En Guernica la comisión de niñez realizó una tarea esencial para preservar a niñas, niños y adolescentes. Pero la vulneración de derechos se sigue profundizando.
La alusión a la cantidad de niños y niñas que se encontraban junto a sus familias en el predio de Guernica no pareció importarle al gobierno de Axel Kicillof a la hora del desalojo. Fueron los movimientos sociales los que elaboraron estrategias de cuidado y conformaron una comisión de niñez para preservar a las infancias de la violencia del Estado. Lo sucedido el jueves pasado, profundiza la vulneración de múltiples derechos y según datos de Unicef, Argentina culminará el 2020 con un índice de pobreza en la infancia del 63%.
La Comisión de Acompañamiento a las Niñeces se con la participación de distintas organizaciones y colectivas que trabajan en torno a la niñez. Durante los tres meses que duró el proceso realizaron diversas actividades recreativas, artísticas y copa de leche para brindar un espacio de contención y juego.
“Muchxs de estxs niñxs venían de vivir en la calle, de vivir en piecitas pequeñas, hacinadxs junto a sus familiares, venían de vivir situaciones de violencia, de alquileres que ya no se podían pagar, de mudanza tras mudanza, de cambios constantes de escuela. En palabras de ellxs mismxs: ‘porque no podemos comprar una tierra donde vivir’” relataron desde la comisión.
La noche de la vigilia antes del desalojo se armó un espacio de cuidado y descanso en un lugar puesto a disposición por una de las organizaciones. Fueron buscándolos en tandas, durante la noche y hasta la madrugada, para resguardarles de las balas y los palos, de las casillas quemadas por la policía, donde adentro se incineraban las pocas pertenencias que tenían.
En una sociedad que piensa el mundo desde la mirada de las personas adultas, muchas veces se invisibilizan las vivencias de las infancias y no se piensan los conflictos desde su perspectiva. En este caso pese a todas las carencias y preocupaciones que atravesaban las familias, la experiencia organizativa en torno a pensar el cuidado colectivo de las niñeces sienta un precedente importante, ya que les otorga un espacio en el cual sus voces son tenidas en cuenta desde un rol activo.
Por supuesto esta iniciativa no puede solucionar la enorme vulneración de derechos que atraviesan las infancias, pero si ayuda a ponerlas sobre la mesa como una deuda fundamental del Estado hacia este sector.
Según un estudio del Observatorio de la Deuda Social, hasta el año pasado el 23,9% de las niñeces habitaba hogares precarios, mientras que el 21,8% vivía en condiciones de hacinamiento. Además el 40,1% sufre un déficit en el saneamiento de la vivienda, lo que implica una carencia en el acceso al agua potable y las cloacas. Estos datos sin dudas se agravaron durante la pandemia y las medidas de aislamiento social obligatorio, que hicieron que muchas familias tengan que convivir en lugares pequeños y sin condiciones básicas de habitabilidad. Esto sumado a la pobreza, la desocupación y las dificultades para sostener un alquiler fue lo que empujo a miles de personas al predio de Guernica.
“Hasta hace unos días atrás estxs mismxs niñxs soñaban junto a sus familias con tener un pedazo de tierra dónde vivir, dónde jugar, dónde soñar, dónde construir la vida digna que se les ha negado históricamente. Eran parte de una red comunitaria que con solidaridad y organización garantizaba el acceso a una vivienda, a la alimentación, a la salud, la recreación y a la participación” dijeron desde el espacio de niñez. Hoy esos sueños se desmoronaron y muchos niños y niñas han tenido que volver a viviendas donde tal vez convivían con sus agresores, a las casas de familiares donde no hay espacio y se comparte todo, a hogares transitorios o albergues, y una gran parte a la calle.