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PATOTAS, VIOLENCIA Y DESALOJO EN EL FRANCES
Por Subco Bramido - Tuesday, Oct. 10, 2006 at 10:41 PM
notoarquia@hotmail.com (Casilla de correo válida)

Las patotas del Gobiernos de Kirchner en concurrencia con sus ministros y policia, contra la salud pública y los trabajadores. Se desvanece el mito K.

Esta tarde ocurrieron gravísimos incidentes en el Hospital FRANCÉS, cuando los trabajadores y afiliados querían negociar con el interventor (y apoderado del PJ porteño) Dr. José Salvatierra, una salida para la situación en la que se encuentran: salarios adeudados durante 4 meses y falta de insumos para el normal funcionamiento del hospital; situación ésta que no es más que la continuación de la política de vaciamiento llevada a cabo por la gestión del grupo BAPRO, cuya cabeza es política es el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Desde ayer, los trabajadores se encontraban en cese de actividades como medida de protesta, continuada hoy mediante la conformación de una asamblea que decidió negociar con el interventor, para intentar destrabar la situación. Pero para que la negociación se llevara a cabo, Salvatierra dispuso groseramente el escenario, convocando no sólo a la Policía Federal, sino a un grupo de barrabravas que algunas fuentes atribuyen a las hinchadas de Nueva Chicago y otras a la de Chacarita, junto a integrantes de unidades básicas kirchneristas (entre ellas, la unidad básica de Villa Ortúzar, según fue denunciado por los vecinos).
Con el hall controlado por estos hombres en actitud totalmente intimidatoria, los trabajadores –que contaban con la mediación del diputado nacional Carlos Tinnirello, del bloque unipersonal RedES- intentaron realizar una reunión con Salvatierra, para lo cual debían atravesar una auténtica muralla de matones. Las disposiciones del interventor eran dadas a conocer por un individuo que oficiaba de vocero y que impuso que sólo el diputado Tinnirello y dos representantes de la asamblea podrían ingresar a la reunión. Esta soberanía del grupo de choque sólo era correspondida con la mirada pasiva de la Policía Federal, que hizo del lugar una auténtica zona liberada.
Lo peor llegó al momento en que los ánimos de las patotas se exacerbaron, irrumpiendo desde una escalera hacia el hall y golpeando salvajemente a los trabajadores, a Tinnirello y a numerosos periodistas que cubrían los eventos. Al grito de “y ya lo ve, es la gloriosa JP”, demostraban que la gran fuerza y brutalidad con la que atacaron no era correspondida con igual dosis de inteligencia, incinerando a la Intervención, como así también a los mismísimos Alberto Fernández y el presidente Néstor Kirchner.
Las acciones derivaron en el desalojo de los empleados del hospital y los periodistas, con un saldo de 10 heridos de consideración y 4 internados en terapia, todos atendidos en la misma guardia del Francés que, no obstante la situación, siguió demostrando la prestancia y la actitud de su personal.
Tal como explicara a los medios el diputado de RedES, fue victima involuntaria del vaciamiento al que es sometido el hospital, ya que suturaron sus heridas con agujas de jeringas adaptadas, al no contar el centro de salud con equipos de sutura adecuados.
La identidad entre la represión paraestatal y la estatal fue plena: la patota cerró las puertas y la guardia de infantería de la Policía Federal formó un cordón, protegiéndolos, e iluminando descarnadamente a este Gobierno “en serio”, “progresista” y “preocupado por los derechos humanos”, pero que atenta sostenidamente contra la salud y los intereses del pueblo.
En estos momentos, los violentos –serían, aproximadamente, 30 individuos- se encuentran dentro del hospital, donde han producido destrozos en computadoras y otros elementos, mientras los policías de la Comisaría Nº 20 vacilan en trasladarlos para su identificación y detención, mientras impiden el ingreso de los periodistas y trabajadores para constatar la situación dentro del nosocomio.
Debemos estar atentos y ser solidarios con esta lucha, que no es más que el intento y la voluntad de recuperar para la comunidad un hospital que supo ser de primer nivel, enmarcado en una lucha más general: la recuperación de la salud pública.

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