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“Hay que darle vida a la ley para que no sea letra muerta”
Por El Diario de Paraná - Tuesday, May. 05, 2009 at 12:23 AM

Integrantes de la comunidad diaguita de Tucumán estuvieron en la ciudad

Ofrecieron charlas y se reunieron con representantes de las comunidades charrúa, chaná y guaraní. Viven en un valle próspero y trabajan la tierra. Tienen una organización que se remonta al siglo XVII. El cacique y el jefe del Consejo de Ancianos dialogaron con EL DIARIO.

“Hay que darle vida ...
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VISITA. Patricia Fontelles, de Inadi, el cacique Eduardo Nieva y Visitación Vidal Abalos, estuvieron en la Redacción de EL DIARIO. Foto: José Carminio



Eduardo Nieva, cacique de la comunidad diaguita de Amaicha del Valle (Tucumán) y Visitación Vidal Abalos, jefe del Consejo de Ancianos de esa misma comunidad, estuvieron en Paraná para participar del cierre de las actividades en conmemoración por el Día del Aborigen Americano, organizadas por la delegación local del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).
Ambos brindaron una charla sobre los derechos de los pueblos indígenas y los avances logrados en los organismos nacionales e internacionales, que se desarrolló en el Museo de Ciencias Naturales de nuestra ciudad.
En ese sentido, Nieva resaltó que en la nueva Constitución de la Provincia de Entre Ríos se haya reconocido la existencia y los derechos de los pueblos originarios de la provincia y contó que aquí tomó contactos con representantes locales de las comunidades charrúa, chaná y guaraní.
“Hubo una reforma importante, pero hay que darle vida para que no sea letra muerta”, advirtió.
Señaló que “en el mundo, el principal problema de los pueblos originarios es la propiedad de la tierra. Hay mucho reconocimiento jurídico pero falta la implementación de ese derecho, que sería la delimitación de las tierras y la entrega de títulos”.
La comunicada diaguita de Amaicha del Valle es propietaria de alrededor de 130.000 hectáreas de tierra pero solamente tiene el título de propiedad de 53.000.
“En el marco de la legislación internacional ha habido choques entre la propiedad privada y la propiedad comunitaria. Los jueces han hecho una interpretación evolutiva y han reinterpretado el artículo 21 de la Convención de Derechos Humanos que protege la propiedad privada pero aclara que debe tener un fin social. En un caso de Paraguay presentado por una comunidad, fue un fallo ejemplar que sirvió mucho”, relató.
La comunidad diaguita cultiva la vid, el nogal, pimiento, ají, cebollas, tomates y otras verduras. Gran parte del valle calchaquí es ocupada por esta laboriosa comunidad que crece y trabaja a diario para consolidarse social y económicamente.
“Hacia al norte, lindamos con la provincia de Salta, hacia el sur con la provincia de Catamarca. Es un área de más de 500 kilómetros. Es una zona muy rica y muy linda”, describió Vidal Abalos.

EL AGUA. El gran problema que tienen que enfrentar es la falta de agua, que es muy escasa en esa área.
“Disponemos de muchas miles de hectáreas pero quizás no nos sirve tanto porque no disponemos de agua, que es el elemento principal para la producción”, remarcó. Así, indicó que los gobiernos provinciales han venido anunciado obras de infraestructura que les posibilitaría recurrir al riego artificial a través de un dique o embalse para las aguas de las lluvias de verano.
La comunidad tiene más de 5.000 habitantes pero una parte de ellos opta por la emigración hacia otras provincias, como Córdoba, Buenos Aires o, principalmente, Ushuaia adonde los jóvenes van en busca de fuentes de trabajo y nuevas posibilidades.
“Hay mucha migración porque falta autodesarrollo interno. Podemos tener la tierra, como es nuestro caso, pero si no se logra un autodesarrollo interno eficiente, los jóvenes van a buscar otros lugares”, recalcó.

DIRIGENTE. El cacique Nieva también emigró en su momento. Cuando tenía 19 años se fue a Buenos Aires a trabajar en una fábrica y a estudiar la carrera de leyes.
“Me recibí en cuatro años y medio. Creo que lo hice rápido para poder volverme pronto”, comentó.
Es que en la gran ciudad, rodeado de blancos, lejos de su pueblo, la discriminación y la marginación eran moneda corriente.
Pero también conoció otras posibilidades, como las de ganar una beca que lo llevó hasta la Organización de Estados Americanos (OEA) para asistir a cursos de capacitación y trabajar en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Después volvió a su comunidad, y aunque su edad era menor que la requerida (tiene 39 años) fue elegido para conducir a su pueblo.
El cacique dura cuatro años en su cargo y es elegido por consenso. Aunque el órgano máximo de gobierno es la asamblea general, donde participan todos los integrantes de la comunidad, las decisiones son tomadas o avaladas por el Consejo de Ancianos, que son siete personas de prestigio que aportan la sabiduría de los años.
Desde 1665 hay una continuidad institucional en la comunidad que no ha sido interrumpida, aunque ha vivido momentos difíciles y de crisis.

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