-Características de la Plataforma (categorías que determinan el carácter del espacio político y social en construcción): Anticapitalista, antiimperialista, antifascista, antipatriarcal, ecologista-consecuente, internacionalista, latinoamericanista, uno con los pueblos originarios en lucha por su autonomía, autedeterminación y territorio; uno con la comunidad migrante; uno con la comunidad LEGBT; independiente respecto de los intereses del Estado capitalista, su régimen institucional, sus clases tutelares.
-Derechos Humanos y Sociales: de pedagogía política y social formativa para la liberación. De dignificación de los pueblos pre-existentes, con-vivientes y migrantes.
-Poli-ética: Conducta personal y colectiva asociada al bien común, la fraternidad, la verdad, franqueza, colaboración mutua, solidaridad, generosidad, no mentir, no robar, no ser flojo; justicia en todos los ámbitos; relaciones democráticas y de respeto humano, así como de la humanidad en la naturaleza.
-¿Para qué reunirse?
Como condición necesaria para colaborar en la modificación radical de las actuales relaciones de fuerza y poder entre los intereses de la minoría gran capitalista, explotadora, opresora, destructiva de humanidad y naturaleza, versus la humanidad que forman las clases trabajadoras y populares explotadas y oprimidas.
Como cada empeño por separado carece de fuerza suficiente para ser un factor político significativo en la vida social, entonces la reunión se vuelve prioridad objetiva y subjetiva para comenzar a influir e incidir en la política (en la cuestión del poder), desde la práctica concreta y las expresiones propias de los oprimidos.
Para convertirnos, de menos a más, de lo simple a lo complejo, en un factor del proceso emancipatorio de las clases trabajadoras y populares. Ese proceso -tránsito y acumulación permanente de fuerzas- es un todo articulado que potencia el fortalecimiento de cada una de sus partes. En otras palabras, de acuerdo a su práctica y multidimensiones, la Plataforma se vuelve referente y referencia para las clases trabajadoras y populares, desde sus necesidades inmediatas y hasta sus proyecciones de predominio político transformador.
Sin reunión, sin proceso, sin forma reconocible distintiva políticamente, no existe posibilidad de convertirse en variable real de emancipación.
-¿Cómo? Construyendo una Plataforma, medio e instrumento, que conjunte a distintas personas y activos de personas lo más amplia, democrática y abierta posible, con vocación de masas y poder, y que comparta las características del empeño colectivo.
La Plataforma Anticapitalista y Popular crea democráticamente acuerdos comunes entre sus partes, los cuales, en un primer momento, se expresan a través de campañas concretas (puntos de concentración de fuerzas). Por ejemplo, campañas colectivas a propósito de los 50 años del golpe de Estado de 1973; de los intereses del trabajo; de la dinámica de lucha de los pueblos originarios autonomistas; contra la farsa constitucional.)
Organizar una plataforma anticapitalista y popular no significa agregar otra sigla al tinglado de grupos, tan nobles en su resistencia contra las fuerzas del orden establecido, como ineficaces políticamente. Se trata de crear un medio para colaborar en la articulación unitaria de lo diverso. No un instrumento/fetiche. Si no que de agruparnos sin que nadie se disuelva ni pierda su identidad ni inmole su propia historia en el altar de lo completamente inédito o aún inexistente.
Porque nada arranca de cero, menos las experiencias más concretas de la historia de los combates populares (o sea, aquello que más conocemos debido a sus ricas determinaciones). Empezar de nuevo, sin memoria ni legado, es imposible y devalúa la potencia multiforme de la experiencia política que necesitamos los oprimidos para enfrentar el derrotero no escrito que tenemos allí adelante, hasta vencer.
La modificación de las relaciones de fuerza entre trabajo y capital, entre vida y muerte, impone las condiciones materiales de los actuales modos como se reproduce y garantiza su reproducción el régimen capitalista y sus extensiones político militares. Y, por supuesto, la modificación de las relaciones de fuerza entre trabajo y capital, entre vida y muerte, también tiene de la voluntad reunida de las clases populares.
¿Y cómo se hace? Convencidos de la justicia y pertinencia de nuestras razones y madurez histórica para enfrentar / luchando / pensando / debatiendo fraternalmente / luchando / formándonos en la práctica de la acción colectiva y con sentido / luchando / ampliando tanto la altura como la profundidad de nuestra perspectiva / construyendo democráticamente una línea política que nos oriente y, a la vez, capaz de ser rectificada cuando no rime con los intereses y derechos del oprimido / luchando / adecuando esa línea política en caliente y entre todos, sin perder el objetivo.
Es una pena que el capitalismo no se autodestruya por sus contradicciones y crisis internas y frecuentes y asesinas de gente y naturaleza. O sea, es una pena que las relaciones de clase y poder que llamamos capitalismo, no tenga sus días contados y que el futuro sea pura posibilidad o derrota, pero nunca un final irremediable y predeterminado. Por esa misma verdad, por esa misma incertidumbre, no nos queda otra que reunirnos para cambiar la vida y emprenderla contra las guerras incesantes, la alienación, la no libertad, la injusticia, la ley del egoísmo y la soledad, la sangre repartida en calles y campos, de pobre casi siempre, de rebelde casi siempre.
Al parecer, no tenemos otra alternativa. Salvo que alguien considere que ya está todo perdido, que no merece la faena jugarse el pellejo otra vez, que basta contentarnos con ser minoría funcional, decorado en un rincón del espanto, fracaso anticipado en medio de esta escena del crimen.