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El referéndum del absurdo
Por Andrés Gauffin / Salta Libre - Tuesday, Oct. 18, 2005 at 11:34 PM
afgauffin@hotmail.com

Lo que se oculta detrás del plebiscito

El próximo 23 de octubre los electores del departamento de Rivadavia votarán si quieren o no que la provincia entregue las tierras de los lotes fiscales 55 y 14 a sus actuales ocupantes, aborígenes y criollos.
Presentado como un ejercicio de democracia semi directa, el referéndum se realizará con un pregunta, en una fecha y con un electorado que condicionan de antemano el resultado. El SI al que se induce se utilizará, según han anticipado los mismos legisladores oficialistas, para legitimar un proyecto que no está incluido en la consulta y que multiplica las dudas sobre los criterios que se utilizarán para la distribución de tierras.
A los cuestionamientos por la arbitrariedad de la iniciativa, el gobierno ha respondido aventando a su vez las sospechas más sorprendentes contra sus opositores.

¿En qué condiciones quedarán los habitantes de los lotes 55 y 14 si en el referéndum del 23 gana el NO? ¿Se convertirán para siempre en extranjeros en su propia tierra? ¿Quedarán a merced de que el gobierno de turno invoque el NO para obligarlos a buscar otras tierras?
Ninguna de esas preguntas tendrá una respuesta hasta el mismo día del comicio, en el que los pobladores del departamento de Rivadavia encontrarán en el cuarto oscuro, además de las boletas para elección de cargos legislativos, una por el SI y otra por NO respondiendo a la pregunta dispuesta por la ley 7352.

El referéndum es el último paso que ha dado el gobierno de Juan Carlos Romero en el conflictivo proceso de adjudicación de las más de seiscientas mil hectáreas de tierras de los lotes 14 y 55, en el nordeste de la provincia.
Desde la ribera del río Pilcomayo, y hacia el sur, esa región del Chaco desertizado en gran parte por el sobrepastoreo del ganado, es ocupada actualmente por seis mil trescientos aborígenes de comunidades cuya presencia en el lugar se registra desde 1628, y por cerca de tres mil criollos, la mayoría descendientes de los primeros integrantes de la Colonia Buenaventura, creada por Domingo Astrada en 1902.
Dando por cerrado un proceso de negociación que se había iniciado en el año 2000 y en el que intevinieron, además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Cancillería argentina, el gobierno provincial sancionó en julio pasado la ley por la que se convoca al referéndum en el que participarán no sólo los aborígenes y criollos de ambos lotes, sino también el resto del electorado del departamento de Rivadavia.

El plebiscito ha sido presentado como una ocasión para que los habitantes de los lotes 55 y 14 decidan sobre su futuro. Sin embargo, las perspectivas que se abrirían para la zona en caso de que gane el NO requieren a este momento un extremado ejercicio de imaginación que no podría excluir las posibilidades más dramáticas, dado el silencio del gobierno al respecto.
La ley que lo dispone fue debatida en Diputados a fines de julio pasado, en donde ningún legislador oficialista se detuvo a analizar en qué condiciones quedarían los pobladores del Pilcomayo en caso de que gane el NO y en cambio se mostraron seguros de que triunfará el SI.
Es que, a no ser que esté dispuesto a renunciar a sus derechos y convertirse por voluntad propia en un paria en su tierra, ninguno de los pobladores de los lotes 14 y 55 podría votar por el NO. Al proponer ese absurdo social y jurídico como una de las respuestas, la pregunta induce explícitamente a la otra, como no lo haga tal vez la encuestadora más interesada en conseguir un resultado predeterminado.

Pero si el NO es un absurdo, el SI al que se induce será utilizado para convalidar un proyecto oficial sobre los lotes y para trabar el reclamo del conjunto de comunidades indígenas asociadas en Lhaka Honhat que dede hace años solicitan que la entrega de la tierra sea "única y sin divisiones en un solo título para todas" .
El reclamo está incluído en el acta de levantamiento de la toma del puente Misión La Paz - Pozo Hondo firmada en septiembre de 1996 por el entonces ministro de Gobierno y Justicia, Miguel Angel Torino, y el entonces secretario de Seguridad, Sergio Nazario, en la que los caciques presentes solicitaron que sea Lhaka Honhat quien los represente en el proceso de adjudicación. En el mismo documento, los aborígenes apoyaron la propuesta de las Universidades salteñas.

Desde ya hace nueve años el gobierno salteño ignora el acta, haciendo aparecer a los dirigentes de la Asociación como potenciales terratenientes en caso de que responda a sus reclamos y, en cambio, adjudicando tierras sin tener en cuenta los criterios solicitados expresamente por Lhaka Honhat.
En cambio, durante el debate en Diputados de la ley del referéndum, un diputado oficialista aseguró que "lo que se está por votar en este referéndum es la entrega de las tierras en el marco de esta propuesta a la que todo el mundo hizo referencia, pero que nadie quiere reconocer".
De una, el legislador negó el carácter democrático y público del plebiscito al anticipar que se utilizará el resultado afirmativo para validar una propuesta que no ha sido mencionada siquiera en el texto de la ley. Al legislador le bastó con hacerla incluir en la versión taquigráfica de la sesión.

Dentro de los "criterios criollos" la propuesta establece que se determinará la superficie de su "unidad productiva" basada en las "las características del suelo y sus posibilidades de desarrollo y en la cantidad de vacas o su equivalente".
Tal como está redactado, el proyecto parece haber sido elaborado para un bosque rico en pastizales, como el que encontraron Domingo Astrada y el gaucho Argamonte en 1902, cuando llegaron con sus vacas al Pilcomayo dejando atrás los terrenos ya poblados de vinales del sur de Rivadavia.
Más de cien años después, la depredación causada por la explotación irracional del ganado ha convertido, en especial al lote 55, en un vasto territorio de tierra apisonada, de la que crece una vegetación chata y espinuda, cuya apariencia de bosque salvan por momentos los escasos quebrachos, palos santos, algarrobos y chañares que sobreviven.

La propuesta ha eludido definir cuántas hectáreas se necesitan en ese Chaco, cada día más pobre de pasturas, para alimentar una vaca o una manada de cien cabras. ¿Cuántas hectáreas corresponderán a la familia que tenga cincuenta vacas y un centenar de cabras, y cuántas al criollo que subsiste con un puñado de gallinas y un par de cabras? Pero si la propuesta establece la cantidad de ganado como criterio determinante para la adjudicación de tierras al criollo, no aporta ninguno para determinar la superficie que se otorgaría a cada comunidad aborigen. El documento oficial sólo establece que la entrega será "según el uso tradicional, respetando su identidad, la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan, promoviendo su desarrollo, preservando y fortaleciendo la herencia cultural y su potencialidad como seres humanos, para transmitirlo a generaciones futuras". Pero, ¿qué criterio se tomará para calcular la superficie que necesita cada comunidad para sobrevivir, más aún teniendo en cuenta que, como admiten los mismos funcionarios y legisladores oficialistas, esas comunidades tienden a desplazarse de acuerdo a sus necesidades?

Más allá de las enormes dudas institucionales que deja la legitimidad de un referéndum en el que la pregunta induce casi explícitamente una respuesta -que será utilizada por el gobierno para avalar su propio proyecto-, el debate fue ocasión propicia para que el oficialismo y un sector de la prensa vuelva a cuestionar la labor de la Iglesia Anglicana en la zona y desconocer el derecho de los indígenas a adoptar su propia religión y a contar con sus propios asesores.
Construida siempre con medias frases, sobreentendidos y un reiterado uso del adjetivo "inglés", se ha transmitido una imagen de las comunidades asociadas a Lhaka Honhat según la cual sus miembros están dominados mentalmente por ciudadanos ingleses de quienes reciben dinero para sus viajes a Europa. Su objetivo último, tras el reclamo del título único, sería formar un nación separada de la argentina y dependiente de la Reina de Inglaterra.

Esta auténtica "leyenda negra" ignora que en el caso de que el lote 55 sea transferido con título único a las comunidades aborígenes estarán más a resguardo de "intereses extranjeros" debido a que serían constitucionalmente intransferibles o inembargables, que si, fraccionadas en fincas criollas, pasaran a ser propiedad de particulares, susceptibles de venta posterior.
Las preocupaciones antiimperialistas de quienes difunden esta leyenda, en cambio, nada dicen sobre el asentamiento de marines norteamericanos en General Estigarribia, en territorio paraguayo pocos kilómetros al norte del Pilcomayo, autorizado por el gobierno de ese país.
La manipulación oficial de la información mezcla también, para sus propósitos, dos imágenes contradictorias pero eficaces sobre las comunidades indígenas de Lhaka Honhat. Una las presenta como atadas a sus costumbres ancestrales y reacias al progreso que se les ofrece. La otra le reprocha su "influencia inglesa" y les reclama que sigan siendo aborígenes hasta en el pensamiento y sus recursos. De paso, les niega el derecho a elegir sus propia religión o sus asesores o a recibir apoyo para efectuar sus reclamos.
En cambio, desde el comienzo del conflicto, el gobierno ha apoyado abiertamente con planes sociales a comunidades aborígenes -como la de Misión La Paz- que aceptan la entrega de títulos por comunidad. Lejos de ser un espectador imparcial, el gobierno ha jugado un rol decisivo en la aparición de conflictos dentro de la comunidad aborigen del lote 55, promoviendo con todos los medios a los dirigentes que cuestionan a Lhaka Honhat.

En un reciente debate público y ante una exigencia de una mujer autodenominada kolla para que rechacen la "influencia" anglicana, uno de los dirigentes de la Lhaka Honhat cortó por lo sano. "Nos enseñaron (los anglicanos) a no pelearnos entre las tribus y a tratarnos como hermanos".
Es que, como diría un pensador francés, muchísimos aborígenes se han dado cuenta que no sólo tienen derecho a la diferencia, sino también derecho a la semejanza. ¿También se les reprochará que piensan como un francés?

* Este artículo está publicado en la última edición de la Revista Claves.

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