fuentes energéticas de la que goza España. Alemania, obtiene el 55% de su gas natural de Rusia y si el gasoducto Nord Stream 2 ya estuviera funcionando esa dependencia subiría al 70%.
A pesar de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha afirmado en numerosas ocasiones que no cerrará el grifo del gas ni del crudo, los mercados recelan de la posibilidad de que utilice esta carta de negociación para conseguir sus objetivos estratégicos.
El alcance de las sanciones, que podrían incluir objetivos de la industria petrolera o gasística de Rusia, es otra de las incertidumbres que hacen subir los precios de la energía. Días antes del ataque, como respuesta al reconocimiento de la independencia de Donetsk y Lugansk, Alemania suspendió la aprobación del gasoducto Nord Stream 2, terminado en septiembre, pero que todavía no contaba con la autorización para entrar a funcionar y desplegar su capacidad para suministrar gas a 26 millones de hogares en Europa. El Nord Stream 2 es una segunda tubería de un gasoducto que atraviesa el mar Báltico a través de 1.200 km desde cerca de San Petersburgo hasta la costa alemana.
La dependencia del gas y el petróleo ruso ha sido visto por muchos sectores, y no solo ecologistas, como una oportunidad para la Unión Europea, especialmente para Alemania para acelerar la transición energética hacia las energías renovables, de donde hoy obtiene el 44% de la energía que consume la principal potencia europea. Así lo afirmaba el diputado de Unidas Podemos y activista ecologista Juan López de Uralde: “Las energías renovables no solo son limpias, son también el único antídoto efectivo para romper definitivamente la dependencia energética exterior. Frente a la guerra de Ucrania, más renovables”.
El alcance de las sanciones y los posibles cortes de suministro determinarán hasta dónde llegará esta nueva espiral alcista de los precios de la energía, cuyo impacto en la inflación de las economías de medio mundo es seguida de cerca por los responsables políticos y está impactando en el poder adquisitivo de la población y en la conflictividad social.
Impactos en el día a día
El aumento de los precios del gas, la gasolina y el diésel se ha trasladado a toda la economía y amenaza con hacerlo aún más con la escalada bélica en Ucrania. En España, enero terminó con un alza de los precios interanual del 6,1%, con un aumento del precio de la electricidad del 46% con respecto a hace un año, cuando los precios ya estaban inflados por el temporal Filomena. Aunque la cifra del IPC está por debajo del 6,5% de diciembre, el conflicto en Ucrania puede agravar un alza de los precios que ya se ha trasladado a productos básicos de la canasta familiar, como el aceite de oliva —que cuesta un 30% más que hace un año—, la carne, el pan, las harinas, la leche, los cereales o la fruta fresca, todos ellos con aumentos de entre el 5% y el 8%.
Las consecuencias en la pobreza energética de millones de personas y la falta de medidas efectivas del Gobierno para hacer frente a un aumento del precio de la electricidad —que con los recientes acontecimientos solo puede subir— ha sido el centro de la campaña lanzada por decenas de colectivos sociales recientemente. Organizaciones sindicales, sociales y ecologistas se sumaron a la Semana contra la Pobreza Energética para exigir una tarifa social que “garantice el derecho a una energía limpia para las personas más vulnerables”, la prohibición de cortes de suministros básicos y medidas contra el poder de los oligopolios energéticos.
Mientras, este 22 de febrero, el PSOE sumaba sus votos a los de PP, Vox y Ciudadanos para tumbar en el Congreso la propuesta de Unidas Podemos de crear una empresa pública de energía alimentada de las concesiones hidroeléctricas caducadas o que fueran caducando. La iniciativa era para el portavoz de UP, Pablo Echenique, “puro sentido común” para acabar con el “oligopolio mafioso” de las compañías eléctricas. Para los morados, esta empresa era una oportunidad de “bajar la factura de la luz” y que el Estado capitanee la transición energética con fuentes renovables.
Pérdida una nueva oportunidad de disputar los privilegios de las empresas eléctricas en España, los beneficios de este oligopolio aumentan tanto como el precio de la electricidad. En el último año las tres grandes compañías españolas —Endesa, Iberdrola y Naturgy— ganaron 6.534 millones de euros, la segunda cifra más alta en diez años, según denuncia la organización de consumidores Facua. Unos datos directamente relacionados, indican, con la incapacidad del Gobierno de coalición de lanzar medidas eficientes para detener “la desorbitada escalada del precio de la electricidad” en un año que ha tenido la luz más cara de la historia. “Las insuficientes medidas del Gobierno han contribuido a que el oligopolio eléctrico esté sumando enormes beneficios en un momento de crisis para muchas familias, que se están viendo imposibilitadas para hacer frente a las facturas”, critican.
Hasta que no haya cambios estructurales, el sistema marginalista que marca el precio de la electricidad en España y buena parte de Europa seguirá permitiendo que sea el gas, la energía más cara, la que marque el precio de todas las fuentes energéticas, independientemente de sus costes de producción y transporte. Y eso a pesar de que solo el 17,2% de la electricidad consumida en España tiene su origen en el gas natural. Con una guerra en Ucrania, el coste de la energía solo puede subir, así como la factura de la luz y los beneficios caídos del cielo de las grandes eléctricas, que han conseguido hasta ahora salir intactos de su propia escaramuza con el Gobierno.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/guerra-en-ucrania/dispara-precio-gas-petroleo-agrava-crisis-energetica