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El desmonte de una selva ya puso en emergencia a toda una ciudad
Por Clarín - Sunday, Sep. 30, 2007 at 1:12 PM

EL IMPACTO DE LA DEFORESTACION EN LA PORCION SALTEÑA DE LAS YUNGAS

Orán se superpobló con los aborígenes que debieron abandonar el bosque porque la tala los dejó sin agua ni comida. Crecieron los casos de hantavirus y dengue. Y, según los especialistas, hay riesgo de aludes.

Gisele Sousa Dias ORAN. ENVIADA ESPECIAL
gsousa@clarin.com

Las topadoras avanzan con la potencia de un tanque de guerra y arrasan, cada dos minutos, con una hectárea de bosque nativo argentino. En la porción salteña de la Selva de Yungas, el avance de la agricultura late como una bomba de tiempo: las comunidades que vivían en el monte superpoblaron los asentamientos de Orán, la ciudad más cercana, y ahora mendigan por sus calles de polvo.

Sin árboles que contengan el agua, Orán se inunda y su gente está aprendiendo a convivir con la presencia crónica de enfermedades: hantavirus, leishmaniasis y dengue. La selva de Yungas está en emergencia forestal. Y la gente de Orán vive bajo esa amenaza.

Unidas por cadenas similares a las de un ancla de barco, las topadoras arremeten. En su ruta, "los animales son aplastados, migran o se quedan sin presas y se comen hasta los perros de las haciendas", dice Noemí Cruz, miembro de Greenpeace.

Un informe de la Secretaría de Ambiente de la Nación enciende la alarma: entre 2002 y 2006, la pérdida de bosques salteños se duplicó en relación al período 1998-2002. Según Greenpeace en 2007 la secretaría de Medio Ambiente de Salta convocó a audiencias públicas para autorizar el desmonte de 228.835 hectáreas: el equivalente a 12 veces la Ciudad de Buenos Aires.

"La protección de bosques no es una mera demanda ecologista, de atrasados que no ven el progreso", dice Walter Pengue, director del posgrado de Economía Ecológica de la UBA. Se refiere a que la decisión de hipotecar el ambiente en nombre del desarrollo ya impacta en la gente. Orán muestra las huellas horizontales de las inundaciones. "Sin árboles se reorienta el agua, los suelos se impermeabilizan y los pueblos se inundan", explica a Clarín Jorge Morello, doctor en ciencias naturales. El pronóstico no es alentador: "La falta de cobertura vegetal reduce la capacidad de la selva de retener agua. Por eso, como pasó en Tartagal, podrían haber aludes", completa Daniel Somma, doctor en ciencias ambientales.

Hoy, Orán se está enfrentando con enfermedades que los expertos asocian al desmonte. "Los casos de hantavirus y dengue crecieron un 30% respecto a 2006", explicó Pedro Rueda, del Equipo de Salud Comunitaria de la Universidad Nacional de Salta. "La leishmaniasis avanza hacia centros urbanos: por la deforestación el mosquito transmisor se está adaptando a la ciudad", siguió Oscar Salomón, director del Centro Nacional de Endemo Epidemias del Ministerio de Salud de la Nación. La leishmaniasis nace de la picadura de un mosquito y deriva en una úlcera. Si el parásito reaparece, destruye el cartílago de la nariz o del paladar.

Según el último censo, en Orán viven 124.000 personas. Esa ciudad es hoy tierra de contrastes: camionetas 4x4 que se rozan con pobladores de las etnias kolla, avá guaraní y wichí que, indirectamente, fueron expulsados de sus tierras: "A los campesinos y a los aborígenes se les cerró hasta el acceso al agua. Ahora viven en asentamientos y en condiciones de subalimentación: antes cazaban o pescaban, hoy comen en los basurales", cuenta Morello.

"Es mentira que el desmonte provoca inundaciones, cambios climáticos o que aumenta los casos de leishmaniasis. Y si los indígenas migran a las ciudades es porque allí encuentran mejores condiciones de vida. El desmonte es una etapa de un proceso productivo y el impacto positivo a largo plazo es más importante que el impacto negativo inmediato", dijo a Clarín Gustavo López Ascencio, secretario de Medio Ambiente de Salta.

Salta autorizó el desmonte de 1.670 hectáreas para que una empresa pueda sembrar soja. Las tierras están en el territorio que fue incluido por la UNESCO en la reserva mundial de biosfera. ¿Qué significa? Según la web del municipio de Orán, "satisfacer las necesidades de la generación presente sin comprometer las de las generaciones futuras". Los hechos dicen otra cosa.


Cifra II

414.934 son las hectáreas que se desmontan por año en el país según datos de la Secretaría de Ambiente de la Nación.

Cifra I

280.000 son las hectáreas taladas en Salta en los últimos cuatro años. El desmonte fue un 113% mayor que entre 1998 y 2002.


Dormirán en los árboles hasta que salga una ley

Soportan temperaturas de 40 grados y tormentas eléctricas. Acampan en plena selva de Yungas salteña desde hace 13 días. Y, como ese joven que Italo Calvino creó en la novela "El barón rampante" y que vive más de 50 años sin bajarse de las ramas, los voluntarios de Greenpeace duermen a 25 metros de altura, en camillas atadas a los árboles. Dicen que se quedarán hasta que el Senado apruebe la Ley de Bosques, que permitirá detener los desmontes hasta que cada provincia elabore un plan de ordenamiento territorial. Con esa meta, Greenpeace ya juntó en su web 860.000 firmas (http://www.greenpeace.org.ar).

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"Roban naranjas para comer"
Por Clarín - Sunday, Sep. 30, 2007 at 1:14 PM

TESTIMONIO

"Desde hace más de un año que sentimos el impacto. Las tormentas de viento son cada vez más violentas. Estamos luchando contra enfermedades que no conocíamos. Ahora el pueblo se inunda y, cuando las napas suben, el agua se mezcla con los líquidos cloacales y el excremento sale a chorros por las bocas de tormenta". Quien enumera el inventario de impactos sociales es Silvia Jenefes, maestra y miembro de la Asamblea Ambientalista de Orán.

"Los indígenas se están mudando a los asentamientos porque se quedan sin agua cuando los productores agrícolas desvían los ríos para riego", cuenta. Vive cerca de los asentamientos que se superpoblaron. Como docente de chicos de 10 años de la Escuela Osvaldo Burela, cuenta que "el rasgo más evidente de la nueva desocupación es la desnutrición en los chicos". Y menciona a los "naranjeros", hijos de indígenas "que ahora deambulan por Orán y roban naranjas en las fincas privadas, para poder comer".

Frente a la plaza, Silvia señala el mural del artista Leandro Alagastino que simboliza "las tres enfermedades del desmonte". Es la cuarta vez que lo pinta: cada tanto amanece tapado con cal y pintura blanca.

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