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Wallmapu: We Tripantu
Por Por Pedro CARIMAN - Monday, Jun. 21, 2004 at 4:33 PM

En el primer Wiñoy Tripantu que a este periódico le toca vivir en medio de los pequeños triunfos y los dolientes reveses por los que nuestro pueblo transita, queremos reivindicar a esa institución ancestral que tiene plena vigencia y nos ayuda a proyectarnos al futuro, como grupo humano en torno a una demanda nacionalitaria. No obstante, somos conscientes que para que esto ocurra, precisamos de espacios propios para intercambiar y debatir ideas y proyectos, en un marco de respe to, franqueza y libertad según lo exigen los tiempos que vivimos.

-¿Pero lo correcto es Wiñoy Tripantu o We Tripantu?- inquirió el joven y autodenominado werken en un precario, aunque entendible, mapunzugun a Doña Carmen Lemunao, anciana y respetada Pillañ Kuse de la comunidad Chiwkvjiwiñ, una de las tantas ubicadas al sur de la actual provincia del Neuquén. Era la primavera de 1991 y la reunión tenía lugar en la ciudad de Junín de los Andes, donde un grupo de mujeres y varones de las organizaciones mapuche presentes, buscaba los fundamentos po lítico-culturales desde los cuales proyectar su movimiento en el Este del Wallmapu. La pregunta en cuestión buscaba una conclusión para la conversación que hacía ya un rato se desarrollaba: determinar la forma correcta de llamar en la lengua de la tierra, lo que en castilla comenzaba a conocerse como "Año Nuevo Mapuche".

Mientras en Gulumapu se difundían las primeras propuestas que demandaban formas de autonomía política como soluciones de fondo al conflicto histórico entre los mapuche y el Estado chileno, en Puelmapu reuniones como las de esa primavera eran parte de los primeros aprestos para el lanzamiento de demandas similares ante el Estado argentino. Demandas que se harían públicas al año siguiente, con la campaña de los contrafestejos del V Centenario del llamado "Descubrimiento de América". El objetivo de fondo era dejar atrás la imagen de "paisanos indígenas" dispersos en el inmenso espacio de Pampa y Patagonia, y hacer emerger en su lugar la de un Pueblo arti culado en torno a una conciencia histórica, que -con las certezas que dan los momentos fundacionales- se podía asumir sin duda alguna como nación y demandar derechos político-territoriales en esa condición.

Así se discutieron y decidieron temas y formas que se suponían eran las correctas, para afirmar la posibilidad real de constituir una fuerza político-cultural representativa, que se extendiera a lo largo y ancho del Puelmapu. Pero mientras los temas en efecto confluían hacia la configuración de una conciencia nacionalitaria de signo moderno, la forma de tratarlos y la selección discursiva se realizaba bajo formulas supuestamente originarias o ancestrales. Es así como se daba el nombre de Trawvn a reuniones mapuche donde, sin embargo, ya estaban decididas de antemano las resoluciones políticas a tomar.

Hubo discusiones, sí. Pero a la vez fueron también impuestas y direccionadas según la necesidad de homogeneización que exigía el proyecto de carácter "naciona l" que se impulsaba. No obstante esto, la inmensidad territorial de Puelmapu y su extrema diversidad de situaciones específicas que vive la población mapuche contemporánea en cada uno de sus rincones, terminó imponiéndose. A poco más de una década de aquellos sucesos, la necesidad legítima de articular una conciencia mapuche nacionalitaria a lo largo y ancho de Puelmapu, mostró lo ineficaz que para ello resultaba una política de imposición ante la abrumadora diversidad mapuche interna, que se vuelve adversa si no se crean los ámbitos de discusión donde esta pueda libremente expresarse.

La conciencia ha crecido porque, ya se dijo, los temas discutidos fortalecían el carácter nacionalitario de la demanda mapuche. Sin embargo, la realidad nos muestra hoy a diferentes organizaciones y comunidades que poca o ninguna vinculación tienen con otras, que coexisten en el mismo ámbito provincial y ni qué decir de aquellas que están más allá de él. En no pocos casos la relación es de competencia por la representatividad de unos y otros. Así, desarticulada en tanto Pueblo, es la batalla que se libra contra los nuevos y viejos "estancieros", que ocupan y explotan el territorio mapuche del Este, sean los miembros de la tradicional Sociedad Rural o los más nuevos que se esconden tras siglas como Repsol YPF, las mineras, las subsidiarias locales de Benetton o la avanzada institucional de los Estados provinciales, tal como ocurre con la municipalización de Villa Pehuenia y el llamado a elecciones en esta localidad con mayoría de población mapuche, donde casi con seguridad habrá un gobierno no-mapuche.

Paradójicamente y por grave que nos parezcan cada uno de los conflictos que enfrenta nuestro Pueblo en el presente, ninguno de ellos ha tenido la fuerza de convocatoria que sí tienen algunas de las instituciones ancestrales que se imponen, atraviesan y subordinan la heterogeneidad mapuche del presente, para mostrarla y mostrarnos como jamás lo ha logra do ninguna organización moderna existente. Es decir, como un solo Pueblo. El Wiñoy Tripantu, We Tripantu, Wvzal Tripantu, Pvrapagaw, en fin, la idea y conocimiento del Nuevo Año en el Territorio Mapuche, más allá de sus diferentes formas de nombrarlas, tiene en común la suficiente fuerza de hacer que en un mismo momento y en todo su territorio, el conjunto de la población mapuche actúe de forma societal. Es decir, como una sociedad articulada a lo largo y ancho ya no solo de Puelmapu, sino también de Gulumapu.

Así, en los días que van entre el 21 y 24 de cada mes de junio el Wallmapu, desde Buenos Aires y Santiago al sur, en cada ciudad y comunidad rural, encuentra a los mapuche actuando como un Pueblo por encima de diferencias internas, así como de leyes, fronteras e imposiciones externas. Se trata, quizás, del único momento en que el sueño del país mapuche y la conciencia nacionalitaria se aproximan casi hasta fundirse en la realidad que queremos construir cada uno de nosotros. El resto de los días del “año” mapuche nos encuentra en los proyectos locales y personales que poca articulación tienen muchas veces con el de otros hermanos.

Grande es el desafío que tenemos por delante, para actuar en cada coyuntura trascendente como un solo cuerpo político-social, tal como sí sucederá otra vez en el Wiñoy Tripantu que se avecina. Que esta actitud se traslade a otros aconteceres de la vida mapuche no depende, sin embargo, solo de actos de fe ni de buena voluntad. Más bien dependerá del acto conciente que cada hermano/na pensante realice, al poner por delante de sus proyectos personales y locales, la necesidad de construir una conciencia nacionalitaria mapuche, con la convicción de que esto tiene la misma, y tal vez mayor, relevancia, que la lucha que se libra contra las transnacionales y las instituciones estatales que violan a diario nuestros derechos como pueblo.

En el primer Wiñoy Tripantu que a este periódico mapuche le toca vivir en medio de los pequeños triunfos y los dolientes reveses por los que nuestro pueblo transita a ambos lados de nuestra cordillera, queremos reivindicar a esa institución ancestral mapuche que tiene plena vigencia y nos ayuda a proyectarnos al futuro, como grupo humano en torno a una demanda nacionalitaria. No obstante, somos muy conscientes de que para que esto último efectivamente ocurra, precisamos de espacios propios para intercambiar y debatir ideas y proyectos, en un marco de respeto, franqueza y libertad según lo exigen los tiempos que vivimos. Reiteramos entonces en este inicio de Año Nuevo en el Territorio Mapuche que nuestras páginas están abiertas a todos y cada uno de los hermanos/as dispuestos/as a asumir este compromiso.

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