Otro testimonio de un excolimba aportó un dato revelador: un oceanógrafo, el Capitán Delfín Varela Gorriti, iba a Campo de Mayo para charlar con los pilotos de los aviones que realizaban los Vuelos de la Muerte. Lo dijo José Luis Miceli justo cuando su declaración estaba por culminar. Además agregó que “se comentaba que traían a los zurdos y subversivos, que estaban destinados a morir” arrojando sus cuerpos al mar o al río en los Vuelos de la Muerte.
Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*. Redacción: Fernando Tebele. Textuales: Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sá. Edición: Diego Adur. Fotos: Archivo Gustavo Molfino/La Retaguardia
—Le agradecemos su testimonio, su tiempo, ya puede irse a su casa —le dijo Walter Venditti, Presidente del TOFC Nº2 de San Martín al testigo.
—Una ultima cosa, Señor, que les puede servir o no. Había un oceanógrafo que había entrado. Nos llamó la atención porque un oceanógrafo en la División del Ejército… Se llamaba Delfino Varela, era un Capitán. Eso sí me acuerdo, de decir: “¿Y éste que hace?” Es el que estudia las corrientes; o sea todos los temas referentes, el mar, el rio, las corrientes. Eso sí me acuerdo.
La voz tranquila de José Luis Miceli sorprendió a todas las partes, sobre todo porque su participación en el juicio estaba finalizando. Por fortuna, Miceli agregó ese dato que no había dado en su declaración durante la instrucción de la megacausa Campo de Mayo. Y hasta acercó un nombre, que si bien impreciso, ayudó a que la fiscalía hallara a la persona de referencia: se trata del Capitán Rodolfo Delfín Varela Gorriti, Jefe de la Compañía de Servicios del Batallón de Aviación 601 del Ejército en Campo de Mayo, desde dónde salían los Vuelos de la Muerte. Varela Gorriti pasó a integrar en abril de 1977 el Instituto Geográfico Militar, y se retiró voluntariamente en 1979.
Las partes acusadoras levantaron la mano para reiniciar las preguntas.
—Respecto del tema de las corrientes marinas ¿Esto quién lo decía? ¿Él? —consultó el Fiscal Marcelo García Berro.
—No, él estaba ahí y decíamos: “¿Qué hace un oceanógrafo acá?, es lo mismo que llevar un buzo a la montaña”, y siempre aparecía con Arce (en realidad Del Valle Arce, uno de los acusados del juicio) y me decía: “éste estudia las corrientes marinas”. Estábamos en el Ejército. Había gente que teníamos sexto grado, había otros que se estaban por recibir de médicos, había médicos también, esos entraban como subtenientes. Pero estaban con nosotros un tiempo y había comentarios, había gente que sabía mucho más. Por los estudios estaban preparados de otra manera. Yo con sexto grado estaba preparado para manejar camiones y eso.
Vestido con una camisa rosa, José Luis Miceli no perdió nunca su tranquilidad, aun cuando parecía asumir que estaba dando un dato importante, a tal punto que quiso decirlo antes de retirarse, incluso aunque no se lo preguntaran. Pero su interés de aportar a la verdad, que reiteró varias veces, generó una nueva ronda de preguntas:
—¿Usted en algún momento vio a esta persona junto a los pilotos o en la torre de vuelo? —quiso saber el fiscal.
—Él estaba siempre en la oficina. Después por ahí se iba. Nosotros hacíamos guardia, hacíamos abajo y arriba, y no lo veíamos llegar. Por ahí venían los oficiales de los pilotos a la oficina de él, ahí andaban —reveló.
—¿Los pilotos iban a verlo? —intentó precisar García Berro con su pregunta.
—Sí, estaban con él.
—¿Usted recuerda qué pilotos?
—Había uno que andaba siempre ahí, el Teniente Bunce.
—¿Algún otro?
—Había oficiales que lo iban a ver. Apellidos mucho no me acuerdo. Hay algunos que nos quedaron. Por ejemplo, el Capitán Devoto, un hombre que era temido. Le tenían miedo hasta los suboficiales. Un día agarró al Cabo Primero y le dijo: “Apúrese Cabo” y no corrió y le metió como veinte días de arresto. Decíamos: “¿cómo puede pasar esto?” y decían: “No, este es complicado”.
Luis Alberto Devoto debió haber participado como acusado en este juicio, pero se lo eximió por incapacidad: Devoto se recicló en democracia en altos cargos durante uno de los mandatos de José Manuel de la Sota como Gobernador de Córdoba. Fue su secretario privado y ocupó cargos en Defensa Civil y en la Policía Ambiental.
En otro tramo de esta segunda rueda de preguntas, el abogado Eduardo San Emeterio le preguntó cómo supo que “Delfino Varela” era oceanógrafo. Todavía el fiscal no había clarificado la identidad del Capitán mencionado. “¿Cómo supe? —se repitió la pregunta—. Un día me fui de franco y en lugar de llegar el lunes, como tenía a mi mamá enferma, volví el martes. Me agarraron y me pegaron un baile… unas pataditas, y me mandan a hablar con él”. Varela Gorriti era el Jefe de la Compañía de Servicios de Batallón de Aviación 601. Miceli contó que fue a verlo y que él mismo se presentó, porque hacía poco que estaba. El Capitán oceanógrafo le advirtió que no lo hiciera más y le levantó una sanción que le querían imponer otros oficiales.
Antes de aportar el nombre del militar que estudiaba las mareas para que los pilotos de los Vuelos de la Muerte supieran donde arrojar a las personas desaparecidas, el testigo ya había revelado que durante su estancia en Campo de Mayo “se sabía que algo fuera de lo normal estaba pasando”. Dio precisiones sobre los días en que se realizaban los vuelos fantasmas, “los martes y jueves llevaban gente y la tiraban”, y también contó que vio cómo bajaban a una persona “robusta y canosa, de camisa rosa y saco gris” de un auto Ford Fairlane y lo subían a un helicóptero Bell. Además, agregó que al Batallón llegaban Ford Falcon con personas que se presentaban como pertenecientes a Coordinación Federal para encontrarse con Luis Del Valle Arce y Delsis Malacalza, imputados en este juicio.
Sobre el cierre del testimonio, el fiscal solicitó que se pida al Ejército un informe sobre el legajo del oceanógrafo. Todas las partes acusadoras se sumaron. El abogado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Ciro Annicchiarico, agregó otro pedido: “que cuando se tenga el legajo se lo convoque de nuevo a Miceli y en una audiencia que no puede durar más de un minuto, se le exhiba la foto para saber si lo reconoce”.
Sin que nadie lo presumiera, Delfín Varela Gorriti comenzó a navegar aguas tormentosas.
*Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/
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