Julio López
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De la clase elegida por la historia al pueblo elegido por dios
Por (reenvío) revista futuros - Sunday, Jan. 04, 2009 at 3:15 PM
futuros (arrioba) riseup.net

Son curiosas las malas jugadas que nos juega la historia. Mejor dicho, la ideología en la historia de nuestras sociedades y políticas.

Durante casi todo el s. XX el sentido común reconocía el carácter ideológico de la formación soviética. En todo el arco político se reconocía que ante la sociedad burguesa, –ante el capitalismo si se le quería dar una impronta más militante– se había erigido un modelo consciente, político, que aunque la doctrina configurada sobre la base del presuntuosamente llamado “socialismo científico” procuraba considerarlo apenas como “el movimiento” de la realidad misma, no dejaba de concebirse y configurarse como un partido tomado (un parti pri), asentado en la conciencia (y la voluntad) revolucionaria y todo el recitado ideológico ad usum; la vanguardia, la clase, el partido, todos ellos más o menos objetivamente asignados para “la tarea”.

Durante todo ese tiempo, el significado de la configuración de EE.UU. quedó en la penumbra. Aun cuando analistas sagaces llegaron a definir a EE.UU. como una invención ideológica más neta, si cabe, que la surgida de la ideología socialista en 1917. Semejantes observaciones, totalmente acertadas, cayeron en el vacío, no ingresaron al imaginario social de buena parte del s.XX.* Ni a derecha ni a izquierda.Tal vez porque dichas observaciones no surgieron de núcleos militantes socialistas, “orgánicos” de algún movimiento o proyecto político, sino de pensadores sueltos, nunca rompieron la malla del “sentido común” hegemónico. Thistlethwaite se pregunta “¿por qué los norteamericanos se consideran a sí mismos como una clase especial de gente?” [en 1954].

Desde la izquierda se combatía sí la pseudonaturalidad de la sociedad burguesa, pero ese estatuto igualaba a todas las sociedades, en cuanto humanas (y por lo tanto culturales, no naturales), pero sin ninguna aproximación al carácter ideológico expreso de algunas formaciones sociales concretas. En todo caso, lo que importaba era la afirmación consciente y revolucionaria de su “superación” mediante el presunto ascenso proletario.

Pero la realidad es terca. Y si no alcanzaron el “jingoísmo” obtuso de McKinley o el de “Teddy” Roosevelt, o su homónimo Franklin Dellorto o los desvaríos de “Donald” Reagan en la época macartista (los 50) como actor y batidor o en los 80 como gagá y presidente, el joven Bush, toda una promesa como prolongado socio de los Bin Laden, nos arrincona cada vez más y nos obliga a mirar más atentamente el carácter ideológico de la invención de EE.UU. Con su noción de “pueblo elegido” (algo anterior en el tiempo, por lo visto, a la idea de “clase elegida” tan cara a los diversos marxismos), de nación superior, ontológica y racialmente superior a toda otra, de pseudouniversalismo (con el que Negri y Hardt han sido tan condescendientes). Y, sobre todo, a atender su ideología portante: la religión, lo bíblico. Aquella superestructura ideológica que el socialismo creyó echar por la puerta de la historia, que el progresismo en todas sus variantes consideraba superada y que ha reingresado por la ventana de los fundamentalismos.

Noam Chomsky advertía la exclusividad del fenómeno religioso madeinUSA: el único país altamente industrializado donde la religión avanza en lugar de retroceder en el imaginario y el fervor de su población. Con lo cual nos habilitaba a pensar en su peculiar papel en el imaginario yanqui; su estrecha relación con la ciencia y sobre todo con la tecnología.

Una vez más, la historia nos sorprende por donde menos la esperábamos. Algo, una pizca, tendríamos que aprender del artículo de George Monbiot, 'Estados Unidos es una religión' http://revistafuturos.com.ar/index.php/component/content/article/120-estados-unidos-es-una-religion o http://argentina.indymedia.org/news/2008/12/646163.php

artículo publicado en Revista futuros nº7 / Río de la Plata primavera- verano 2004-2005

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