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El carnaval de Ludueña (1º Parte): Resistir en la alegría
Por enREDando.org.ar - Saturday, Feb. 24, 2007 at 1:55 AM

enREDando se acercó a la casa de Pocho Lepratti en Barrio Ludueña, convertida hoy en un Bodegón Cultural. Allí estaba Liliana, Pía, Varón, Emilio, Maxi, Matías, el Mono, La Flaca. Todos/as, dándole forma y color a lo que será el 6º carnaval de Ludueña que arranca el sábado 24 y finaliza el día del cumpleaños de Pocho, el martes 27 de febrero. Talleres, pintadas, música, ferias, proyección de videos y actuación de murgas tendrán lugar en la plaza Pocho Lepratti durante estos días. Se viene el hormigazo y hay mucho para hacer. Compartimos la primera parte de la nota.

El carnaval de Ludue...
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Foto: Indymedia Rosario

Fm Aire Libre (91.3) transmitirá en vivo el 6° Carnaval de Ludueña, desde la plaza Pocho Lepratti.

Publicado el: 23/02/2007
La bicicleta de Fernando Traverso pintada sobre una tela naranja fuerte cuelga en una de las paredes del Bodegón Cultural. La mesa de madera desvencijada esta cubierta de folletos. Libros y papeles andan girando por la casa de Pocho, mientras los chicos salen a volantear por el barrio y el tiempo parece tronar a lo lejos y el cielo se pone negro y las ganas de laburar se multiplican.

La pared de un rosado viejo guarda restos de humedad y huellas de la memoria en cada uno de los afiches que la empapelan. La foto de Sandra Cabrera es una de ellas. La casa está grande, creció gracias al esfuerzo y al trabajo de los pibes de Ludueña. Allí se respira un olor especial. Parece que hay mucho para hacer y los días corren ligero, aunque todavía sea miércoles y falten varias horas para el sábado.
En un rincón de la casa, pegada a la cocina, La Flaca y Victoria le dan forma al Rey Momo al tiempo que el mate y el tereré giran sobre la mesa y no paran de rodar las palabras que andan boquiabiertas, contando lo que va a ser el cumpleaños del Pocho. Así está la casa de calle Gorriti al 5500. Revuelta y envuelta en pinturas, cartones y pancartas. Sacudida por las voces de los chicos, por los cantos de Varón, por los trazos finos del Mono Saavedra y por esa mezcla rara de sensaciones que se funden entre la alegría de la fiesta y el grito de justicia por el asesinato de Pocho.

El sábado arranca el 6º carnaval y Ludueña se prepara. Lo espera con ansiedad, pero también con la necesidad profunda de denunciar las injusticias y la impunidad de cada día. Y así resiste el barrio, con los dibujos de los chicos, los murales colectivos, la música de las murgas, la voz de Varón y la imagen incansable de hormigas y pochos bicicleteando. “No pudieron” dicen todos los que lo conocían. Desde éste sábado 24 de febrero la vida se multiplicará una vez más en un lugar donde el encuentro todavía es posible: la plaza Pocho Lepratti.



La casa y la plaza. Pía, Lili y el Mono.

Liliana es una de las organizadoras del Carnaval de Ludueña, junto con La Flaca, Emilio, Varón, el Mono Saavedra, Milton, Maxi, Matías, Vanesa, Pía, Celeste y muchos más. Un carnaval que además, siempre cuenta con la presencia y la ayuda necesaria del gran compañero de Pocho, el padre Edgardo Montaldo.
Mientras ceba el tereré, Liliana afirma con entusiasmo que cada año el carnaval, suma más gente del barrio y de otros lugares del país y también hay nuevas iniciativas. Pero como ella dice, los sentimientos son los mismos y hay cosas que no cambian: el asesinato de Pocho Lepratti, la impunidad de jueces y funcionarios de la provincia de Santa Fe, la violencia policial y el reclamo de justicia por cada una de las personas que asesinaron el 19 y 20 de diciembre de 2001.

“Resistir en la alegría”, coinciden todos, cuando hablan del sentido que tiene el carnaval de Ludueña. La fiesta lleva ese grito de resistencia clavado, desde el inicio, en el corazón del barrio, su plaza. “La plaza era el lugar donde se juntaba Pocho a armar el mate cocido con las tortas fritas, con los chicos y la murga. Y la plaza no tenía nombre. Todos sabíamos la calle y le decíamos la Plaza Larrea, Mármol, pero en realidad nunca tuvo nombre. Hace dos años el Concejo aprobó que la plaza se llamara Pocho Lepratti. Siempre se sintió que la plaza era la plaza de Pocho, de las agrupaciones, es un lugar muy abierto, público y tiene que ver con el espíritu que tenía Pocho. Entonces, nunca se dudó donde tenía que hacerse el carnaval. Siempre fue la plaza del encuentro de los chicos. Se ha hecho la Carpa de la Resistencia en la Plaza”, recuerda Liliana.

La plaza tiene identidad y memoria. En ella hay murales pintados en los carnavales de otros años. Y en esos murales se plasman ideas que surgen de los propios chicos durante los talleres del carnaval.
“Ponerles el nombre a las plazas es no olvidar, a pesar del paso de los años. La gente va a pasar por esta plaza, y ver el nombre, ver los dibujos, ver vida en esta plaza es recordar que alguien luchó, que estuvo presente en este lugar que hoy es una plaza y es algo público, que siempre le va a llamar la atención, van a preguntar: “¿cómo murió? Entonces, un poco sirve para los que vienen ahora, que son chicos y los que vengan el día de mañana sepan qué fue lo que paso”, decía Gladis en el “Cuchicheo” de febrero de 2006, la publicación realizada por la Asociación Civil Cadena Informativa.

Además de la plaza, en Ludueña hay otro espacio de resistencia que respira la misma identidad de la que hablaba Liliana y Gladis. Ese lugar es la casa donde vivía Pocho Lepratti antes de que el policía del comando Radioeléctrico Esteban Velásquez lo asesinara de un balazo en la garganta. Hoy, es el Bodegón Cultural del barrio, el lugar donde se hacen los talleres de murga, artesanía, alfabetización, juegos. El espacio donde se fabrican los sueños de los chicos y chicas que se encuentran, el refugio de las palabras que van y vienen, así como giran los mates en una ronda. El rincón de las ideas y los proyectos. La cocina del carnaval.

Preguntamos dónde es la casa de Pocho y una señora la señala. “Ahí”, dice y lo que vemos es una hormiga negra que invita a cruzar el umbral de la puerta. Allí se encuentra el Bodegón Cultural. La casa tiene un patio grande y dos ambientes repletos de libros, papales y carteles. Uno de ellos está recientemente inaugurado, ya que antes la casa era más chica. Pero el esfuerzo y la lucha pudo más y hoy el bodegón cultural se va haciendo camino al andar.

“Cuando lo mataron a Pocho, su casa se empezó a transformar en el lugar donde nos encontrábamos, donde empezó a funcionar la revista. Antes Pocho hacía la Notita, que la hacía mano, y junto con el Eslabón pudimos trabajar durante el año una revista que se llamaba La Nota. Y esa fue una de las primeras actividades que se hicieron. Después se fueron sumando distintos talleres. Siempre estuvo Varón con la guitarra, estaba la murga, Manuel tenía la biblioteca que también funcionó, y entonces había que darle un nombre a la casa y se pensó en un bodegón cultural. Hay talleres de ciencia que estuvieron trabajando también, taller de cine, y hay épocas en que uno tiene un bajón y parece que en la casa no se hace nada y hay situaciones que te dan un empuje para levantarte con más fuerza. Este año surgió esto de la causa de Pocho que parecía que Velásquez había presentado un recurso y eso nos da pie para decir, nos mantenemos con más fuerza” expresa Liliana, con la mirada puesta en el recuerdo y en el crecimiento del espacio.

El Bodegón Cultural es el lugar donde todos llegan para tirar ideas y empezar a trabajar en lo que va a ser el carnava. Los preparativos empiezan unos meses antes.
“Cada año se nos hace más fácil, porque ya estamos organizados. Ya sabemos quién se encarga del escenario, siempre se va llamando a la misma gente para invitar. Nosotros siempre pensamos el carnaval desde el barrio. Y desde ahí el que quiera venir bárbaro, pero siempre trabajando sobre el barrio. Y hay otras organizaciones que uno siente que son del barrio porque ya estuvieron trabajando con Pocho”.

Este año el carnaval de Ludueña tiene más actividades. La gente quiere participar y sumarse a los talleres y por eso, a diferencia de otras veces, dura un día más. Liliana es quien nos cuenta cada una de las actividades que a partir del sábado comenzarán a rodar por la plaza del barrio. “El sábado y el domingo a la mañana vamos a hacer talleres. Un taller para niños que se llama Hormiguitas Pintoras. La idea es que trabajen sobre los símbolos de la bicicleta y la hormiga, los símbolos que ven en la plaza y qué le significan. Al mismo tiempo va a haber un taller de Hormigas Legionarias. Es un taller de género destinado a las mamás de los chicos y para chicas adolescentes. Lleva ese nombre porque las hormigas legionarias son las hormigas que cuando el hormiguero sale de recorrida, ellas salen adelante y ponen el cuerpo para que la Reina y las demás puedan seguir avanzando. Queremos trabajar sobre la violencia en la casa y que este taller nos permita trabajar durante el año con un grupo de género. A su vez va haber un taller de Percusión para Adolescentes. Viene Darío de Entre Ríos, con una murga que está en formación. Y finalizamos los tres talleres con la letra y la música de algo que se arme. El lunes va haber un taller coordinado por Hernán López Echagüe, quien trabajará sobre la memoria en el barrio y lo va acompañar el Padre Edgardo Montaldo, desde las 16 hs. El lunes va a ser un día de reflexión, no va a haber música. También va haber un taller de memoria sobre el 19 y el 20 coordinado por educadores populares”. Durante el transcurso del taller se realizará una muestra organizada por las chicas del taller de educación popular. Esta muestra reflejará todo lo que pasó durante el 19 y 20 de diciembre, el recorrido por cada una de las tapas y notas que mostraron los diarios por esos días.


“Al finalizar habrá un taller de Encuentro y Reflexión de Trashumancia Desperdigada”, relata Liliana. El Mono Saavedra será parte de este taller y es él quien nos cuenta la idea. “Poder encontrarse con gente que está dando vueltas y haciendo cosas en distintos lugares. Nos pudimos contactar con gente que estaba en la zona norte de la provincia y que está vinculada de alguna forma a las ideas, también va a estar el grupo de la Universidad Trashumante. Es para tener un momento de reflexión y de encuentro, por eso lo de desperdigado. Es como aprovechar ese momento, para conocernos, encontrarnos, y ver si puede surgir una idea de articular una red”. El cierre del lunes será a puro guiso en lo de Edgardo Montaldo.

El día martes es el cumpleaños de Pocho. Durante la jornada, nos cuenta Liliana, habrá una feria de organizaciones sociales. “Este año se nos ocurrió que cada uno tenga su sobrecito para poner el trabajo que hace y también está la música, a partir de las 17 hs. Van a actuar las murgas, que van a desfilar y que participan también del escenario. Y en el medio vamos a proyectar un video, que se hizo en el taller de video, y luego van a hablar los chicos que participaron de él. También vamos a pasar un video sobre Sandra Cabrera, porque las chicas de AMMAR van a estar en la feria. Y el final, que fue el comienzo, va a ser la quema del Rey Momo, con todo lo que significa”.

El Rey Momo encierra una mística y un sentido especial. Y aunque se trate del momento final del carnaval, también es parte de su comienzo. “Es la cuestión de quemar algo y de renacer, es como un ciclo en realidad. Es la vida, es la muerte, es el renacer, es el pensar la fiesta y la celebración como forma de lucha también. Es encontrarnos, juntar fuerzas y de sentirnos en comunión, la idea es que se termine con la quema del Rey Momo, pero que estemos todos en eso implicados. También queremos trabajarlo durante todos los días, en los talleres”, expresa Pía. Hablar del carnaval, de su sentido, de su fuerza y su resistencia es lo que se va a intentar trabajar también en cada espacio con los chicos, con los jóvenes y con los más grandes.

Las palabras de Liliana son certeras y fuertes, cuando se refiere a la muerte. “Hablamos de la muerte cuando se hace la quema del Rey Momo y cómo, con esta muerte que es el asesinato de Pocho, surge en nosotros esto de resistir en la alegría y de que no pudieron. Pocho igual está”.



La Notita, La Nota y Matías.

El Mati, como le dicen, tiene 13 años, pero habla como un adulto. Trabajó en La Nota y fue parte de la murga de Los Trapos. Le encanta participar y sobretodo ayudar en la organización del carnaval. Desde los 5 años integró la murga y con ella, cuenta “íbamos a todos lados, a campamentos, conocimos otra murgas de Mar del Plata”. Pero después tuvo que dejarla y a los 10 años se engancho a trabajar en La Nota, una revista barrial que se repartía junto con el periódico El Eslabón.
“En la Nota estuve un año y en ese mismo año vino una sueca y nos dio un subsidio y teníamos que hacer la Nota en un formato que iba dentro del diario El Eslabón. La habremos hecho dos meses. El trabajo en la Nota era venir, opinar, hacer reportajes. Me acuerdo que fui a hacer una nota a Los Gatos –un grupo de jóvenes que se reúnen en el barrio. Le hicimos a Orlando, a León. Yo siempre los acompañaba, buscaba publicidades”.

Lo que más le gustaba a Matías era llegar a la casa de Pocho y charlar, escuchar y decir lo que opinaba. “Conocí a un montón de gente.Y ahora sigo viniendo”. “A mí me gusta aportar ideas y por ahí no hablo, escucho que dice la Flaca, el Emilio y ver en qué puedo ayudar.” Matías también lo conoció a Pocho y lo primero que cuenta es que la última vez que lo vió estaba andando en su bicicleta.
“Fue en diciembre, antes de que lo mataran. Íbamos en el auto por Mendoza y Provincias Unidas y lo cruzamos a él en su bicicleta y esa fue la última vez que lo ví”.
También hay anécdotas que el Mati, probablemente, nunca olvide. “Me acuerdo cuando iba a buscar a mi tío, pero mi abuela lo corría, porque lo llevaba de campamento a Varón, y entonces mi abuela no quería”.

Le preguntamos a Matías qué significa para él el carnaval, donde tanto le gusta participar. “Para mí es como que nosotros seguimos haciendo lo mismo que Pocho, seguir el camino de Pocho, seguir haciendo lo que él estaba haciendo. Yo en sí, estoy acá, haciendo lo que estaba haciendo Pocho y ahora el carnaval cada vez está más bueno, lo conoce más gente, la gente ya sabe quien era Pocho Lepratti y por qué nosotros estamos reclamando por él”.



Así empezó todo. La murga de los Trapos. La Flaca y el Emilio.

“Cuando llega el momento del entierro es cómo volver a caer a la realidad, volver a vivir lo cotidiano de todos los días” cuenta La Flaca, haciendo alusión a los carnavales del norte. Ella prepara el menjunje que le dará cuerpo al Rey Momo. “Este es el significado que queremos tener este año con el Rey Momo. Que la gente lo pueda sentir así. Porque estamos festejando el cumpleaños de un tipo que mató la policía y poder hacer carne de eso, sentirlo en el cuerpo. Vivir esa fiesta, pero también saber que hay un momento que termina y que hay una realidad y que hay que seguir y hay que transformarla”.

En los folletos que se encuentran sobre la mesa hay palabras que describen el significado de la quema y de esta necesidad de renacer de alguna forma. “El fuego con la amenaza de muerte, la combustión que necesita la vida, el fuego encendido por Don Mario desde algún lugar, el momo encendido por Don Fernández en el otro carnaval. Alguien que encienda el fuego para dar el paso, para animarse a la esperanza y al cambio. Renovamos entonces en el fuego ardiendo, en la bronca contenida”. Renovar, renacer o volver a vivir. La alegría como resistencia pura y colectiva. Parte de la esencia de todo carnaval. Pero ¿cómo nace esta idea en el corazón del barrio Ludueña?

Decía Varón en el “Cuchicheo” de febrero del año pasado: “El primer año no fue carnaval, el primer año, el 1 de febrero (de 2002) nosotros hicimos el cumpleaños de la murga. Cumplía años la Murga de los Trapos y lo hicimos en forma de carnaval. Por eso queda confundido ahí. Pero igualmente ese año hubo cumpleaños, hubo una fiesta. No estaba organizada la idea, no había una fecha, ese año la excusa fue el cumpleaños de la murga y como después venía el cumpleaños de él, tomamos como fecha el cumpleaños de Pocho”.

Había que hacer algo para denunciar el asesinato de Pocho. Era necesario salir a la calle, gritar, reclamar, pedir justicia. Era una manera de transformar ese tremendo dolor en resistencia. “Se lo vivió como fiesta pero a la vez fue para nosotros terrible, porque hacía poco nos había matado un compañero y uno estaba con todo eso adentro, pero fue sacar esa bronca y esa manera de hacer justicia. Y también es instalardo en la gente, esto que nosotros pensamos, por qué estamos hoy en la Casa del Pocho, laburando y por qué creemos que tiene que haber justicia de alguna manera” cuenta La Flaca. “Para mí el Pocho era alguien muy humano. No un ángel o un Cristo. Lo recuerdo como alguien que estuvo acá, como estamos nosotros, una persona muy humana”.

Emilio participa desde hace tiempo en la Murga de Los Trapos, la murga de Pocho, del barrio, de los pibes entusiasmados con los bombos. La historia de la murga tiene un capítulo aparte y sigue siendo, a pesar del tiempo, el espacio que los une, desde pibes. Emilio recuerda lo que fue el primer carnaval de Pocho.
“El primer carnaval fue un taller en la plaza, y lo que hicieron fue discutir, hablar del tema, de lo que había pasado, qué significaba pedir justicia, y la idea era poder plasmarlo en los paredones. Se armaron 5 o 6 grupos y fue la primera vez que se pintó enfrente de la plaza”. “La murga es una cosa y la Murga de los Trapos es otra cosa. Siempre apunto a un espacio de crecimiento y en ese espacio de crecimiento hubo una transición”, explica Emilio. Ellos ya no coordinan el espacio, y en su lugar hay otro de los chicos que antes participaba de la murga. “Este año la murga va actuar y capaz que no es la murga que vieron hace dos años, y es porque la murga tuvo un crecimiento no necesariamente artístico. En la murga de los trapos nosotros apostamos mucho al crecimiento y eso significaba poder corrernos nosotros para que queden los chicos que lo estaban haciendo”.
Para Emilio la murga significa resistencia y también “tomar cierto lugar en el espacio público”. “La plaza pasa a ser un lugar de colores, de sonidos, de aromas, porque también se cocina, y todo eso va a producir que la plaza tenga otras cosas que no siempre tiene. Y a eso le sumamos que hoy la plaza es casi el espacio que habría que ponerle rejas alrededor y ahí hacer edificios o una cárcel. Y esto es justo lo opuesto. Y ese es el sentido de tomar la plaza como espacio público. Cualquiera puede venir al carnaval”.

Falta poco. Ludueña toma la plaza y resiste en la alegría. Cuatro días para reflexionar, crear, producir, jugar, pintar, dibujar, debatir, bailar. Cuatro momentos para compartir, con la memoria viva. Ludueña festeja el cumpleaños de Pocho, resistiendo, como siempre.

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