Julio López
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El Che y el 25 de Mayo
Por PARTIDO REVOLUCIONARIO GUEVARISTA-Capital - Tuesday, May. 25, 2010 at 2:05 AM
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Carta del Che a los Argentinos con motivo del 25 de Mayo - 1962

Extractos del Mensaje a los Argentinos efectuados por el Che.

La Habana, 25 de Mayo de 1962

Queridos compatriotas de toda América:

Queridos compatriotas que hoy festejamos una de nuestras fechas patrias:

Este momento, repetido muchas veces en nuestras vidas, tiene hoy una significación especial; un tono y un colorido especial. Es aquí, en otro país de América, donde festejamos una vez más el 25 de Mayo. Y esta vez no se escuchan los discursos consabidos y no existe la fanfarria rutinaria, las palabras huecas con que los gobernantes de turno tratan siempre de hacerse copartícipes en la gloria de nuestros viejos próceres.

El 25 de Mayo aquí en Cuba, tiene características especiales como que un argentino de voz extranjera -a nombre del gobierno cubano- salude y agasaje a todos ustedes y les transmita las felicitaciones de nuestro gobierno.

Son las nuevas condiciones de América, condiciones que han ido madurando a través del tiempo, que han ido consolidando esta nueva era en que vivimos, este nuevo momento histórico del cual Cuba tiene la gloria especial de ser el iniciador en América.

Por eso, al hablar de movimientos emancipadores, al recordar viejas gestas de nuestra Guerra de Independencia, tenemos forzosamente que recordar la Cuba de hoy. Porque esta Cuba de hoy es parte de un viejo esfuerzo de las masas por obtener su liberación definitiva; esfuerzo que ni siquiera en Cuba ha alcanzado un éxito total.

Todavía tenemos que luchar para liquidar viejas formas económicas que nos oprimen, para librarnos de todos los problemas que nos ha traído en nuestro desarrollo la dependencia de los capitales extranjeros, la dependencia fundamentalmente de los monopolios norteamericanos, y para defender la parte de libertad y bienestar de nuestro pueblo, que hemos logrado en estos años de lucha.

El 25 de Mayo de 1810 significó en América un grito más, dentro de los muchos gritos que se dieron por aquella época en diversos países.

No hubo un único grito, ni siquiera fue el primero. Han existido en esta época, gloriosas revoluciones que han tratado de dar el paso que hoy dio la Revolución Cubana, pero todavía no estaban las condiciones dadas y los gobiernos surgidos de movimientos populares fueron siendo derrocados.

Cuba también, como los héroes del 25 de Mayo de 1810, no tiene otra virtud especial; no es nada más ni nada menos que la demostración de cómo un pueblo pudo lograr su victoria, no original, no en base a planteamientos que se hayan imaginado por primera vez, no usando una estrategia por primera vez descubierta en la historia sino, simplemente, aprovechando el momento histórico en que se desarrolló, utilizando acertadamente la estrategia revolucionaria, unificando a todas las masas anhelantes de un cambio mediante el liderazgo de un movimiento que supo, en un momento dado, interpretar las aspiraciones del pueblo cubano.

Por eso mostramos aquí una experiencia, naturalmente no la única. No pretendemos de ninguna manera que esta experiencia cubana marque el único camino para la liberación de América, pero si una enseñanza importante: la demostración efectiva de que los ejércitos represivos se pueden destruir, que el pueblo puede ir armando a su vanguardia combatiendo, enseñándole a combatir, a destruir al ejército adversario, a acosarlo y, finalmente, a pulverizarlo.

Podemos nosotros, también, mostrar cómo crecen, cómo se desarrollan las masas. Uno de los fenómenos más interesantes, que es el fenómeno del desarrollo de la conciencia revolucionaria. Todos sabemos que en una revolución se necesitan condiciones objetivas y subjetivas, y se necesita que el poder, objetivo de la revolución, esté sufriendo embates fuertes y esté perdida su capacidad de reacción.

Las condiciones objetivas, están dadas en toda América; no hay país de América donde no estén en este momento dadas al máximo. Las condiciones subjetivas, sin embargo, no han madurado en todos los países con igual intensidad.

Nosotros demostramos que en las condiciones especiales de Cuba, las condiciones subjetivas, iban madurando al calor de la lucha armada; que la lucha armada era el catalizador que agudizaba las luchas, y que iba haciendo nacer una nueva conciencia.

Nosotros llamamos condiciones subjetivas a la conciencia de la necesidad de un cambio en una situación social dada y a la certeza de la posibilidad de ese cambio. La necesidad de un cambio la conocen muy bien las masas de toda América; la posibilidad de un cambio, la posibilidad de tomar el poder, es algo que no siempre se conoce.

Cuando el tiempo siga su curso y también la Revolución Cubana se convierta en objeto de estudios históricos, y algunos de los que participaron en esta revolución sean catalogados por las generaciones venideras como héroes de este momento, entonces, la revolución tendrá estas virtudes, las que ahora he enumerado: la virtud de haber demostrado a toda América lo que puede hacer un pueblo en armas cuando está bien elegida su estrategia revolucionaria y cuando está bien dirigido su ejército revolucionario.

Naturalmente, en América, hay condiciones diferentes: hay países con grandes condiciones para la lucha de guerrillas y países con campesinado muy fuertemente desarrollado, donde se hace mejor la guerra; hay países donde la clase obrera, las poblaciones urbanas son mucho mayores y donde las condiciones para una guerra son más difíciles.

Nosotros no somos técnicos especializados en subversión, como hay técnicos especialistas contra la subversión. Sin embargo, sabemos una cosa: que un hombre armado vale tanto o más que otro armado, de acuerdo con la ideología con que lleve su arma; que para que un hombre esté armado, tiene que conseguir un arma y que las armas no están a la vuelta de la esquina, las armas están en poder del ejército enemigo, del ejército opresor...

Para lograr la liberación revolucionaria hay que tomar las armas, las pocas que existan, y con ésas quitar nuevas armas y convertir al pequeño ejército en un gran ejército popular.

Estamos evocando un día en el cual el pueblo argentino manifestó su decisión de proclamar su independencia del poder español, después de realizar el Cabildo Abierto, después de aquellas discusiones que, año tras año, recordamos en actos como éste, después de escuchar las manifestaciones de los obispos españoles que se negaban a la independencia y manifestaban la superioridad racial de España.

Después de todo eso, hubo que instrumentar aquel triunfo político de un momento y, entonces, el pueblo argentino tuvo que tomar las armas. Pero aun más, compañeros: después de tomar las armas y expulsar de todas las fronteras al invasor español, había que asegurar la independencia de la Argentina, asegurando también la independencia de las hermanas naciones de América.

Aquello era más que un altruismo de las fuerzas revolucionarias, era una necesidad imperiosa, era el dictado de la estrategia militar para obtener una victoria de alcances continentales, donde no podía haber victorias parciales, donde no podía haber otro resultado que el triunfo total o la derrota total de las ideas revolucionarias.

Y ese momento de América se repite hoy, aquí en esta pequeña isla del Caribe, rodeada de mar, rodeada de enemigos también. Se vuelve a repetir la historia que la Argentina una vez vivió. Nuestra revolución es una revolución que necesita expandir sus ideas, que necesita que otros pueblos la abracen, que necesita que otros pueblos de América se llenen de bríos, que tomen las armas o tomen el poder, lo mismo da, porque, en definitiva, al tomar el poder hay que tomar las armas después; y nos ayuden, nos ayuden en esta tarea de toda la humanidad. La tarea global de luchar contra la destrucción del enemigo monopolista, imperialista.

Todo es parte de una sola lucha; y es verdad cuando el imperialismo nos llama con un denominador común, porque aún cuando las ideologías cambien, aún cuando uno se reconozca comunista, o socialista o peronista, o cualquier otra ideología política en determinado país, solamente caben dos posiciones en la historia: o se está en favor de los monopolios o se está en contra de los monopolios. Y, a todos los que están en contra de los monopolios, a todos ellos se les puede aplicar un denominador común. En esto, los norteamericanos tienen razón.

Todos los que luchamos por la liberación de nuestros pueblos, luchamos al mismo tiempo, aunque a veces no lo sepamos, por el aniquilamiento del imperialismo; y todos somos aliados, aunque a veces no lo sepamos, aunque a veces dividamos nuestras propias fuerzas por querellas internas, aunque a veces por discusiones estériles dejamos de hacer el frente necesario para luchar contra el imperialismo; pero todos, todos los que luchamos honestamente por la liberación de nuestras respectivas patrias, somos enemigos directos del imperialismo. En este momento, no cabe otra posición que la lucha directa o la colaboración.

Y yo sé que ninguno de ustedes es colaborador del enemigo, que ninguno de ustedes está ni remotamente a favor del imperialismo y que todos están decididamente por la liberación de la Argentina.

Liberación, porque la Argentina está de nuevo encadenada; cadenas a veces difíciles de ver, cadenas que no siempre son visibles para todo el pueblo, pero que la están amarrando día a día. El petróleo se va por un lado, compañías extranjeras entran por todos los lados del país; viejas conquistas van cayendo, y todo eso se produce lentamente, como un veneno sutil que va penetrando así en la Argentina, como en muchos otros países de América.

Sin embargo, el pueblo reacciona, reacciona con vehemencia frente a esta penetración que, sutil en términos generales, siempre se asienta sobre las espaldas del pueblo.

Puede ser que las masas de obreros y campesinos de nuestro país aprendan algún nuevo camino o sigan por caminos ya conocidos y destruyan un poder que está vacilante ya, que se basa en este momento en el miedo a las bayonetas, en la desunión de nuestras fuentes, en la falta de conciencia de la posibilidad del cambio, de la posibilidad de la lucha, de la fuerza inmensa del pueblo y de la debilidad, comparativamente enorme, de las fuerzas represivas.

Si nuestro pueblo aprende bien las lecciones, si no se deja engañar de nuevo, si no suceden nuevas y pequeñas escaramuzas que lo alejen del objetivo central que debe ser el tomar el poder -nada mas ni nada menos que tomar el poder- podrán darse en la Argentina condiciones nuevas, las condiciones que en su época representó el 25 de Mayo, las condiciones de un cambio total. Solamente, que, en este momento de colonialismo e imperialismo, el cambio total significa el paso que nosotros hemos dado: el paso hacia la declaración de la Revolución Socialista y el establecimiento de un poder que se dedique a la construcción del socialismo.

Si la reacción sabe manejar sus cañones, sus armas de división, su arma de amedrentamiento, quizá por muchos años pueda impedir que llegue al poder el socialismo en un país determinado; pero también, si el pueblo sabe manejar su ideología correctamente, sabe tomar su estrategia revolucionaria adecuada, sabe elegir el momento para dar el golpe y lo da sin miedo y hasta el fondo, el advenimiento del poder revolucionario puede ser a muy corto plazo, en cualquier país de América y, concretamente, en la Argentina.

Tomemos el ejemplo de Mayo, el ejemplo tantas veces distorsionado de Mayo, tomemos el ejemplo de la Revolución de 1810 que salió de sus fronteras, inundó con una ideología nueva, que no era propia, pero que había encarnado para sí para trasladarla a América.

Pensemos en la unidad indestructible de todo nuestro continente, pensemos en todo lo que nos ata y nos une, y no en lo que nos divide; pensemos en todas nuestras cualidades iguales; pensemos en nuestra economía igualmente distorsionada, igualmente aherrojado cada pueblo por el mismo imperialismo; pensemos en que somos parte de un ejército que lucha por su liberación, en cada pedazo del mundo donde todavía no se ha logrado, y aprestémonos a celebrar otro 25 de Mayo, ya no en esta tierra generosa, sino en la tierra propia y bajo símbolos distintos, bajo símbolos nuevos, bajo el símbolo del futuro, bajo el símbolo de la construcción del socialismo, bajo el símbolo de la victoria.

Che                                

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