TRIUNFO HISTÒRICO EN EL SUBTE
Por EL MILITANTE -
Friday, Feb. 11, 2005 at 5:49 PM
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Los trabajadores del Subte doblegan a
METROVÍAS |
Un triunfo histórico
para una lucha ejemplar |
Autor : Aníbal
Montoya Fecha : ( 11-Febrero-2005 ) Categoria : Movimiento
obrero
|
n el
último año, los trabajadores del Subte han escrito una de las
páginas más inspiradoras de la historia del movimiento obrero
argentino de los últimos 30 años. Luego de conseguir el triunfo
histórico de la jornada laboral de 6 horas para todos los
trabajadores sin reducción salarial hace menos de 1 año, los
trabajadores se lanzaron con todo a la pelea por la recomposición
salarial. Tras 4 meses de lucha intensa que abarcó desde paros
parciales de 1 hora hasta paros de 48 horas, incluyendo la amenaza
de una huelga por tiempo indeterminado, la ocupación de las
cabeceras de las estaciones y de las vías, decenas de asambleas y
discusiones, miles de volantes y afiches, y mil y una noches sin
dormir los 1.900 trabajadores del Subte consiguieron doblegar a la
patronal, METROVÍAS.
Una burguesía nacional
explotadora y parásita
METROVÍAS, cuyo capital
accionario principal corresponde el grupo Roggio, constituye el
paradigma del capitalismo argentino de los últimos años: un
empresariado venal, sediento de ganancias sin límites, que saqueó la
riqueza nacional comprando los activos del Estado a precios de saldo
en complicidad con los funcionarios y políticos burgueses corruptos,
percibiendo cientos de millones de pesos en subsidios directos del
propio Estado, evadiendo los capitales fuera del país o sacándolos
de la inversión productiva. Todo eso al precio de miles de
trabajadores despedidos, con salarios disminuidos o congelados
durante años, superexplotados y trabajando en condiciones precarias
en jornadas laborales interminables. Los 1.700 trabajadores muertos
anualmente en accidentes de trabajo en Argentina -una de las tasas
de mortalidad laboral más altas del mundo- constituyen el mayor
monumento (el monumento de la infamia y del terrorismo patronal) con
el que los capitalistas argentinos contribuyen al bienestar y al
desarrollo de la sociedad año tras año.
El conflicto
del Subte desmiente categóricamente a aquellos que, desde posiciones
nacionalistas, intentan marcar una diferencia en la actitud de los
capitalistas nacionales con la de los extranjeros. Los primeros
demuestran ser igual de parásitos, explotadores y saqueadores de la
riqueza nacional que los últimos y, por lo tanto, son igualmente
enemigos de clase de los trabajadores argentinos. Como también lo
demostró el conflicto con las telefónicas, empresarios nacionales y
extranjeros se dan la mano en su afán por acumular ganancias a costa
de la explotación de la clase obrera, de exigir aumento de tarifas y
de evadir capitales.
Una gran victoria
Los trabajadores del Subte han conseguido un
aumento salarial del 19% en el salario básico, al que hay que añadir
los $100 otorgado por el gobierno en diciembre (y que fueron un
primer fruto de la lucha de noviembre-diciembre al quedar
incorporados al básico, cuando el decreto gubernamental lo otorgó
con carácter no remunerativo). Esto significa que el aumento
salarial directo fijado al básico oscila, según las categorías,
entre un 25,5% para un conductor y un 33,6% para un boletero, la
escala más baja, quedando fijado el salario básico de un conductor
en $1.921 y el de un boletero en $910.
A esto hay que
sumar lo conseguido por “antigüedad” (adicional que fue eliminado
unilateralmente por la empresa cuando la privatización hace más de
10 años), y que se estima en el 1% del salario básico de un
conductor ($19,2) para todas las categorías laborales. Esto
significa que un trabajador con una antigüedad de, por ejemplo 10
años, sea cual sea su categoría laboral, percibirá una suma
adicional de $192,1 cada mes. Lo que, unido al aumento obtenido en
el básico, implica un aumento global de la masa salarial del 38%
tratándose de un conductor que lleva trabajando 10 años y de un
61,8% en el caso de un boletero. Este acuerdo tiene carácter
retroactivo desde el 1 de enero.
Esto no es todo,
además la empresa asume el compromiso de pagar los días caídos (los
días de huelga) y ve fracasado su intento de colocar las máquinas
expendedoras de boletos. Tampoco hay ningún compromiso de paz social
por parte de los trabajadores, salvo en el hecho de que este acuerdo
salarial tiene una vigencia anual hasta el 31 de diciembre del 2005
como es usual en unas paritarias.
A todo ello hay que
sumar las pequeñas pero importantes conquistas arrancadas en la
primera parte de la lucha desarrollada en noviembre-diciembre como
fueron los adicionales por Jardín Maternal y los $5 por nocturnidad
por cada año de servicio (este último concepto fue eliminado
unilateralmente por la empresa tras la consecución de la jornada
laboral de 6 horas).
Sin ninguna duda, estas
conquistas salariales, en el actual contexto económico y social
argentino, representan una victoria extraordinaria de los
trabajadores del Subte. Es muy instructivo comparar estas conquistas
logradas con los resultados de otras paritarias en sectores tan
importantes como, por ejemplo, los metalúrgicos de la UOM. El
aumento de entre $100-$150 NO REMUNERATIVOS conseguidos por la
dirigencia de la UOM (sin lucha, a espaldas de los trabajadores, sin
votaciones en asambleas) palidecen de manera insultante en
comparación al acuerdo arrancado por los trabajadores del Subte a
METROVÍAS.
El único punto ambiguo que se desprende
del acuerdo es aquel que plantea que “las partes convienen que en
caso de que circunstancias extraordinarias e imprevisibles de la
economía nacional impongan la reconsideración de las condiciones
económicas, se comprometen a mantener tratativas a los efectos de
considerar la cuestión”. De la aceptación de este punto en nada se
puede culpar al Cuerpo de Delegados ya que la redacción del Acta del
acuerdo fue responsabilidad de la dirección de la UTA que lo hizo
sin conocimiento o aprobación del Cuerpo de Delegados. En cualquier
caso, este punto solamente plantea, bajo unas condiciones
hipotéticas que no dejarían de ser muy subjetivas y arbritarias,
reiniciar tratativas sobre lo acordado pero no la caída automática
de las conquistas alcanzadas con esta lucha; y en cualquier caso si
hay disputa se resolverán con una nueva lucha.
Otra
cuestión que queda por resolver tras este acuerdo es si METROVÍAS y
el Gobierno pactaron un arreglo o negociación secreta para compensar
a la empresa con un aumento en los subsidios estatales o de las
tarifas. El Cuerpo de Delegados ya rechazó cualquier concesión a la
empresa en este sentido, por lo que deberán permanecer vigilantes
para impedirlo, no dudando en hacer un llamado general a los
trabajadores y usuarios a movilizarse en contra, en el caso de que
se diera esa situación, haciendo énfasis, como se hizo a lo largo de
la lucha, en la necesidad de la reestatización del servicio de
subterráneos, a lo que debemos añadir que debería hacerse sin
compensación de ninguna clase, que ya METROVÍAS se embolsó cientos
de millones durante todos estos años.
Una lucha
ejemplar
Qué duda cabe que, además de la
capacidad de lucha, entrega y sacrificio de los trabajadores, la
labor del actual Cuerpo de Delegados del Subte ha resultado decisiva
para orientar las energías y ganas de luchar de los trabajadores a
la culminación de una lucha exitosa.
La primera
condición ha sido mantener una autoridad sindical y moral ante el
conjunto de los trabajadores, basada en el método democrático en las
discusiones y toma de decisiones. Tanto la elaboración del pliego de
reclamos, la elección y decisión de cada medida de fuerza, como la
negociación o la firma de cualquier acuerdo con la patronal o el
gobierno, todo eso pasó por la más amplia discusión previa en las
asambleas de trabajadores y su votación democrática en las mismas.
Tener un Cuerpo de Delegados honesto y luchador, que demostró en
los últimos años, en todo momento, estar a la altura de las
circunstancias, y bajo cuya dirección los trabajadores del Subte
consiguieron las conquistas más importantes en la historia de la
empresa, creó tal confianza en el conjunto de los trabajadores que
hizo que éstos respondieran a las medidas de fuerza con una unidad
granítica, como un solo puño. Unidad que ni las trampas de la
empresa, ni los alaridos de indignación hipócrita de los medios de
comunicación burgueses ni, lamentablemente, las maniobras de la
burocracia sindical de la UTA consiguieron quebrarla.
El Cuerpo de Delegados manejó las medidas de fuerza
con gran habilidad e inteligencia, así como la pugna con la empresa
en relación a la “opinión pública”. Cuando la empresa acusó a los
trabajadores de cobrar super sueldos, los dirigentes obreros además
de demostrar su falsedad contraatacaron acusando a los máximos
directivos de percibir haberes de $20.000 y $40.000 al mes. Cuando
la empresa se quejaba diciendo que no tenía plata para afrontar las
demandas salariales, el cuerpo de delegados demostró con datos,
cifras y argumentos todo lo contrario, invitando a la empresa a que
hiciera públicos sus libros de contabilidad para que demostrara ante
la opinión pública sus afirmaciones.
Ante las
inevitables molestias causadas a los usuarios al verse impedidos de
usar un medio de transporte tan esencial para moverse por la ciudad
de Buenos Aires, molestias que los medios de comunicación burgueses
se encargaron de amplificar y exagerar hasta niveles grotescos para
enfrentar a trabajadores contra trabajadores, el Cuerpo de Delegados
apeló en todo momento a la comprensión y la solidaridad de clase, a
demostrar que era la empresa quien trataba de utilizar como rehenes
a trabajadores y usuarios para forzar aumentos de tarifas o de los
subsidios estatales, y a que una lucha exitosa en el Subte debería
estimular al resto de la clase para que siguiera su ejemplo. Además
los trabajadores insistieron en que no solamente luchaban por
salarios sino que también exigían mayores inversiones de la empresa
para mejorar la seguridad del servicio que enfrentaba deficiencias
muy graves en el estado de las vías y del material rodante.
Lejos de quemar las energías de los trabajadores con
medidas de fuerza precipitadas, el Cuerpo de Delegados procedió
gradualmente, con paros de algunas horas los primeros días. Sólo
cuando la lucha alcanzó el momento decisivo fue cuando,
correctamente, se declararon paros escalonados de 24 horas primero y
48 horas después, dejando caer la amenaza de una huelga por tiempo
indeterminado si METROVÍAS no presentaba una oferta seria a favor de
los trabajadores. Esta determinación de los trabajadores del Subte
de ir hasta el final es lo que terminó de convencer a la empresa y
al gobierno de que tenían que presentar una oferta razonable para
destrabar un conflicto que amenazaba alargase en el tiempo con el
peligro de que se extendiera a otros sectores.
El
papel de los dirigentes de la CGT y la CTA
Hay
que decir que los trabajadores del Subte tuvieron que encarar su
lucha bajo condiciones de gran dificultad. Además de las
complicaciones que supone un paro en el Subte, que no se da en otros
sectores, como son las ya referidas a las inevitables molestias que
puedan sentir los usuarios, estaba el peligro de un aislamiento de
la lucha.
Mientras que en los meses de noviembre y
diciembre coincidieron varios conflictos gremiales de gran
envergadura: telefónicos, estatales y docentes, ferroviarios, y el
propio inicio de la lucha del Subte, lo que tuvo un indudable efecto
en la culminación de forma más o menos victoriosa en varios de
ellos, como los telefónicos por la recomposición salarial y contra
los despidos en ferroviarios, los trabajadores del Subte debieron
desarrollar su lucha de manera aislada. No por casualidad, el
conflicto de telefónicos fue destrabado conscientemente por el
gobierno y las empresas telefónicas, con el concurso de las
direcciones de CGT y CTA, para que no confluyera con la lucha del
Subte que recién se iniciaba. Para la readmisión de los trabajadores
ferroviarios despedidos y la liberación de los detenidos también
jugó un papel, además de la determinación de los ferroviarios de las
líneas exMitre y exSarmiento, la amenaza de un paro solidario de los
obreros del Subte.
En ese sentido, a diferencia de lo
que ocurrió al final de la lucha de los telefónicos, lamentablemente
se echó en falta un posicionamiento público y firme de las
direcciones de la CGT y la CTA en favor de los trabajadores del
Subte. Mientras que en la lucha de los telefónicos, gracias a la
extraordinaria lucha y ocupación de las instalaciones que
desarrollaron los trabajadores, la presión de las bases obligó a
Moyano y De Gennaro a dar medio paso al frente para apoyar la lucha,
al menos públicamente y de palabra, llegando hasta el punto de
amenazar con una jornada nacional de lucha en solidaridad, el
silencio que mantuvieron ambos dirigentes, desde el primer día del
conflicto del Subte hasta el último, resultó ensordecedor.
Lo mismo hay que decir de los dirigentes de la UTA,
quienes en ningún momento hicieron declaraciones públicas de apoyo
ni tomaron medidas gremiales de solidaridad con otros sectores del
transporte y que al final, cuando el resultado de la lucha ya estaba
decidido, escenificaron un espectáculo vergonzoso con la patronal y
la complacencia del gobierno, firmando un acuerdo a espaldas del
Cuerpo de Delegados y de los trabajadores del Subte, para intentar
atribuirse la responsabilidad del éxito de la lucha. No obstante,
también aquí el Cuerpo de Delegados actuó inteligentemente
desconociendo el Acta y negándose a levantar el paro hasta que el
Acta no fuera conocida en todos sus detalles por los trabajadores y
votada democráticamente en las asambleas, que fue lo que sucedió. La
victoria de los trabajadores fue fruto único y exclusivo de ellos
mismos y no iban a permitir que nadie se la apropiara.
Afortunadamente, los trabajadores del Subte no
estuvieron solos, sino que se sintieron acompañados en todo momento
por cientos de miles de trabajadores que simpatizaban con su causa.
Recibieron decenas y cientos de resoluciones de apoyo de delegados y
comisiones internas, gremios, activistas sindicales y juveniles,
tanto de Argentina como de gran cantidad de países del extranjero en
los que el conflicto del Subte también tuvo una repercusión.
Pero también es de justicia (si bien la
responsabilidad principal, fundamental y decisiva en el triunfo de
la lucha se debió a los propios trabajadores del Subte) reconocer el
importante papel que jugó el activismo de izquierda (tanto gremial
como juvenil) y sus organizaciones en rodear de solidaridad y apoyo
esta lucha desde el comienzo. Ellos colaboraron activamente, de
acuerdo en todo momento con el Cuerpo de Delegados, en la campaña de
solidaridad nacional e internacional, en la recogida de dinero para
el fondo de huelga, en el reparto de miles de volantes dirigidos a
los usuarios y trabajadores, participando en los piquetes en las
cabeceras de las estaciones, etc. En última instancia, la izquierda
demostró ser capaz de articular un verdadero y genuino Frente Único
para ayudar a la culminación exitosa de esta lucha; experiencia que
esperamos no caiga en un saco roto y que de ahora en más continúe y
se profundice tanto en la lucha gremial, como piquetera, y también
en la lucha política.
Conclusiones
El resultado de la lucha del Subte va a tener
efectos muy importantes en el conjunto del movimiento obrero
argentino. Lo que tanto temía la patronal al inicio de este
conflicto se ha cumplido: que un resultado exitoso de esta lucha
pudiera tener el efecto de estimular y animar a otros sectores de la
clase a seguir la senda abierta por los trabajadores del Subte. Los
trabajadores del Subte han establecido un piso en las paritarias que
va a ser asumido como propio por miles de trabajadores de todo el
país. Mientras que una derrota del Subte habría tenido
inevitablemente un efecto depresor en el conjunto de las luchas y
habría envalentonado a la patronal para pasar a la ofensiva, un
resultado exitoso va a tener el efecto contrario.
Otras de las lecciones que se desprenden de esta
lucha es que no da igual quien esté al frente de las luchas, de los
Cuerpos de Delegados, de las Comisiones Internas, de los sindicatos.
Una dirección honesta y luchadora siempre estará en condiciones de
arrancar, con el apoyo y el protagonismo de las bases, más a la
patronal que una dirección burocrática, que transa y desconfía de la
fuerza y la capacidad de lucha de los trabajadores.
En este sentido, es interesante notar que la mayoría
del actual Cuerpo de delegados del Subte son compañeros
identificados con posiciones de izquierda socialistas y
revolucionarias, sean o no militantes de partidos. Esto desmiente
ese lugar común tan extendido entre los escépticos, pusilánimes y
reformistas dentro del movimiento obrero que afirman que los
socialistas revolucionarios y los marxistas sólo sirven para hablar
sobre la revolución, pero no son capaces de luchar por reformas y
conseguir conquistas prácticas y concretas para los trabajadores. Al
contrario, sólo los dirigentes obreros que comprenden los intereses
opuestos que existen entre obreros y patrones, que entienden que la
ganancia del capitalista es el salario no pagado al trabajador, que
saben que la emancipación de los trabajadores sólo puede basarse en
la fuerza, la unidad y la intervención conscientes de los mismos,
estarán en condiciones de llevar la pelea hasta el final y de
arrancar el máximo de conquistas a la patronal. Los reformistas y
burócratas en cambio, en la medida que aceptan como irreversible la
propiedad privada capitalista y el derecho del patrón a obtener
ganancias explotando a los trabajadores, se entregan ante la primera
dificultad, ceden a las presiones patronales o gubernamentales, o
traicionan las luchas. Esto ya lo vimos muchas veces.
Pero quizás una de las lecciones más importantes de
esta lucha es que la experiencia del Subte no puede quedar como
patrimonio exclusivo de los trabajadores del subterráneo. Si en el
Subte se puede luchar y ganar, en los demás sectores y empresas
también se puede y se debe hacer. La autoridad ganada por el Cuerpo
de Delegados del Subte debe servir para agitar en las empresas y
dentro de cada gremio por un sindicalismo diferente al que predomina
en el movimiento obrero argentino actualmente. Necesitamos un
sindicalismo “como el del Subte”, es lo que se estarán planteando
ahora miles de trabajadores y luchadores honestos.
Es
por eso que desde hace bastante tiempo los compañeros y
colaboradores de nuestra corriente, El Militante, estamos
insistiendo en la necesidad de que se organice una Corriente
Sindical dentro de la CGT y la CTA que aglutine a los activistas y
gremialistas combativos en cada sindicato y empresa que pueda
aparecer como una alternativa de dirección a las actuales
direcciones burocráticas que predominan en la mayoría de nuestros
sindicatos y empresas. Si los trabajadores del Subte, junto a lo
sectores combativos y clasistas que existen en ferroviarios,
gráficos, alimentación, estatales, docentes, metalúrgicos, comercio,
bancarios, petroquímica, etc levantaran la bandera en cada sindicato
particular, y a nivel nacional dentro de la CGT y la CTA, de una
Corriente Sindical común y unificada esto tendría un impacto y una
simpatía enorme dentro del movimiento obrero, dado el descrédito que
despiertan las actuales direcciones sindicales y la existencia de
una camada de jóvenes obreros ante los cuales las viejas direcciones
no despiertan entusiasmo alguno. En la actual etapa de incorporación
creciente a la lucha de la clase obrera por la recomposición
salarial, por la reducción de la jornada laboral y contra el empleo
“en negro” y precario, el éxito en la organización y extensión de
esta corriente sindical estaría garantizado.
Las
ideas escisionistas, abandonar los actuales sindicatos con la
pretensión de formar sindicatos “puros” y “revolucionarios” son un
grave error. Porque tendrían el efecto de separar a los elementos
más avanzados de los trabajadores de los más atrasados o de aquellos
que todavía no sacaron todas las conclusiones y necesitan más
experiencia para sacar la conclusión de que necesitan una nueva y
mejor dirección. La tarea es dar la pelea dentro de los sindicatos y
ganar pacientemente la confianza de las bases. Indudablemente,
luchas exitosas como las del Subte son la mejor propaganda para
ganar esta confianza y estar en las mejores condiciones para
disputar mañana el control de los sindicatos a las actuales
direcciones burocráticas.
Finalmente, la última
lección importante que podemos extraer de la lucha del Subte es que
cuando la clase obrera lucha unida, con determinación, y con una
dirección valiente y decidida no hay fuerza en la Tierra capaz de
detenerla. También pone de manifiesto la extraordinaria fuerza y
poder que descansa en las manos de los trabajadores: sin su amable
permiso no se mueve una rueda ni se prende una lámpara. Este hecho,
y la identidad de intereses que se derivan de su carácter de
asalariados y la solidaridad y simpatía innata que sienten los
trabajadores con las luchas de sus hermanos de otros sectores, es lo
que nos permite afirmar a los marxistas que no existe fuera de la
clase obrera, otra clase con la fuerza, el tamaño y el papel en la
sociedad que pueda dirigir el proceso de la transformación de la
sociedad; de una sociedad basada en el lucro, la explotación y la
miseria de unos pocos sobre la inmensa mayoría en otra basada en la
cooperación, la fraternidad, la solidaridad humanas y la búsqueda
del bien común. Pero este tipo de sociedad solo puede ser el
socialismo, donde toda la riqueza creada y puesta en funcionamiento
por los trabajadores (que somos además la mayoría aplastante de la
sociedad) nos pertenezca a todos en común y sea gestionada y
administrada democráticamente por el conjunto de la sociedad para
satisfacer todas las necesidades sociales como única manera de
terminar con la explotación, la miseria, las guerras y el
sufrimiento al que nos condena este sistema inhumano llamado
capitalismo.
En este sentido, agrupar a los sectores
más avanzados de los trabajadores y la juventud para las ideas
genuinas del socialismo es una necesidad ineludible y la
construcción de una herramienta política de masas que sirva para ese
objetivo es una tarea impostergable que debemos acometer y que se
desprende de toda la situación que hemos descrito.
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