Julio López
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Bolivia: ¿presupuesto para la U?
Por reenvio - Thursday, Mar. 02, 2006 at 2:23 PM

Interesante articulo sobre el Presupuesto de la Universidad Publica... keywords: Bolivia, Universidad Publica,presupuesto,austeridad

Los porcentajes de la autonomía universitaria
Todos contra el “dictador Mesa”


PULSO Abril 23, 2004
Sagárnaga López, Rafael
De pronto, el sistema universitario olvidó sus feroces reyertas internas para iniciar una lucha unitaria por el presupuesto. Estrechan filas desde tutistas cruceños hasta maoistas alteños. En el aliento a esta causa monetaria confluyen también los líderes cobistas y las dirigencias del defenestrado MNR. Sin embargo, los demandantes se resisten a transparentar un incremento exponencial de gastos dispendiosos de casi una década. También se niegan a explicitar la magnitud y usos de los multiplicados ingresos por recursos propios. Paradójicamente, sin procesos internos, cuentas saldadas ni cifras claras, se reporta un déficit que hoy impide pagar salarios, servicios y aportes a las AFP. Le exigen al gobierno un incremento de hasta un 27 por ciento de presupuesto y como las autoridades sólo admiten un tres por ciento, la “U” volvió a las calles condenando a quien ya llaman “el dictador Mesa”.

Tras convulsionar La Paz, la cabeza de la protesta amenaza con movilizar a sus casi 300 mil miembros en las capitales del país. Todo en medio de un país torturado por el rumor, los bloqueos, los paros y las marchas.

La movilización se asemeja a las que en los 70 se opusieron a los militares, pero las banderas de los porcentajes reemplazan a las de los ideales.

El sistema universitario aspira en estos días a romper la barrera de los 1.000 millones de bolivianos de presupuesto. La prisa por alcanzar esta meta histórica del imponente millardo, del uno con sus nueve ceros, es “para ya”, como dicen algunos dirigentes. “No importa si esto coadyuva a que se incendie el país”, “pese a que sabemos que esto permite que se articulen intereses netamente políticos que apuntan al gobierno”, reconocen líderes estudiantiles y rectores. La causa se resume a que los 862 millones que reciben del Estado no alcanzan y los 110 millones de recursos propios no se miran, tocan ni mencionan.

Con tal fin y bajo las banderas de los porcentajes toda la comunidad universitaria se sumó a un renovado espíritu de cuerpo. El sistema se unió en una puja de santos y héroes, “San Francisco Javier pide el 2%”, “San Andrés aceptaría el 15%”, “José de Ballivián necesita un 27%”... Detrás cada casa superior administativos, estudiantes y docentes formaron un solo bloque. En las filas de cada estamento se entremezclaron todas las tendencias políticas, desde tutistas de la ARU cruceña hasta trotskistas cochabambinos y maoistas alteños. Luego vino el colofón de huelgas, plazos, bloqueos, petardos y dinamitas.

La movilización atrajo también manifestantes de diversa polaridad con ambiciones protagónicas. Un grupo de militantes movimientistas, encabezados por el ex rector Gonzalo Taboada, ensayó liderar la marcha que venía desde Patacamaya. Sin embargo, al pasar por El Alto debió recular aceleradamente a posiciones más humildes. Algo parecido experimentó el Secretario Ejecutivo de la COB Jaime Solares en el ingreso al centro paceño.

Lo cierto es que las movilizaciones no tienen parangón en los últimos lustros y hasta décadas. “¿Desde hace cuánto tiempo que esta muchachada no marchaba así?”, se preguntaba, este lunes el almirante Gildo Angulo. El entusiasmo y admiración del representante del Comité de Defensa del Patrimonio Nacional (CODEPANAL) no eran precisamente contagiosos en las aceras paceñas, pero sí la pertinencia de la pregunta.

De las memorias de la vida universitaria se recuperan dos referentes: 1991 y 1982. En 1991 las marchas convulsionaron La Paz ante el intento de reforma de la educación superior emprendido por el gobierno de Jaime Paz Zamora. En 1982 la causa unificadora fue la recuperación de la autonomía universitaria tras virtualmente 11 años de intervenciones militares.

La historia del déficit

Y entre las movilizaciones masivas de cada década se inscriben buena parte de las causales de la presente crisis.

Durante los años 80, las direcciones universitarias consolidaron como principios cuasi teológicos los valores de la autonomía referidos a los órdenes administrativo, académico y político. Los liderazgos de entonces respondían a un vasto espectro de corrientes de izquierda. Entonces las acciones y decisiones se sobreideologizaron y, bajo el escudo autonomista, cada espacio de poder universitario se convirtió en una particular “trinchera revolucionaria”.

A principios de los 90 llegó el hastío de las asambleas, las tomas, los manifiestos y las pugnas “libertarias” en general. A ello se sumó el peso de la crisis del mundo socialista. Entonces, entre sutilezas y camuflajes, surgieron grupos que representaban a los vetados MNR, MIR y ADN. El mensaje de “independencia” o de “Autonomía, sin politiquería” les redituó progresivamente centros de carrera, direcciones facultativas, federaciones universitarias y finalmente rectorados. Pero esta vez, bajo el escudo autonomista, “las trincheras universitarias” se convirtieron en bolsas de asalto.

Decenas de denuncias y evaluaciones internas, vigentes en este 2004, y probablemente cientos acumuladas en cerca de 11 años, son documentación en eterno proceso y análisis. Basta observar sólo algunos ejemplos para abrir el abanico de la problemática interna que eventualmente se debate muy adentro de las universidades.

Uno de los informes enviados al rectorado de la Universidad Mayor de San Andrés en diciembre de 2003 cuestiona la extraordinaria “estrella” de 20 funcionarios. El documento revela desde vertiginosos ascensos en el escalafón hasta extraordinarias facilidades para saltar de la dirigencia estudiantil a la planta administrativa y la emblemática cátedra universitaria. Remitido por el sindicato de trabajadores el informe detalla niveles, cargos, méritos y los artículos transgredidos en las normas internas.

Cómo triunfar en la “U”

Entre los casos más llamativos se ubica el de la señora Roxana Durán Saucedo. Sin título de bachiller y acreditando escasamente un curso de relaciones humanas, otro de secretaría y un título en Corte y Confección, la señora Durán habría ascendido 11 escalas en menos de tres años. Durán Saucedo llegó al cargo de encargada de protocolo con nivel 18, un mérito normalmente alcanzable tras un mínimo de 10 años de trabajo.

John Tejeda, por su parte, denota un notable afecto a los estamentos universitarios. En menos de un año pasó de ser dirigente estudiantil de la Facultad de Ciencias Económicas a Auditor con nivel 20 y paralelamente a catedrático. Se estima que el señor Tejeda percibe en tal condición ingresos cercanos a los 2.000 dólares.

Otro caso singular lo personifica el señor Juan Chuquimia. No presentó ningún tipo de documentación académica, pero logró llegar al nivel 18. Chuquimia desempeña el cargo de Analista en la División de Planificación Académica. Observaciones complementarias señalan que realizó al menos 15 viajes al exterior del país a cuenta de la universidad. Entre los destinos se citan Brasil, España e Inglaterra.

La lista también nombra a José María Tapia. Tras oficiar como dirigente de la FUL Tapia pasó a ocupar el cargo de Analista con nivel 18 en la Dirección de Sistemas y Estadística. Tapia también se destacó públicamente como dirigente del MIR.

En general los 20 citados son acusados al interior de la UMSA de tener directa vinculación con el MIR y el MNR, los partidos que hegemonizaron la administración desde 1993. Pero la lista de los 20 es sólo uno de los cuerpos de documentos que hacen que la UMSA se cuestione casi silenciosamente a sí misma.

Hace aproximadamente tres años la facultad de Bioquímica y Farmacia precisaba un lingüista. Las autoridades decidieron contratrar a Jackson Yañez. Un informe del departamento de personal señala que Yañez había presentado títulos falsos. La observación fue desestimada sin mayores explicaciones y el supuesto lingüista completó tranquilamente los plazos de su contrato.

Otro cuerpo de documentos procesado en el rectorado cita centralmente al reconocido ex dirigente de la Federación Universitaria Local (FUL), Diego Salazar. Una de las primeras observaciones advierte que Salazar realizó al menos 15 viajes al extranjero con gastos de hasta 1.500 dólares por travesía. Pero al abrir el archivo Salazar también se abren las otras dimensiones de un evidente desenfreno intrauniversitario.

La fuente de los deseos

Los dirigentes “fuleros” reciben directamente un 7,5 % de la recaudación por matrículas. Para el caso paceño aproximadamente 140 mil bolivianos. También recaudan los alquileres de locales para fotocopiadoras, cafeterías y centros de juegos instalados en sus dependencias. Sin embargo los servicios son pagados por los fondos del Tesoro Universitario. Entre éstos un bono alimenticio de entre 150 y 200 bolivianos mes para cada dirigente sólo en mérito a esa condición.

No sólo esos gastos fueron asumidos por la Universidad y el Estado. Los azarosos avatares de la vida académica motivaron la realización de frecuentes encuentros dirigenciales. Entonces dirigentes y autoridades establecieron implícitamente las reuniones donde se les “permita pensar con serenidad”. En tal condición durante los últimos tres años se llegó a un promedio de hasta 30 Congresos y encuentros internos realizados anualmente en hoteles de 4 estrellas o sedes sociales de lujo. Caranavi, Coroico, Copacabana, Mallasa cobijaron las reflexiones y sobriedad de grupos de entre 40 y 60 asistentes.

No sólo se produjeron acercamientos entre estudiantes y docentes locales. Las citas interdepartamentales también cobraron bríos y los intercambios, con viaticos de hasta 350 bolivianos diarios por delegado, también fueron asumidos por el presupuesto. La caja chica también ha pagado refrigerios, celulares y gastos similares no siempre necesarios.

Afortunadamente, entre reunión y reunión se lograron, por ejemplo, resultados positivos para las angosturas del sistema académico. Positivos en varios sentidos. Uno de los más destacados es el crecimiento de las recaudaciones de recursos propios. Se estima que el sistema universitario recauda anualmente cerca de 150 millones por recursos propios. Sólo la UMSA reune entre 30 y 40 millones.

Las fuentes son varias y muy dispersas. Los cursos de postgrado varían entre los 450 y 2.000 dólares. Los programas de titulación acelerada cobran un promedio de 2.000 dólares por alumno rezagado. Los exámenes de dipensación para el ingreso alrededor de 500 bolivianos por postulante, y hay carreras que aceptan hasta 2000 pretendientes. Si falla la postulación los cursos preuniversitarios motivan gastos adicionales que implican, por ejemplo, fotocopias patentadas por el docente. En la cotidianidad académica a todo ello se suma la organización de “seminarios con validación curricular” y decenas de aportes varios.

Desafortunadamente la gran mayoría de estas recaudaciones no aportan nada al sostén de la estructura universitaria. Uno de los gastos frecuentes son contratos de personal eventual.

A la hora de la rendición de cuentas se abre una nebulosa intraducible para los propios auditores internos. Por su parte los responsables de la Contraloría General y el Ministerio de Hacienda parecen resignados desde hace mucho a los infranqueables misterios de los debe y haber universitarios. El informe “Confiabilidad y Estados Financieros de la UMSA” presentado por los primeros a las autoridades estatales en noviembre de 2003 ilustra el caos contable. En Tres tomos que suman 430 páginas se explicitan 171 fallas, errores e incumplimientos a las normativas y procedimientos administrativos. “No se otorgan recibos”, “Falta de reparación de caja fuerte”, “Ausencia de arqueos de caja”, “Cuentas no integradas y ausencia de control”, “Inexistencia de registro de depósitos”, “Incompatibilidad de funciones” son consecutivamente sólo una parte de los títulos que encabezan los análisis de cada observación.

En las conclusiones se evidencia una sobreestimación de 22,4 millones de bolivianos en la cuenta de ingresos. Los responsables concluyen que “los registros y estados financieros... no presentan información confiable sobre la situación patrimonial y financiera de la entidad”.

A la fecha el nuevo rector de la UMSA, Roberto Aguilar, ha señalado que el déficit alcanza a más de 29 millones de bolivianos, cerca del 14 % de su presupuesto. El efecto inmediato es la imposibilidad de pagar salarios, servicios y aportes a las AFP.

El fenómeno se repite en mayor o menor proporción en la mayoría de las universidades del sistema. La universidad del Beni, por ejemplo, confronta un déficit del 27%. Las excepciones son la Universidad Juan Misael Saracho de Tarija y parcialmente la San Francisco Xavier de Sucre. Pero el desenfreno y los hábitos adquiridos durante los años pasados son generalizados. En la mayoría de las universidades se denuncian casos de nepotismo, cobros extralimitados y ausencia de transparentación.

En diversos casos también las recientes elecciones para FUL o rector han tenido como plataforma la lucha contra la corrupción y la promesa de transparentación. Varios de los esquemas predominantes cedieron terreno incluso tras violentas revueltas internas. El propio rector Aguilar, posesionado hace tres semanas, tenía como primer compromiso el ajuste interno, pero la movilización nacional lo sorprendió en su propia oficina.

Todos a las calles

En el piquete de huelga de hambre los secretarios de la fules de Potosí, Javier León, y Sucre, Nelson Guzmán, van a la inversa. Aseguran que el gobierno debe primero escucharlos, luego atender las demandas y que posteriormente se harán los ajustes internos contra los feudos de corrupción. Y bajo esas y otras lógicas aún más radicales la nueva lucha por el presupuesto apuesta a mayores presiones. “El gobierno tiene que pensar que si nos ayuda lo vamos a apoyar, pero si sigue sin oirnos somos más de 300 mil en el país y podemos movilizarnos en cada ciudad”, advierte León.

Tanto Guzmán como León y el propio rector paceño reconocen que la movilización secunda significativamente móviles políticos de mucho mayor alcance. “Pero tenemos un déficit insostenible”, dice Aguilar quien asegura que los autores del derroche que lo precipitó serán llamados a rendir cuentas.

Mientras, en las calles, causantes y víctimas, encubridores y denunciantes, se enfrentan coordinadamente a la Policía. El miércoles por la noche un grupo llegó a la Plaza de los Héroes denostando al “dictador Carlos Mesa”. Toda una remembranza de aquellas movilizaciones de los años 70. Solamente que esta vez la universidad no está cerrada por los militares, sino que se cierra a sí misma. Solamente que esta vez las banderas de la movilización no hablan de ideales, sino de porcentajes. Y solamente que esta vez no se alienta, como entonces, la llegada de la democracia. Incomprensiblemente, el afán de llegar a la marca de los mil millones de presupuesto coincide con la tortura del rumor y el éxtasis de la convulsión generalizada.



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