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Colombia: Ni piezas de museo ni afiches turísticos
Por Gloria Helena Rey / IPS - Monday, Dec. 17, 2007 at 12:23 PM

BOGOTÁ, dic (IPS) - Los nuevos indígenas colombianos son elegidos senadores, diputados, alcaldes, gobernadores y concejales. Pero sus comunidades siguen siendo tratadas como marginales, ignorantes o "pobres absolutas".

Muchos ejercen hoy como profesionales en diversas disciplinas y otros son reconocidos pintores, escritores o poetas. Sin embargo, la mayoría subsiste no sólo bajo la dictadura del "mayor de los males y el peor de los crímenes" --como calificó la pobreza el escritor irlandés Bernard Shaw (1856-1950)-- sino también bajo la de la marginación, el olvido y el racismo.

La población actual es de unos 800.000 indígenas que habitan los 32 departamentos del país, especialmente en zonas de selva tropical húmeda, según datos del Departamento Nacional de Estadística.

Al igual que los restantes 44 millones de colombianos, los 84 pueblos indígenas existentes, que hablan 64 lenguas y 300 dialectos, están representados en el Congreso legislativo.

Los senadores Jesús Piñacué, del sureño pueblo nasa, y Ramiro Estacio, del sudoccidental pueblo pasto, fueron elegidos en comicios democráticos por la Alianza Social Indígena y por Indígenas por Colombia, respectivamente.

La indígena wayúu Orsinia Polanco, del izquierdista Polo Democrático Alternativo, los representa en la Cámara de Diputados.

Los aborígenes están presentes también en las artes y letras. Kindi Llajtu, de la meridional Manoy, Putumayo, que habla la lengua inga de raíces quechuas, se graduó en artes plásticas en la Universidad Nacional de Colombia y ha recibido varios premios nacionales e internacionales.

El poeta Fredy Chicangana, del pueblo yanacona, en el sudoeste del país, ganó el premio Poesía Universidad Nacional en 1995, además de otras prestigiosas distinciones.

"Nos hemos destacado en muchos sectores de la vida colombiana, pero nos siguen tratando como ignorantes, marginales o 'pobres absolutos', como nos definió la ley 89 de 1890 aún vigente", dijo a IPS Rafael Epiayú, del Comité Ejecutivo de la Organización Nacional Indígena (ONIC).

SÓLO UNA RENDIJA

La Constitución de 1991 permitió una participación más activa de los indígenas en la vida política de Colombia, pero sólo abrió una rendija. Gran parte de las históricas conquistas obtenidas allí "no han salido del papel", según Epiayú.

Con la llegada de indígenas a la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de 1991 y con el reconocimiento constitucional, los grupos étnicos obtuvieron varios logros históricos.

Mediante el voto popular pudieron llegar al Congreso, asambleas departamentales, alcaldías y concejos municipales.

Consiguieron el reconocimiento de la propiedad de sus territorios, los resguardos, y el derecho a ejercer dentro de ellos sus formas tradicionales de autogobierno.

Obtuvieron además derechos étnicos, culturales, de autonomía y de participación.

Lograron también que las diferentes lenguas y dialectos fueran considerados oficiales en sus territorios, que se respetara la educación bilingüe e intercultural y la doble nacionalidad para quienes viven en zonas de frontera.

No obstante, "persisten graves problemas de salud y educación, y cada día es menor la partida destinada por el Estado para sostener los 567 resguardos indígenas existentes en Colombia", según explicó Epiayú.

"Si hace 10 años su aporte era de 8.000 millones de pesos anuales (poco más de cuatro millones de dólares) hoy se ha reducido a la octava parte", dijo.

Además, la representación de los indígenas en el Congreso no ha dado buenos dividendos porque "la mayoría de los proyectos que favorecen a las comunidades no han sido aprobados", sostuvo.

En su opinión, el Estado se ha empeñado en desmontar lo obtenido en la Constitución. "Ha aprobado reformas a la ley de tierras, bosques y ambiente, favoreciendo en muchos casos a compañías multinacionales que explotan recursos naturales", puntualizó.

El conflicto armado arrincona a las poblaciones indígenas y las coloca, además, en la mira de las armas de grupos paramilitares de derecha, guerrillas de izquierda y del ejército.

"El desplazamiento forzado los pone en peligro, no sólo como individuos sino como comunidades", dijo a IPS una fuente del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que pidió no ser identificada.

Culturalmente, el contacto con otras poblaciones "cuestiona además las costumbres de esas comunidades. Un ejemplo ilustrativo sería el de los nukak makú", considerados uno de los últimos grupos nómadas de la Tierra, que viven en las sureñas selvas del Guaviare.

La colonización de su territorio por cultivadores ávidos de la bonanza de la coca ha causado grandes "estragos en su población", según el Instituto de Genética Humana de la Universidad Javeriana de Bogotá.

MÁS AGRESIONES La calidad de vida de los pueblos indígenas no refleja hoy los derechos obtenidos. Persiste la usurpación de sus territorios "por colonos, terratenientes y narcotraficantes, la falta de buena calidad de las tierras, y las necesidades básicas como salud, educación, alimento y vivienda no están cubiertas", puntualiza la multidisciplinaria Fundación Hemera.

También sufren "la agresión física y cultural permanente del Estado, de la Iglesia Católica y de misiones religiosas internacionales", entre otros.

En Colombia, los mayores índices de pobreza se registran en las comunidades negras e indígenas, pero no existe aquí la conciencia de que eso constituya discriminación racial, según argumentó Juan de Dios Mosquera, líder afrocolombiano para quien la segregación tiene una forma concreta, objetiva, y otra ideológica, subjetiva. La primera, en su opinión, la practican el Estado y las clases dirigentes que mantienen a las comunidades negras e indígenas en condiciones de aislamiento territorial, atraso y desigualdad desde la abolición de la esclavitud.

La segunda está en la conciencia social de los colombianos, donde persiste el prejuicio y el racismo verbal contra negros e indígenas, según Mosquera.

LA LUCHA CONTINUARÁ

Pero ninguno de los indígenas de Colombia se considera una pieza de museo o parte de un afiche arqueológico, histórico o turístico.

"No somos descendientes de leyendas olvidadas. Estamos vivos y nuestra cultura nunca pereció a pesar de todas las agresiones seculares", dijo a IPS Alfonso Fonseca, gobernador del cabildo muisca de Cota, situado a una distancia de media hora por carretera al norte de Bogotá.

"Libramos una dura batalla para impedir que nos succione la sociedad mayoritaria y que nuestros territorios se conviertan en la torta a repartir", explicó a IPS Luis Evelis Andrade, presidente de la ONIC.

Esa organización, que acaba de festejar sus 25 años, volvió a defender la necesidad de "un país incluyente y multicultural" en un encuentro con más de 2.000 delegados realizado a principios de diciembre.

Los indígenas colombianos buscan "una convivencia multiétnica y pluricultural, solidaria con la construcción de un proyecto nacional autónomo", según un texto oficial de la ONIC.

Varios indígenas admitieron a IPS que desean fortalecer un gobierno propio, con sus propias leyes.

"Los blancos tienen sus propias leyes, y nosotros necesitamos unas que no destruyan nuestras culturas, que las fortalezcan y que respeten nuestra historia de milenios", justificó Epiayú.

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