Medidas de emergencia frente a la emergencia social

Una escalada de los precios que parece no tener techo y una brecha cambiaria que se incrementa día a día son la muestra más evidente de una crisis económica mucho más profunda que puede desembocar en un golpe de mercado agudizando más aún la crisis social.

Foto: Nicolas Solo ((i))

Esta crisis es un eslabón más en la larga cadena de crisis que se desenvuelven periódicamente en nuestro país desde los años 50 del siglo pasado, que se han acentuado a partir de la dictadura militar del 76 por la importancia de la deuda externa, sin que ningún gobierno desde entonces haya podido romper con los límites estructurales del capitalismo local. Desde entonces el FMI y los acuerdos de refinanciación y estabilización de la economía están en el centro de estas crisis.

La crisis en su laberinto

La inercia inflacionaria carcome los ingresos populares, La brecha del tipo de cambio oficial con los dólares alternativos supera ya el 135%; las reservas son casi inexistentes, mientras que los bonos de la deuda privada reestructurada cotizan a precio de default (20cs. por dólar) y están a tiro de los fondos buitres. La deuda interna en pesos es billonaria y exige elevar la tasa de interés para ser renovada. La contrapartida es un nivel de pobreza del 40% y en ascenso, lo mismo que el 10% de indigencia. La mitad de los trabajadores cobra salarios por debajo de la línea de pobreza mientras crece la precarización, los planes asistenciales no alcanzan a cubrir necesidades elementales y las desigualdades sociales son crecientes.

El acuerdo a que llegó el gobierno con el FMI (por el préstamo tomado por el gobierno Macri) impone tantos condicionamientos que no deja margen de maniobra para resolver los grandes desequilibrios económicos, menos aún para desenvolver una política tendiente a resolver los problemas que afectan las condiciones de vida y existencia de los trabajadores y los sectores populares. El reemplazo del ministro Guzmán por Batakys solo ha servido para poner en evidencia que, más allá de pequeñas diferencias, se ha decidido avanzar por el mismo camino que se venía. Es decir ajuste y sortear las presiones a la devaluación.

Disputas sin programa

Las disputas en el gobierno y en el FdT, también en la oposición derechista, ponen en evidencia que ninguna de estas tendencias o fracciones tiene un programa para salir de la crisis y abrir una perspectiva diferente, más aún demuestran gran inoperancia para administrarla. Sostienen una política que parece desconocer el acelerado ritmo de la crisis y los crecientes niveles de demanda en este tiempo de deterioro social continuo y generalizado.

Un agotamiento social amplio y un extendido malestar recorren las bases de vastos sectores sociales atravesados por la crisis, que no alcanzan a ver un horizonte que no sea un agravamiento de las condiciones del presente, tienden a movilizarse y a expresar su descontento. La respuesta no ha sido otra que lanzar primero una campaña de desprestigio de los movimientos sociales y sus dirigentes y continuarla con la criminalización de la protesta. El allanamiento de locales de los diversos movimientos y una falsa preocupación por la transparencia de los planes sociales, no alcanza para tapar que el verdadero objetivo es desarticulasr la resistencia y esconde empoderar a gobernadores e intendentes en la perspectiva electoral.

Salir del laberinto

Suele decirse que de los laberintos se sale por arriba, porque elevándose se ve la salida. Pues bien si se eleva la mirada en esta coyuntura se verá que el acuerdo con el FMI es lo que obtura cualquier salida a la crisis. Más aún se percibe que puede venir un shock de mercado con una gran devaluación y la nueva trasferencia de ingresos que supone. Por el contrario para atender la emergencia social hay que adelantarse y provocar un shock pero en sentido contrario al del mercado.

Medidas de emergencia para atender la emergencia social

Hay que partir de la anulación del acuerdo con el FMI, caso contrario todo será muy transitorio, aún cuando se lograra alguna mejora en la inevitable renegociación. A partir de aquí hay que romper la inercia inflacionaria, que amenaza con una híper. La fijación de precios máximos por seis meses, reajustables mientras dure la pandemia es una herramienta utilizable si se la acompaña con la aplicación estricta de la ley de Abastecimiento y el fortalecimiento de la Secretaría de Comercio Interior, habilitando a las organizaciones populares en el control de precios y a las comisiones internas en los costos de las empresas formadoras de precios.

Una recomposición de los ingresos populares (salarios, jubilaciones, AUH, planes) neutralizando los niveles de indigencia y reduciendo los de pobreza estimularía la demanda interna. Se la puede complementar con la creación de empleo vía reducción de la jornada laboral y el reparto del trabajo existente y un plan de obras públicas acordado con las organizaciones populares.

Es necesario reorientar el gasto público. Si se desarma la bomba de las Leliqs colocando un bono a tres años, diferenciado según sus tenedores (AMSES, Bancos, particulares) el Estado se haría de un monto significativo de pesos para financiar políticas activas, que se complementaría con la sanción de la ley de Ganancias Inesperadas.

Emergencia cambiaria

Frente a la carencia de dólares para engrosar las alicaídas reservas es posible declarar la Emergencia Cambiaria (como lo hicieron varios gobiernos en el pasado) y aumentar y extender los controles para evitar las maniobras de todo tipo con exportaciones e importaciones, complementada por la aplicación sin restricciones de la ley Penal Cambiaria. Controlar el Comercio Exterior haciendo pasar todas las operaciones por los Bancos Nación y Prov. de Buenos Aires, controlando los distintos pasos de esta cadena, al mismo tiempo que se utilicen todos los dispositivos tecnológicos para evitar el contrabando de granos y cereales por los pasos fronterizos y por la hidrovía del Paraná. Complementaria mente utilizar todas las herramientas disponilbles para que los productores liquiden los granos por un equivalente a 14.000 millones de dólares que aún retienen para forzar una devaluación.

Medidas de este tipo pueden ser un primer paso para superar la emergencia y abrir un sendero de reformas estructurales profundas que prefiguren otro modelo productivo y otro tipo de sociedad más solidaria e igualitaria.

Eduardo Lucita es Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *