Julio López
está desaparecido
hace 6442 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

BOLIVIA: 15 mil familias indígenas esclavizadas en la explotación de castaña
Por Mauricio Carrasco Ayala / Bolpress - Monday, Oct. 31, 2005 at 10:18 PM

Trabajan de 14 a 15 horas; existen casos que se acercan incluso a la servidumbre

(ABI).- Bolivia ha ido paulatinamente tomando el control del mercado mundial, mejorando su tecnología, compitiendo con precios y calidad, lo cual le ha permitido convertirse en el primer productor de castaña en el mundo. Con 35 millones de dólares de aporte al Producto Interno Bruto, la explotación de la castaña se constituye en el tercer rubro de exportación no tradicional más importante de Bolivia, concentra cada año la mano de obra de 15 mil familias, unas 70 mil personas, y representa el 75% del movimiento económico de Pando y Beni y el norte de La Paz.

Pero detrás de las cifras - la explotación de la Bertholletia Excelsa, nombre científico del árbol de la castaña, que es una especie no maderable de alto valor ecológico- se esconde un mundo de esclavitud de comunidades originarias y migrantes asalariados.

La recolección de castaña en el norte amazónico de Bolivia es uno de los casos más destacados en que se usan métodos que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tipifica como de "trabajo forzoso u obligatorio".

Ese organismo, que depende de Naciones Unidas, define el trabajo forzoso a todo actividad que se "exige a una persona bajo amenaza de una sanción y para cuya realización no se ha ofrecido voluntariamente", lo que constituye un delito y una violación de los derechos humanos.

Según la consultora de la OIT en Bolivia, Rosario Baptista, las víctimas de la explotación son en su mayoría pueblos indígenas - Araona, Baure, Chimán, Ese Ejja, Itonama, Leco, Mosetén, Movima, Moxeño, Nahua, Pacahuara, Tacana y Yuminahua - que son tratados como esclavos en las labores de recolección de castaña.

El Ministerio de Trabajo no dispone de información al respecto, y por lo tanto tampoco rige su autoridad en los ámbitos donde se practica ese tipo de abuso.

La explotación de la castaña involucra a miles de indígenas que ingresan a trabajar con adelantos. La paga, apenas monetizada, se la hace en especies o alimentos.

Usualmente terminan endeudados y son obligados a estar en las barracas castañeras hasta el final de la zafra para terminar de pagar las deudas o son obligados a regresar al año siguiente.

"En algunas casos, cuando no cumplen sus tareas son golpeados o reciben latigazos", según Francisco Limaco, dirigente indígena de Riberalta, una de las zonas castañeras de la provincia Vaca Díez del Beni.

Limaco recuerda que por una supuesta "falta laboral" de su padre, éste fue atado a un árbol para ser castigado en público con 20 latigazos. En las tareas de la jornada los trabajadores son vigilados por guardias armados.


Señores feudales

La senadora Alicia Muñoz, compara a los barraqueros, empresarios de la castaña, con los esclavistas o los señores feudales de la Edad Media.

"Ellos usufructúan la mano de obra barata de los trabajadores que están en condiciones de semiesclavitud, porque la retribución salarial se la hace a través de alimento y ropa a precios muy altos y no existe equitativa compensación económica".

Por iniciativa de Muñoz, el Senado Nacional aprobó el proyecto de ley que regula el trabajo asalariado en la explotación de la castaña, y se aguarda que la Cámara de Diputados lo refrende para que se convierta en Ley de la República.

"La futura ley nació de la urgente necesidad de aplicar la Ley General del Trabajo en ese rubro laboral", dijo la senadora del Movimiento Al Socialismo, quien elaboró el documento. "El objetivo es acabar con ese sistema moderno de esclavitud". Nelsy Piluy, dirigente indígena de Riberalta, recuerda que ese sistema de trabajo "siempre existió".

Piluy, de 55 años, trabaja en esa actividad desde los siete años de edad y ella, con su experiencia, contribuyó en la redacción del proyecto de ley que regula el trabajo asalariado en la explotación de la castaña.

"El trabajo en la castaña es de tipo feudal, donde el patrón es considerado como un padre y que tiene derecho, inclusive, a escoger el esposo de la niñas de 12 a 13 años de edad", según la dirigente indígena, quien admite que entre los indígenas de su pueblo se cree todavía que es "correcto que alguien que les da comer actúe como un padre para ellos, decidiendo el destino de sus vidas".


De noviembre a marzo

La zona castañera de Bolivia se encuentra ubicada en la zona norte del país, comprende todo el departamento de Pando, las provincias Vaca Díez del Beni e Iturralde de La Paz y abarca una área aproximada de 100 mil km2, que representa el 10% de la superficie total del país.

A estas zonas, cada año entre noviembre y marzo, llegan miles de familias para la zafra (cosecha). La zafra está marcada por el periodo de lluvias y ello dificulta el trabajo de recolección. A pesar de las condiciones adversas, unas 70 mil personas se internan al bosque y no regresan sino hasta marzo o abril del año siguiente. Allí enfrentan dificultades y peligros sin protección alguna.

Se instalan hacinados en precarias viviendas colectivas donde duermen y cocinan, y durante esos meses trabajan en agotadoras jornadas de 14 a 15 horas - de dos de la madrugada a cinco de la tarde - que involucran a todos los miembros de la familia.

Los adultos y jóvenes varones son los que recolectan y transportan la castaña. Las mujeres, niñas y adolescentes combinan esas tareas con las labores del hogar. El trabajo consiste en el recojo y recolección de los cocos de la castaña que se encuentran bajo los árboles.

A las condiciones climáticas - que son el principal obstáculo para hacer una buena recolección de la castaña que debe ser trasladada lo antes posible a depósitos y sitios con condiciones de almacenamiento controladas, se agrega la contaminación del producto con aflatoxinas, que son hongos venenosos.

Se cree que los hongos, según estudios preliminares, son cancerígenos y altamente dañinos a la salud en ciertas concentraciones.


A destajo

A la zafra concurre toda la familia para mejorar sus ingresos, pero solo los adultos y jóvenes varones mayores de 18 años son reconocidos por los propietarios y contratistas como trabajadores.

Los contratos, en su gran mayoría verbales, se establecen con ellos y sólo en casos excepcionales, ante la ausencia del "jefe de familia", con las mujeres adultas. El precio de la recolección es definido en forma unilateral y se establece, por lo general, que por la entrega de 50 kilos de castaña se paga un precio que fluctúa entre 17 a 18 bolivianos.

Para cumplir el cupo diario, cada trabajador se interna en la selva de madrugada para evitar el calor del sol y acompañado de sus hijos.

Para los empresarios y contratistas, la presencia de niños, niñas y adolescentes en la zafra es responsabilidad de sus padres.

Estos, por su parte, dicen que los únicos zafreros son ellos, y que los niños y adolescentes son sus ayudantes. Así, en la cadena de explotación que significa la zafra, el trabajo de los niños, niñas y adolescentes, tanto como el de las mujeres, resulta invisible.

Uno de los mayores daños que la incorporación a la zafra causa a los niños, niñas y adolescentes es la negación de su derecho a la educación. El escaso acceso a los centros educativos, su corta permanencia en las aulas y el bajo nivel de formación que alcanzan son algunos de los indicadores más dramáticos de su situación.

Los zafreros y sus familias, por la irregularidad de su contratación laboral, su condición migratoria y la temporalidad del trabajo que realizan, están excluidos del sistema de seguridad social que permite el acceso a los servicios de salud.

Y, al mismo tiempo, son precisamente esas condiciones de vida y de trabajo las causas determinantes de su estado de salud. No otra cosa significa que las enfermedades preponderantes en este sector de la población sean las de tipo infectocontagiosas y las laborales.

En los niños es muy frecuente la desnutrición, las diarreas y las afecciones respiratorias y en la población adulta los accidentes durante el trabajo

Los trabajadores no cuentan con atención médica. Las empresas beneficiadoras no corren con ningún gasto financiero sobre enfermedades y accidentes o pérdida de vida en el trabajo.

Las políticas de prevención emitidas por el Ministerio de Salud no llegan a estas regiones por lo que no existe la asistencia de vacunas contra la malaria, diarreas, vómitos y fiebres.

Las mujeres indígenas trabajadoras de la castaña reclaman el seguro social por enfermedad, maternidad, riesgos profesionales invalidez vejez y muerte y con las asignaciones de natalidad, lactancia familiar y sepelio.


Guerra y muertes

La explotación de la castaña implica también enfrentamientos armados durante la época de la cosecha. Tras el enfrentamiento que cobró la vida de tres personas en marzo de este año, el Estado se comprometió con los pueblos originarios de La Merced y Puerto Pérez de la provincia Abel Iturralde del departamento de La Paz, a llevar adelante un estudio técnico, a través del Instituto Nacional de Reforma Agraria, para delimitar y establecer el derecho propietario en ese territorio y evitar en el futuro un conflicto armado por la recolección del fruto.

El conflicto entre ambas comunidades tiene su raíz en la falta de la delimitación de territorio entre jurisdicciones de los pueblos del sur de Beni y el norte de La Paz.

Los territorios de La Merced y Puerto Pérez, poblaciones asentadas a orillas de los ríos Madre de Dios y La Asunta, poseen una gran cantidad de árboles Bertholletia excelsa, que superan los 30 metros de altura.

La economía de esta región se concentró, durante más de un siglo, en la producción de la goma, y en los últimas tres décadas ésta se complementó con la recolección de la castaña.

En la época de cosecha las tradicionales pacíficas relaciones entre ambas comunidades indígenas, como en muchas otras zonas, se rompen porque invaden el territorio contrario en busca del fruto. Además, éstas se enfrentan a los recolectores que llegan de los departamentos de Pando y Beni en grandes cantidades y, por lo general, armados.

agrega un comentario