Julio López
está desaparecido
hace 6450 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Irak - To be continued
Por Miguel Espinaco - El Mango del Hacha - Sunday, Jul. 13, 2003 at 8:12 PM
revista@elmangodelhacha.com.ar Santa Fe

La "guerra" de Irak fue declarada oficialmente terminada, pero los hechos se empeñan en contradecir a los invasores. El in crescendo de las últimas semanas puede estar marcando el inicio de la primer guerra colonial del siglo XXI.

¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®

To be continued

Por Miguel Espinaco

     La invasión a Irak fue presentada como un operativo relámpago organizado como un mecanismo de relojería que no falló más que en algunos desechables aspectos secundarios. El 20 de marzo empezaron los bombardeos en medio del repudio mundial y de un indisimulable aislamiento del invasor norteamericano. Veinte días después, el 9 de abril, caía Bagdad. A pesar de que la CNN no consiguió las imágenes de movilizaciones de masas recibiendo a las tropas que supuestamente venían a democratizar al país, lograron un impacto bastante respetable con una toma de una gigantesca estatua de Saddam cayendo hacia adelante al impulso de un cable tironeado por un tanque. Una imagen para una metáfora, el derrumbe de Saddam a toda orquesta para el mundo que miraba por tv.

     Para redondear el efecto, para que todo apareciera como hecho consumado, el primero de mayo el presidente Bush - en un marco cinematográfico y a bordo de un portaaviones - dio por terminadas las operaciones militares.

     El show mediático había sido declarado formalmente terminado, the end, Irak ya estaba liberado o invadido, depende quién sacara la conclusión de ese final que parecía inapelable, los diarios se lo llevaron de la primera página a las páginas interiores, las movilizaciones pacifistas dejaron el escenario y los líderes mundiales se dedicaron a ver como sanaban las heridas que les había producido el incidente. Chirac y Bush se sacaron en Francia la ansiada foto juntos y al tiempo redondearon en Atenas el acuerdo de sumisión a las decisiones del gendarme.

     Faltaba saber aún que los irakies no estaban demasiado dispuestos a dar el asunto por cerrado, faltaba saber que no estan dispuestos a aceptar así nomás el anexamiento de su territorio como si fuera una estrella más en la bandera norteamericana.


     En las últimas semanas ha crecido la impresión de que la situación en Irak no se encuentra controlada por el ejército invasor. El balance de las bajas sufridas por la llamada coalición deja claro que el publicitado fin de las hostilidades sólo ha servido para dar paso a una nueva etapa de enfrentamientos que tiene un final todavía imprevisible.

     Los norteamericanos, que habían reconocido 140 muertos en sus filas entre el 20 de marzo y el primero de mayo, contabilizan ya unas 60 bajas desde esa fecha hasta estos días. El hecho de que gran parte de esas muertes sean oficialmente explicadas como accidentes, no puede más que verse como un intento de ocultar la poco cordial bienvenida que les da el pueblo iraquí, formalmente "liberado".

     La aparición de una guerrilla incipiente, de sabotajes, de movilizaciones y de protestas sin fin, ha hecho que todos los intentos por recuperar una cierta imagen de normalidad en el Irak post bombardeos, resultara poco menos que estéril. Las fuerzas británicas que están en Basora, habían comenzado a patrullar la ciudad sin cascos ni chalecos antibalas como una forma de acercarse a la población civil y no tener el aspecto de una fuerza de ocupación, pero su intento no llegó muy lejos. El 24 de junio pasado, en esa ciudad del sur iraquí, fueron muertos seis soldados británicos.

     "Soldados con perros que apuntaban a mujeres y niños y un cabo -que extendía la ropa de interior de una mujer delante de un grupo de musulmanes que rechazaban su metodología- crearon las condiciones para la masacre protagonizada por civiles iraquíes shiítas" relata la nota periodística, demostrando como la cotidiana falta de respeto a las costumbres religiosas locales se convierte en un acicate para la bronca.

     El Centro Iraquí para la Investigación y Estudios Estratégicos ha publicado hace unos días, una encuesta que afirma que el 51% de los irakíes está dispuesto a tolerar la ocupación hasta que se forme un nuevo gobierno. Sin embargo, el clima hostil se nota en el tono de los comunes habitantes, y hasta en el tono de los que hablan con intenciones de pacificar.

     Vecinos de Fallujah citados por Clarín, se mostraban furiosos ante el comportamiento agresivo de los soldados norteamericanos que acababan de requisarlos: "nos sacamos de encima un problema y ahora tenemos uno peor. Ni siquiera Saddam nos hizo esto".

     En tanto, Mohammad Baqer Al Hakim, jefe de la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica de Irak - uno de los principales grupos políticos elegidos por Paul Bremer en Irak para planificar el futuro del país - manifestó su oposición a las acciones violentas contra la coalición, afirmando que prefería los medios pacíficos, pero no ahorró epítetos para los invasores: "Pido a todos los habitantes de Irak que se calmen y utilicen todos los recursos pacíficos contra las acciones insoportables de las fuerzas de la coalición, como los insultos, el robo y el desprecio que tienen por las costumbres iraquíes".


     El pueblo norteamericano ha empezado a preguntarse cual es el futuro de la ocupación en Irak y ha empezado a mirar con preocupación las muertes de soldados desde el supuesto fin de las hostilidades que alcanza el sorprendente promedio de uno por día. La reaparición del tema en los debates televisivos refleja sin duda este interrogante que amenaza cruzar las elecciones presidenciales del año que viene.

     El administrador civil estadounidense de Irak, Paul Bremer, dijo que Hussein "debe ser capturado vivo o muerto, para que deje de alentar el ataque a las fuerzas de la coalición" y abrió el paraguas explicando que "desafortunadamente seguiremos sufriendo bajas".

     El senador republicano Richard Lugar, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado no dudó en reflotar el sustantivo que Bush había cancelado el primero de mayo desde el portaaviones: "una guerra sigue en pie - dijo - los estadounidenses deberán quedarse en Irak por mucho tiempo". Otro republicano, Chuck Hagel, se encargó de advertir que "eso representará asimismo un costo presupuestario importante".

     Por el lado de los demócratas, Joe Biden optó por convertirse en la voz crítica: "hay verdaderamente un abismo gigantesco entre las expectativas de la administración y la realidad".

     La pregunta que se hacía un sargento de infantería frente a un cronista del Washintong Post va a convertirse sin dudas en un tema electoral de primer orden: "¿Qué estamos haciendo aquí?", se preguntaba, y apenas buscaba y rebuscaba cómo contestarse a sí mismo. "Se suponía que la guerra había terminado y sin embargo no pasa día sin que otro soldado sea asesinado. ¿Vale la pena? Saddam Hussein no está más en el poder, los locales quieren que nos vayamos ¿Por qué estamos todavía aquí?".


     Saddam Hussein logró, gracias al marketing norteamericano, lo que no había logrado en su larga historia de dictador y de masacrador de pueblos, convertirse en un supervillano de ésos de película, en uno de esos personajes imprescindibles para que la fábula se siga desarrollando hasta la buscada moraleja.

     Tan importante resultó el depuesto lider iraquí que Bush - que a mediados de julio lo había arrojado a la historia de los supervillanos diciendo que "Saddam ya no es una amenaza para EE.UU." - tuvo que resucitarlo para que la fábula que le cuenta al mundo siguiera teniendo sentido. La excusa fue la confesión de Mahmud, uno de los ex hombres fuertes del régimen saddamista, pero la verdadera razón parece ser la necesidad de explicar los atentados y la ausencia de control en Irak, cargando los hechos en la cuenta de supuestos restos de poder del régimen depuesto y en el propio Hussein, una especie de fantasma acechando en las sombras.

     Es imposible saber si la inteligencia yanqui cree o no su oportuna explicación. Lo que sí es seguro, es que le fue muy util para activar un comando secreto - la "Task Force 2" - que ha incrementado el poder terrorista contra el pueblo invadido, y para poner en marcha la llamada operación "Ataque a la Península", la mayor desde la caída del gobierno de Saddam, el pasado 9 de abril. La sola mención de que su amplio objetivo es el de buscar "elementos subversivos" afines a Saddam, da una idea de la cacería y de los asesinatos que están dispuestos a llevar adelante para no ser expulsados del territorio ocupado.

     Para los irakíes Saddam ya fue, pero para Bush y sus secuaces la ecuación es bien distinta. Mientras las publicitadas armas de destrucción masiva no aparecen por ninguna parte y se debilita aún más toda la argumentación con la que buscaron justificar el asalto a Irak, saben que si no logran reinventar al mounstro, la resistencia creciente del pueblo irakí puede volver a impulsar el repudio internacional y la protesta al interior de los Estados Unidos, hasta volver insostenible el mantenimiento de la ocupación.


     La lucha nacional iraquí no tiene todavía un pronóstico claro, pero ya hay elementos visibles que muestran que estará planteada en forma creciente.

     En un escenario demasiado complejo habrá que considerar el papel de los restos del régimen, tanto de los que quedaron afuera y ya no tienen casi ningún peso político como de los que se sumaron al carro del vencedor, la vieja burocracia saddamita que abrió sus brazos al invasor, como es el caso Datar Kashab, director de la refinería petrolera de Daura. Habrá que tomar en cuenta el rol de las restantes potencias imperialistas que quieren recuperar su porción del negocio petrolero y el papel de los lideres islámicos que promueven la instalación de una república confesional en Irak, otro dolor de cabeza de los norteamericanos.

     Pero más que nada, habrá que considerar el desarrollo que tengan las luchas del pueblo iraquí que hasta ahora no se ha mostrado demasiado tolerante con el invasor y que ha organizado multitudinarias marchas que enfrentaron las armas no siempre silenciosas del ejército de ocupación y que, al parecer, ha montado incipientes organizaciones guerrilleras que utilizan la táctica de la emboscada y el sabotaje.

     Marzo y abril mostraron al mundo en la calle gritando paz, para impedir la invasión. Si esa lucha mundial se renovara hoy con la exigencia del retiro inmediato de las tropas de ocupación, si el pueblo norteamericano avanzara desde la duda a la protesta, si este escenario altamente probable se combinara con la lucha nacional que enfrentan los iraquíes, entonces habrá quedado claro que el discurso de Bush en el portaaviones cuando anunciaba el fin de las hostilidades, habrá anunciado también el principio de la primera guerra colonial del siglo XXI, el principio de una guerra con final abierto.

¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®

agrega un comentario