Bolivia en el punto màs alto de la crisis revolucionaria.
Por EL MILITANTE -
Wednesday, Jun. 01, 2005 at 9:10 PM
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Bolivia: la crisis revolucionaria
alcanza su punto álgido |
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Autor : Jorge Martín Fecha
: ( 01-Junio-2005 ) Categoria : Bolivia
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La
actual oleada revolucionaria de Bolivia comenzó hace cuatro semanas
cuando el parlamento aprobó la Ley de Hidrocarburos que aumentaba
las regalías y los impuestos. Esta ley era demasiado para las
multinacionales y muy poco para el movimiento de masas de
trabajadores y campesinos, un movimiento que lleva luchando por la
nacionalización desde octubre de 2003. En aquel momento consiguieron
derrocar al presidente, Sánchez de Lozada, pero como los líderes del
movimiento no tenían una alternativa clara, Lozada fue sustituido
por el vicepresidente Mesa. Durante el último año y medio Mesa ha
estado intentando maniobrar, por un lado, entre los intereses de la
oligarquía y las multinacionales y, por el otro, con la formidable
presión del movimiento de masas. La Ley de Hidrocarburos aprobada a
principios de mayo era el reconocimiento de la impotencia e
incapacidad de reconciliar esos intereses irreconciliables.
Incluso los dirigentes del MAS, que habían sido el
principal punto de apoyo del gobierno Mesa, fueron obligados por
miles de campesinos a convocar manifestaciones y una marcha a la
capital, La Paz, a 190 kilómetros de distancia. El 23 de mayo la
marcha de campesinos llegó a La Paz y se unió a la población de El
Alto (que lleva en huelga indefinida desde entonces), a los mineros
(que cancelaron su congreso para unirse a la protesta), a los
profesores urbanos y rurales (también en huelga), a los estudiantes
de la Universidad de El Alto y a otros sectores. El líder del MAS,
Ramón Loayza, tuvo que admitir que habían sido “superados por las
bases” y dio al parlamento cuatro días para nacionalizar las
reservas de gas natural y convocar la asamblea constituyente. Si no
se hacía esto amenazó con que “cerraremos el parlamento”.
Por otro lado, la oligarquía amenazó a Mesa diciendo
que ellos declararían una “autonomía” unilateral en las regiones
orientales del país (Tarija, Santa Cruz, etc.) Calculan que con esto
podrán llegar a sus propios acuerdos separados con las
multinacionales para la explotación de las reservas de gas,
localizadas principalmente en estas regiones.
Suspendido en el aire, con la oposición del
movimiento de masas de trabajadores y campesinos, y de los
principales representantes de la clase dominante, Mesa ha intentado
en los últimos días apelar al ejército. En un discurso ante las
fuerzas armadas defendió su derecho a no someterse a los tribunales
civiles con relación a los trabajadores y campesinos asesinados en
las insurrecciones de febrero y octubre de 2003. También recordó a
todos que el presidente tiene el derecho de utilizar el ejército.
Pero incluso dentro del ejército la situación para Mesa no está
clara. La semana pasada dos oficiales de alta graduación hicieron
una declaración pública pidiendo la dimisión de Mesa, la
nacionalización del gas natural y la formación de un “gobierno del
pueblo”.
Esta situación de empate entre las clases,
donde el poder real está en las calles, se pudo ver gráficamente en
los acontecimientos del 31 de mayo. El parlamento se suponía que
debía empezar la sesión al mediodía. Pocos parlamentarios llegaron
al edificio del congreso. Los parlamentarios de Santa Cruz y otras
regiones orientales se negaron a asistir a la sesión si no había un
acuerdo previo que reconociera los referéndum de “autonomía” que han
convocado para el 12 de agosto. El presidente del parlamento, Vaca
Díez, alineado firmemente con los intereses de la clase dominante y
propuesto por algunos como un sustituto del cada vez más débil Mesa,
fue sólo unos minutos, después se fue y no regresó.
Mientras tanto, los dirigentes del MAS acusaron a la
fracción de derecha del parlamento de intentar organizar un golpe de
estado con Vaca Díez a la cabeza. Evo Morales siempre ha jugado la
carta de conseguir el poder dentro de los límites de la
desacreditada democracia capitalista y ha mostrado entusiasmo por
conseguir un parlamento llamado asamblea constituyente. La realidad
es que esto es algo que Mesa está dispuesto a conceder, como una
forma de desmovilizar a un sector importante de los manifestantes.
Si el parlamento aprueba una ley convocando la asamblea
constituyente, Morales y los dirigentes del MAS inmediatamente
pedirían a sus seguidores que regresaran a casa. Mesa estaría cómodo
con este resultado porque desmovilizaría el movimiento de masas (o
eso cree) sin tener que dar ninguna concesión a la principal
reivindicación de las masas: la nacionalización de los
hidrocarburos.
Ayer Evo Morales llegó incluso a
garantizar personalmente la seguridad de todos los parlamentarios
que quisieran participar en la sesión. En un intento de cuadrar el
círculo, intentó convencer a la oligarquía de que la convocatoria de
la asamblea constituyente no contradice los deseos de la autonomía
regional. En realidad, para las masas de campesinos que todavía
siguen a los dirigentes del MAS (y muchos de ellos están ahora más a
la izquierda que la dirección), si la asamblea constituyente
significa algo es precisamente la nacionalización del gas, el poder
en manos del pueblo, es decir, de los trabajadores y los campesinos.
Para los oligarcas orientales “autonomía” significa control de los
recursos del gas para podérselos vender a las multinacionales. ¿Cómo
se pueden reconciliar estos dos intereses opuestos entre sí?
Mientras que las masas de trabajadores y campesinos
rodean el parlamento para intentar cerrarlo, Evo Morales y los
dirigentes del MAS intentan apuntalar el desacreditado parlamento
capitalista, ¡cuando ni siquiera la propia clase dominante está muy
entusiasmada con él! Jaime Solares, dirigente de la Central Obrera
Boliviana (COB), amenazó con que si el parlamento no aprueba la
nacionalización del gas, entonces “quemaremos el parlamento”. Al
final, la sesión parlamentaria terminó por la noche, muy tarde, con
sólo 66 de los 157 parlamentarios presentes. No fueron capaces de
llegar a un acuerdo en nada.
Mesa en realidad está
suspendido en el aire. Acusó al líder de la COB, Jaime Solares, y a
uno de los dirigentes de la Confederación Obrera Regional de El
Alto, Roberto de la Cruz, de subversión y sedición para derrocar al
gobierno, pero fue totalmente incapaz de detenerlos. En este momento
concreto es poco probable que pueda utilizar el ejército contra las
masas porque, como ocurrió en octubre de 2003, esto radicalizaría
aún más al movimiento y precipitaría su caída (aparte de que no está
claro que el ejército cumpliera sus órdenes).
El
poder real está en realidad en manos de las masas de trabajadores y
campesinos en las calles. Incluso el parlamento burgués sólo puede
reunirse con el permiso de las masas que lo rodean. El problema
principal ahora, como en octubre de 2003, no es la fuerza del
movimiento de masas (que crece con la extensión por todo el país de
la huelga general y los bloqueos de carreteras) o su disposición a
luchar. El único factor ausente es la dirección con una estrategia
clara de cómo tomar el poder. En octubre de 2003 los mineros, los
trabajadores y los campesinos rodearon el parlamento y derribaron el
gobierno. Pero sus dirigentes (Solares y Quispe en aquella época) no
sabían cual era el siguiente paso, ni tenían una idea clara de lo
que sustituiría al parlamento burgués, al final el poder se les fue
de las manos y regresó a Mesa. La oportunidad se perdió. Ahora las
masas han pasado por la experiencia del gobierno Mesa. Sectores
importantes del movimiento (trabajadores, sindicalistas, la
población de El Alto) ya han dejado claro que están luchando por un
“gobierno de obreros y campesinos”. Incluso estos, principalmente
los campesinos dirigidos por el MAS que apoyan la convocatoria de
una asamblea constituyente la ven como una forma de gobierno de los
campesinos y los trabajadores, donde ellos tomarán las decisiones.
La cuestión crucial es ¿cuál es el siguiente paso
para el movimiento obrero? La consigna principal debería ser la
convocatoria de una Asamblea Popular Revolucionaria, formada por
representantes elegidos en todos los sindicatos, organizaciones
campesinas, organizaciones vecinales, etc., y esta asamblea tomaría
el poder en sus manos. Esta es la única estrategia que puede ofrecer
una salida en este momento concreto.
El capitalismo
boliviano está en tal situación de crisis que un gobierno
democrático burgués normal no puede ya contener el movimiento
revolucionario de las masas. O los campesinos y los trabajadores
toman el poder en sus manos o la clase dominante utilizará uno u
otro truco para retomar el poder y aplastar el movimiento de la
forma más brutal.
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