Carlitos
Carlos Orellano tenía solamente 23 años, era obrero metalúrgico, hincha de Central, le decían “Bocacha” y el domingo 23 de febrero de 2020 fue a bailar a Ming River, una disco de la zona de la Estación Fluvial, muy cerca del Monumento Nacional a la Bandera.
Tres mil años atrás, cuando la geografía de estas pampas y barrancas todavía no había sido ni siquiera albergue de sueños y pesadillas, cuando los soles no proyectaban sombra humana alguna, llegaron los descendientes de los guaraníes buscando la tierra sin mal, enamorados del mensaje que el agua marrón del Paraná parecía repetirles desde las entrañas verdes de la mismísima selva del Amazonas.
Tres mil años después, en esos mismos parajes cósmicos donde hoy se levanta Rosario, el río, cada tanto, devuelve...