“La defensa de la libertad de prensa tiene una acción doble: nuestro derecho a informar y el derecho de la comunidad de informarse. Y entendemos a esa libertad de prensa como una conquista colectiva… No es nuestra libertad, es de la sociedad”. Esta frase de la contra-solicitada titulada “Periodistas”, a la que adhirieron centenares de comunicadores de todo el país, es una declaración de principios que enmarca la discusión que tenemos que dar al interior de los medios y con la sociedad.
La pelea por nuestras condiciones laborales y la de la comunicación como un derecho van de la mano y deben ser colectivas. Esta semana la nueva conducción de Fatpren (la federación sindical de trabajadores de prensa a nivel nacional) logró para les trabajadores de diarios de una gran cantidad de provincias una recomposición salarial en un contexto muy adverso: 18% y un bono de 10 mil pesos en cuotas, que se suman a un 9% de enero. Este aumento se conquistó como fruto de la lucha que incluyó apagones y ceses de tareas virtuales en el contexto inédito de la pandemia, sumado a una caravana nacional en más de quince ciudades y un plenario nacional de delegades de todo el país. Este acuerdo se logró mientras en paralelo se participó en el debate sobre la regulación del teletrabajo, eje que también se planteó en el marco de la paritaria, y mientras en los medios en donde se trabaja de manera presencial se realizaron medidas para defender con protocolos la salud de les trabajadores que nunca dejaron de llevar adelante sus tareas por ser esenciales.
Por supuesto, lo alcanzado no resuelve la pérdida brutal de salario de los últimos cuatro años pero implica un avance enorme y contrasta con la entrega de la UTPBA en la Ciudad de Buenos Aires, donde los básicos están congelados desde octubre de 2019.
¿Se agota allí nuestra intervención como sindicatos y trabajadores? De ninguna manera. Pero no sólo porque cada vez son más les trabajadores de medios que no son abarcados por una paritaria, tal como debería ser, sino además porque el debate de los medios trasciende las cuestiones económicas de sus trabajadores por más urgentes y legítimas que éstas sean.
Un debate vigente y necesario
El presidente Alberto Fernández promulgó el decreto 690/20 y con él modificó sustancialmente el escenario en materia de comunicación. El decreto impacta en distintas cuestiones. La primera: en el bolsillo de toda la población ya que congela tarifas de servicios imprescindibles hasta fines de diciembre. Pero, además, hay otras dos cuestiones fundamentales que caminan de la mano. Una, es que, para frenar las subas, declara servicio público esencial a las telecomunicaciones, un aspecto importante de la ley argentina digital con la que el macrismo había arrasado tal como arrasó con tantos elementos de la ley 26522. Y el otro factor, más general si se quiere, es que muestra la vigencia de la discusión sobre la comunicación como un derecho. Medios y periodistas que operan existieron siempre como también están quienes se defienden con la libertad de expresión y atacan como partido político, tal como lo definió el dirigente radical alfonsinista Chacho Jarovslasky. Premisa que vale para más de un grupo mediático. Hay que dar este debate e intervenir sindical y políticamente.
Una lucha de largo alcance
¿Cómo llegamos les trabajadores de prensa a este momento de pandemia en donde la crisis económica escalará a magnitudes gigantescas? Los 4500 despidos durante el macrismo impusieron la expulsión del mercado laboral de miles y la precarización de la vida, con el multiempleo como norma para subsistir y sin seguridad social ni prácticamente derechos. Periodistas de los canales de aire más importantes ganan sueldos básicos de 20 mil pesos, otros cobran su salario en cuotas (y a través del ATP), mientras su empresa recibe un dineral de pauta estatal. ¿Bajo esas condiciones es posible sostener la libertad de expresión?
En ese marco, la nueva conducción de Fatpren y los avances logrados son un empujón para la pelea que tenemos por delante en SiPreBA para ser el sindicato que discute no sólo paritarias sino también las condiciones en las que se hace periodismo en la Ciudad de Buenos Aires, donde se encuentran los medios nacionales más importantes y que imponen su agenda muchas veces a todo el país.
Salidas excepcionales para un momento excepcional
En este contexto es necesario discutir la sustentabilidad toda de nuestra actividad e incorporar en ese debate al conjunto de la sociedad, no desde una mirada ombliguista sino porque hoy las telecomunicaciones, tal como lo define el decreto 690/20, tienen un carácter esencial en la vida de las personas.
Iniciativas como el proyecto de Fomento al Pluralismo y la Diversidad, impulsado inicialmente por medios autogestivos como Tiempo Argentino, La Patriada, universidades y académicos, del que somos parte como Fatpren, es un gran aporte a este debate y debe ser un eje de nuestra política como trabajadores. El proyecto contó con el apoyo inicial del diputado Pablo Carro y hoy ya tiene el respaldo de más de 36 legisladores. Lo mismo el ante-proyecto que la Fatpren hizo público el último 7 de junio -día del periodista- tras un plenario nacional de delegades y comunicadores de todo el país, que propone gravar a las grandes plataformas Facebook y Google. Estas empresas lucran con el trabajo periodístico por el que los periodistas no perciben nada. La iniciativa plantea un salario mínimo universal en la actividad y se mete así de lleno en la disputa de la renta al interior de la industria de la comunicación. Esta pelea ocurre en un contexto donde no sólo en nuestro sector, sino que en todo el país se discute quién paga los costos de la crisis.
El rol de la pauta publicitaria en el mapa de medios también exige su democratización y correcta regulación. No es justo que grandes medios privados que montan las más espectaculares operaciones mediáticas e incumplen sus obligaciones con sus trabajadores perciban millones de pauta estatal y medios con un rol comunitario y social estén siempre a merced de la voluntad del funcionario de turno. Ya hubo una reunión convocada por Fatpren, Farco, Fadiccra, RNMA, Conta, el Encuentro Nacional de Diarios Recuperados, entre otros. A ese espacio se sumarán sindicatos de la actividad que desde hace años intervienen con una visión similar, como Canillitas y Gráficos. Es un puntapié importante desde el que partir.
Volver a animarse
En 1951, el diputado John William Cooke planteó en la Cámara Baja la necesidad de expropiar el diario La Prensa por ser antinacional y operar contra el sistema democrático del país. Los legisladores voceros del medio, que a su vez era representante de intereses multinacionales, se ampararon en la defensa de la libertad de expresión. Son otros tiempos y mucha agua pasó. En otra tónica, por aquel entonces el presidente Juan Domingo Perón empoderó a les periodistas y trabajadores de prensa promoviendo la ley 12.908, el Estatuto del Periodista Profesional. Es momento de que les trabajadores de medios discutamos iniciativas que nos empoderen y que no sólo nos dediquemos a enfrentar lo urgente para sobrevivir. Menos retórica antimonopólica y más herramientas para quienes lidian y pelean cotidianamente contra esos monopolios.
En otro orden, un conjunto de sindicatos encabezados por AGTSyP y en donde participamos como SiPreBA, comenzaron una campaña por la reducción de la jornada laboral sin afectación salarial: trabajar menos para que trabajen más. La contracara del despido masivo es la extensión sin fin de la jornada laboral por sueldos de miseria. Tomar la iniciativa de discutir la jornada de trabajo es necesario no sólo para mejorar nuestras condiciones materiales sino como parte de avanzar en incidir en el debate público desde nuestra agenda. La unidad del movimiento obrero y popular es fundamental en todos los niveles para construir una agenda propia.
En un momento de excepcionalidad como el que nos encontramos, con una pandemia mundial y una agudización de la crisis económica, son necesarias medidas excepcionales que amplíen el campo de lo posible. Como dijo Walter Benjamin: “la tradición de los oprimidos nos enseña que el “estado de emergencia” en que vivimos no es la excepción sino la regla, y es preciso atenerse a una concepción de la historia conforme a esta visión; solo así podremos comprender, sin asomo de duda, que nuestra tarea consiste en hacer que se produzca un verdadero estado de emergencia que mejorará nuestra posición”.
Agustín Lecchi es dirigente de Sipreba y Fatpren